LXXXIV. El regreso a Pendle

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Vaya, mirad –dijo Eli, observando las calles de Pendle.

–No puedo, la primera regla del conductor es ojos en la carretera –contestó Dani que se había sacado le carnet aquel abril cuando cumplió los dieciocho años.

–Está peor que cuando lo dejamos –observó Eva, seguidamente se inclinó hacía delante y su cabeza quedó en medio de los cuerpos de Eli y Dani que iban en los asiento delanteros–. ¿A donde vamos primero?

–¿Que tal a la cafeteria? –sugirió Zed–. ¿Creéis que Melody seguirá trabajando ahí?

Nadie le contestó, Dani se concentró en recordar el camino que llevaba a la cafetería, al pasar delante del instituto y ver la azotea suspiró pesadamente y sacudió la cabeza, intentando que los recuerdos malos que tenía de aquel lugar se desvaneciesen por completo. Consiguió, después de dar mil vueltas llegar al destino, pero se llevaron la sorpresa de que la cafetería ya no pertenecía a Melody, si no al amigo de Zack, Sylvester. El chico actuaba como si no conociese a las chicas, Eli intentó recordar si Sylvester había estado en la batalla de la azotea, pero no lo logró recordar. Le hicieron preguntas, pero el chico no respondió ninguna.

–¿Donde está Melody? –le preguntó Dani a Rose Martin, la propietaria del orfanato para niños y niñas.

Después de haber estado en la cafetería y que Eli percibiese que algo extraño ocurría en ese lugar, decidieron ir al orfanato. No recibieron respuestas tampoco de ella. Sylvester y Rose Martin compartían algo en común, no se acordaban de las chicas, y no sabían nada de Melody.

–¿Qué me dice de Deborah, de Adele, de Sophia? –le preguntó Eva, la morena empezaba a ponerse bastante nerviosa ya que nadie en este pueblo parecía acordarse de ellas–. Usted adoptó a Deborah, le puso su apellido.

Rose Martin se rascó la barbilla y sonrió.

–Ah, si, si, si –se aclaró la garganta–. El señor Shepherd se las llevó a un internado, podría habérmelas llevado con Melody, pero su caso no era tan grande.

La mujer, claramente arrepentida se puso una mano en la boca y negó con la cabeza.

–¿Entonces usted sabe que ha pasado con Melody? –inquirió Eli.

A Rose le cayeron algunas lagrimas y asintió con la cabeza.

–Lo tuve que hacer, era mi deber –se sentó en uno de los sillones en los que el año pasado Tyler y Dani se habían sentado a interrogarla–. Estaba loca.

Eva se sentó al lado de la mujer y la cogió de la mano, delicadamente, busco la mirada de la mujer con sus ojos.

–¿Por qué?

–Dijo que era una bruja, dijo que conocía a las brujas de Samlesbury, que había combatido a Daniel Sowerbutts –suspiró, y le dio un apretón a la mano de Eva–. Pero yo sabía que era mentira, porque aquí no se cree en las brujas desde hace años.

Todos se quedaron estáticos, muchas cosas habían cambiado en Pendle. Todos habían llegado a la conclusión de que alguien les había borrado la memoria a los habitantes de Pendle, ¿pero quien? ¿y por qué? De si algo estaban seguros es que los habitantes de Pendle Hill se tomaban muy en serio las brujas, las tenían mucho respeto, y no tenían miedo de hablar en público de ellas sin que la gente les tuviese miedo. ¿Qué había pasado?

–¿Y qué paso? –preguntó Dani, sentándose en frente de Rose.

–Naturalmente el señor Shepherd me recomendó un psiquiatra para la chica, internarla para que la ayudasen –Eli abrió los ojos bastante y Jonathan que estaba a su lado, negó con la cabeza–. Las otras cuatro las enviamos a un internado para chicas, junto a otras dos más, Heather Gray y Lidia Shepherd, su hija. También mencionaban a las brujas bastante.

El grupo de amigos se miraron entre ellos, Dani, desconfiada, con una ceja en alto miraba extrañada a Rose, como si se hubiese inventado esa historia para contárselo a ellas.

–¿En donde esta encerrada? –se dignó a preguntar Eva.

* * *

Rose después de varias insistencias por parte de los amigos, accedió a darles el nombre de donde estaba internada Melody. No habían aguantado ningún minuto más y salieron hacía ese lugar tan tétrico. De camino hablaban sobre los sucesos, lo extraño que era que nadie se acordara de ellas, que no tomasen en cuenta a las brujas y pensaron en quien podía haber sido el causante de todo. Al llegar al Hospital Sanitario Psiquiátrico de Pendle, idearon un plan rápido para llegar hasta Melody. Una cosa era clara, pensaban sacarla de ahí.

Eli, Dani y Eva entrarían, aprovechando que nadie se acordaba de ellas dirían que eran familiares de Melody y la sacarían de ahí. Aún no sabían como sin poderes, pero encontrarían la manera. Después de coger a Melody irían a la mansión de la familia Shepherd y pedirían el nombre del internado de las chicas. Zed y Jonathan se quedaron fuera, con el coche en marcha, listos para pisar el pedal cuando salieran con Melody.

Antes de entrar, Eli se paró y de su bolso sacó unos cuantos artefactos que se había quedado de misiones anteriores. Sacó la daga con la que Eva cortó las cuerdas en la batalla de la azotea y se la entregó a su amiga, sacó unos cuantos cuchillos afilados que había cogido de su casa y le dio unos cuantos a Dani y otros cuantos se los quedó ella. Finalmente cuando escondieron bien sus armas, entraron al edificio.

No era nada peculiar, solo un vestíbulo que servía de sala de espera, era bastante pequeño y estaba desierto, las padres eran blancas y gracias a la luz que provenían de las grandes ventanas la sala estaba muy iluminada. En recepción había un hombre que leía una revista sobre el cerebro y su función, levantó la vista de su lectura cuando vio a Dani acercarse, Eli y Eva se quedaron atrás, esperándola.

–Deberías haber ido tu, Eva –le dijo Eli entre susurros–. Ya sabes que Dani es capaz de acuchillarle aunque le salude.

El hombre giró la cabeza mientras conversaba con Dani y miró a Eli y a Eva con desconfianza.

–Por eso mismo –explicó Eva–. Dani es más convincente.

–¿Alguna idea de como vamos a recuperar nuestros poderes? –le preguntó Eli.

–¿Tienes el grimorio por ahí?

Eli asintió y empezó a sacarlo de su bolso, enseguida Eva le dio un golpe en la mano para que lo soltase y lo metiese de nuevo, ganándose más miradas del hombre.

–¿Estás loca? –le preguntó a su amiga–. ¡Aquí no! ¿Quieres que nos metan en una habitación al lado de Melody?

Dani con una sonrisa victoriosa se acercó a sus amigas con tres tarjetas de visitante en la mano.

–Vamos a por nuestra bruja.

El secreto de las brujas de Salem | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora