Capitulo 26

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"Ebria"

No necesitamos hablar de la fiesta, era el mismo ambiente, reproducían música muy escuchada, los chicos ebrios y haciendo estupideces. Por lo único que iban era el alcohol, solo querían tomar y olvidar. La noche de Lapis fue como cualquiera, recostarse a ver medios electrónicos, televisión y su teléfono como siempre; esperaba a Peridot hasta las 3 de la madrugada, se desesperaba cada vez más, tan solo pensar que algo le sucedió la alteraba, llamaba a su número y la dejaba en correo de voz, solo quería saber si estaba bien, despreocuparse y ver la cara de la rubia otra vez.

  Mientras Lapis trataba de contactarla, ella tambaleaba camino a la habitación notoria y obviamente demasiado ebria. No podía coordinar sus pasos o acciones, su mente estaba fallando para hacer ordenes a su cuerpo. Con gran dificultad abrió la puerta de la habitación.

—Que bueno que llegaste -suspiro de alivio-, estaba muy preocupada por ti...—la morena comento con una leve sonrisa en su rostro. Y se borro inmediatamente cuando sintió las manos de la rubia recorrer su cintura. Reconoció que estaba ebria pues en los únicos casos en los que se ponía pasiva eran esos. Aguantando la risa, se separó de la oji-azul. —Estas ebria, de nuevo.

—Se que te gusta que este así... —susurró en su oído, mientras deslizaba sus frías manos desde la espalda de esta hasta su zona baja. —Hoy te haré mía pequeña.

La morena, ya más molesta, se separo rápidamente de esta.

—No Peridot, no lo haré. —cruzó sus brazos, la pecosa se volvió a acercar a ella pero sin poner manos sobre esta.

—Se que lo quieres... —murmuró perversa, cada cosa  que pronunciaba era de esta manera.

—No, no soy una perversa, además ¿y si dañamos al bebé?

—En algún lugar leí que es la etapa en la que más lo necesitas... —se acercó a su rostro mientras la recargaba en la pared.

—Con más razón no lo haré, no confió en ti...—dijo con dificultad, los ojos de la rubia la distraían.

—No te creó, tu lo deseas, lo sé... -se acercó a su oído- ¿crees que no te escucho tocarte mientras dices mi nombre? —la morena no podía articular las palabras correctas para ganar esto, había perdido y no podía negarse ahora. Lo deseaba pero a la vez no, no quería entrometer en más asuntos de lo que ya estaba. Sabía que el sexo no le haría daño al bebé, pero tal vez sí, hay casos que pueden peligrar la vida del feto o inclusive adelantar el parto.

  No estaba segura de lo que hacía, las manos de Peridot comenzaron a dar un trabajo sucio sin avisar previamente.

        [Contenido Explícito]

La rubia comenzaba a quitar el pantalón y la camiseta de la morena mientras Lapis solo la miraba con confusión y nervios. Cuando quedo en total desnudez Peridot comenzó a desvestirse, sólo el torso en primero. Lapis trató de cubrir su rostro por la pena, pues la rubia comenzaba a quitar su pantalón haciendo a esta estallar de pena y a la vez excitación.
  No decidió quitar su bóxer hasta tenerla en la cama, la llevo lentamente a ella para acomodar a esa silueta con rostro rojo. Lapis solo miraba el gran glande de la oji-azul, el cual rozaba en su parte intima causándole un escalofríos.

  Se acercó a su bello rostro tapado por sus manos, tenía la respiración agitada y el pulso evidentemente acelerado.

—Tranquila preciosa... —susurró mientras comenzaba a introducir su genital en su vagina. La oji-índigo soltó un pequeño grito de dolor, el cual disminuyo, cómo en todos los casos.

  La rubia movía sus caderas acariciando los músculos interiores de la morena con su miembro, quien soltaba tenues gemidos ya que no se hacía con rapidez.

  Se aferró en la espalda de la oji-azul y oculto su rostro en su cuello, dejando que escuchara los gemidos los cuales se intensificaron cuando comenzó a moverse más rápido. No podía esperar, estaba impaciente por hacerla gritar y retorcerse de placer, sentir el húmedo y sudado cuerpo de la morena haciendo fricción con el suyo. Arqueaba su espalda, jalaba las sabanas de la mojada cama, todo vibraba en su ser y no era por el bebé. Ella no recordaba lo que fue de su primera vez pero para ella esta lo fue, primera vez en la que experimentaba esto consiente.
  Peridot lamía sus pechos y clavículas, su lengua hacia trazos en ella mientras su miembro le daba placer a ella y al bebé, pues al estar haciendo el amor el bebé también recibe placer.
  Peridot jadeaba, lo hacía con mas intensidad, pero tampoco con tanta para no causar algún daño. Podría estar ebria pero no inconsciente de que una pequeña criatura vivía en el vientre de la peli-azul.

El tiempo transcurría, habían perdido la noción, pasaron en la misma posición aunque con diversos movimientos. Ambas estaban cansadas, el sol salía y la mente de la rubia aún no estaba del todo sobria.

  La morena se levantó con cansancio pero comprometida a asistir a clases. Sintió las manos de la rubia tocarla, ella estaba vestida pero Peridot de todo lo contrario no lo estaba.

—¿No te vestirás—dijo mientras se tambaleaba, la rubia era pesada.

—Así me iré... —contestó causando una risa en la oji-índigo.

—Creó que aun estas ebria. —bufó.

—Ebria de tu cuerpo...—besó la nuca de esta.

—No cambiaras ¿cierto? —la miro perversamente.

—Jamás... —un apasionado beso brotó de ambos labios.

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9 mesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora