CIX. Grimorios

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La tarde del sábado dio un giro un tanto extraño. Después de lo que ocurrió la noche anterior, Eva se había encerrado en su habitación y se rehusaba a salir, le daba igual cuanto Lidia, Sophia o Melody le pidiesen que saliese, le daba igual, no pensaba salir, no quería cruzarse ni con el ni con Estelle. Solamente se quedó en su habitación leyendo otros libros de brujería que Eli había traído en su bolsa.

De lo que Eva no se acordaba era que Deborah, Eli, Adele y Dani habían decidido meterse en el cuarto que compartían las tres chicas. No hablaban mucho con ellas, no se llegaban a entender del completo, la única que parecía mostrar interés era Shay, pero era rechazada continuamente. Por lo que no se sintieron culpables cuando Deborah y Eli se escabulleron dentro, Lidia sin embargo había entrado en el plan a última hora y se encargaba de distraer a las chicas para que eviten subir, Adele y Dani vigilaban los pasillos, ya que habían mas huéspedes que habían venido en los últimos días. Parecía ser que todas tenían un puesto en eso menos Eva, Melody y Sophia. La primera estaba obsesionada con encontrar poderes, tanto que ya había estado pensando de empezar a crear sueros convocadores con hierbas del campo, Melody y Sophia intentaban que Betty y Abigail no acusaran a más gente, pero se les hizo imposible porque las chicas no se daban por vencidas y como había dicho Tituba, no podían cambiar el pasado, porque perjudicaría demasiado en el futuro. Así que solo consiguieron salvar a unos cuantos niños.

Betty y Abigail se habían encariñado con las brujas de Samlesbury y Pendle. Del lado de nuestras protagonistas, no se podía decir lo mismo. Cada día las detestaban más y más. Puede que por su actitud irritante, por su estupidez continúa o simplemente porque cada día enviaban a un mínimo de diez personas a prisión porque sospechaban de que practicaban brujería. Si solo ellas supiesen con quien estaban tratando. Al fin y al cabo, nunca se conoce a una persona tanto como se cree.

—Es ahora o nunca —susurró Eli.

Mientras las dos chicas vigilaban el pasillo, Eli y Deborah entraron sin hacer ruido a la habitación. Estaba bastante ordenada, nada estaba fuera de lo normal. Había tres camas perfectamente colocadas en línea, dos mesas a los dos lados de la habitación y tres ventanas. Tenía cierto parecido a la habitación que compartían las amigas. Pero algo no terminaba de cuadrar.

—¿Qué buscamos específicamente? —preguntó Deborah.

–Algo fuera de lo común –Eli se agachó y miró debajo de la cama, sacó varias cajas que había–. No pensaba que iba a ser tan fácil.

Deborah miró en las otras camas, se encontró un libro infantil debajo de la cama que supuso que era la de Shay. Rebuscó un poco por la mesa y debajo de unas sabanas que habían colocadas se encontró con una llave antigua que le entregó a Eli al ver que la chica no podía abrir las cajas, con sumo cuidado metió la llave y abrió la primera caja.

–Mira –Eli, extrañada cogió un marco de fotos, estaban a color y había una foto. Eso ya era sospechoso ya que en el 1600 en Salem no habían tales avances tan modernos–. Esa es Gwendolyn –señaló a una chica que abrazaba a una mujer y a un hombre que sonreían orgullosos–. Y no lleva ropa antigua. ¡Y la foto a color! ¡Y es una foto! –siguió sacando más cosas que provenían de su mundo–. ¡Un secador! ¿Para que quiere un secador en Salem? ¿Son viajeras en el tiempo? ¡Que sois! –Dani asomó la cabeza por la puerta que estaba entreabierta.

–¡Eli! ¡Cállate! ¡Se te oye gritar!

Eli le enseñó a Dani sus descubrimientos, y la chica le dedicó una mirada extrañada.

–¿Para que quieren un secador en Salem? ¿Donde lo pensaban enchufar?

Su amiga abrió la boca e intentó decir algo, pero no se le ocurría nada que pudiese ir con aquello.

–¡Eso no es lo importante! –le reprendió su amiga–. ¡Esta gente viaja en el tiempo!

–¡Encontrad algo que sea útil y salid rápido! –dijo Dani, antes de cerrar la puerta y volver a ocupar su puesto.

–¡¿Es qué esto no te parece útil?! –exclamó su amiga, irritada por la incultura de Dani.

Mientras tanto, Deborah se había dedicado a abrir las cajas sobrantes, las otras dos, naturalmente pertenecían a Shay y Estelle. Deborah empezó a sacar otras cosas sospechosas que tampoco pertenecían a Salem, como un par de deportivas, una cámara de fotos, otro libro infantil y varias fotografías de las chicas con sus familiares.

–¿Qué hacemos? –preguntó Eli–. Solo tenemos esto, ¿lo entregamos?

Deborah negó con la cabeza.

–Solo conseguiremos que las quemen por posesión de pertenencias sospechosas que pueden estar asociadas con brujas, y las queremos vivas para interrogarlas –respondió Deborah–. Deberíamos coger las cajas y llevarlo a nuestra habitación. Ahí lo debatiremos con todas.

Las dos chicas empezaron a coger las cosas y entre Dani y Adele consiguieron esconderlas debajo de su cama junto a la comida que habían traído de Samlesbury. Eva les miró, conmocionada por unos segundos, pero no le dio demasiada importancia y siguió con su lectura y apuntando palabras sin sentido, como las que les había dicho Melody.

''Una memoria de la primera vez en la que empezaste a confiar en ti misma''

Cuando cayó la noche deseó haberles hecho más caso a sus amigas, porque empezaron a contarle la historia y ella solo pensaba en que si Estelle lo descubría la odiaría todavía más. Esto empezaba a convertirse en paranoia.

–¿Qué nos queréis decir con esto? –preguntó Eva.

Melody y Sophia estaban igual de confusas que ellas y empezaron a cuestionarse de donde habían salido esos objetos.

–Son los objetos de Estelle, Gwendolyn y Shay. Los hemos encontrado en su cuarto –explicó Eli–. Creemos que son viajeras en el tiempo...

–No creemos eso –dijo Dani, interrumpiendo su teoría a la cual le había estado dando vueltas toda la tarde–. Creemos que entraron sin darse cuenta a través de algún espejo y simplemente se quedaron aquí porque algo paso con el espejo.

–¿Qué hay de esos libros? –preguntó Sophia señalándolos, se inclinó y los cogió ambos–. La Cenicienta y La Bella y la Bestia –la chica sonrió–. También me gustaban bastante cuando tenía la edad de Shay –Sophia abrió La Cenicienta y empezó a ojearlo.

Dani la miró y negó con la cabeza.

–¡Estamos aquí para resolver un misterio! ¡No para leer! –Dani le arrebató el libro de La Bella y la Bestia, este se abrió y cayó cerca de Eva, la cual se agachó a cogerlo y observó que el cuento era un tanto diferente al original–. ¡Eva! ¿Tu también?

Sophia y Eva se miraron, intercambiaron los libros y los ojearon.

–Estoy confusa –anunció Heather.

–Eli, dame nuestro grimorio, por favor –le ordenó Eva.

La chica lo alcanzó de su bolso y se lo dio, Eva aparto todos los objetos sin importarle que algunos se cayesen al suelo.

–Sophia, quita la encuadernación de ese libro y dámelo –Sophia empezó quitar la tapa del libro rosa y otra diferente empezó a mostrarse.

Las demás las miraban curiosas. Eva repitió la acción con el libro que ella tenía y lo puso junto al de Samlesbury, Sophia le entregó el que tenia en la mano. Abrió todos por la primera pagina.

–Grimorio de Samlesbury –leyó Elizabeth–, Grimorio de Pendle –dijo con un tono de sorpresa, se había olvidado de aquel grimorio que intentaron buscar tiempo atrás en Pendle Hill–, y Grimorio de Salem –también sorprendida, levantó una ceja–. ¿Quienes son estas chicas?

-(se los quitaron porque las brujas de salem pensaban que podían hacerlo solas y podían derrotar)

El secreto de las brujas de Salem | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora