LXXXV. Melody

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–¿Como lo has conseguido? –le preguntaron Elizabeth y Eva a Dani mientras caminaban hacia la habitación de Melody.

–Me ha costado, pero le he conseguido convencer de que era hermana de Melody –contestó la chica–. Creo que el tío se ha hartado de que le siguiera hablando y nos ha dejado pasar.

–¿No ha preguntado por nosotras? –le preguntó Eli.

–Para saber quien erais.

–¿Y no ha pedido identificación? –Dani negó–. ¡Que vergüenza de sitio! ¡Ahora mismo podría entrar cualquier persona y llevarse a algún paciente!

Dani y Eva se pararon en seco y miraron a Eli, obvias.

–¿No es lo que vamos a hacer? –le recordó Eva.

Eli asintió.

–¿Ha sonado hipócrita?

–Un po... ¡Cuidado! –exclamó Dani, a la par que cogía una flecha que se dirigía hacia su pecho. Agarró la flecha justo a tiempo, la punta casi le atraviesa el pecho–. Benditos reflejos.

–Dani –la llamó Eva–. Eli, mirad.

Las dos despegaron sus miradas de la flecha y se fijaron en las dos personas que se acercaban a ellas caminando con sus armas apuntándolas. Lo peor es que estaban indefensas, sin poderes, solo tenían una daga y unos cuchillos que ni sabían lanzar.

–Christian y Donovan –dijo la morena.

–¿Me has llamado, princesa? –preguntó el chico, apuntándola con el arco.

–¿Quien deja que dos locos sean guardias de un psiquiatra con arcos? –preguntó Dani, sin temer que la volviesen a disparar.

–Desde que las tres brujas de Samlesbury vienen a visitarlo –contestó Donovan.

Eva que había estado sacando la daga que tenía en el bolsillo consiguió cambiar los papeles y ahora era ella la que apuntaba a Christian. Dani captando la idea de lo que pensaba hacer Eva le dio una patada al arco que llevaba Donovan y seguidamente le tiró al suelo, Eli que seguía sorprendida por la revelación de sus amigas se quedó paralizada, Dani ya había empezado a correr, se había escurrido entre Donovan y Christian que la habían intentado atrapar, y Eva que al ver que Eli no se movía, la había cogido de la mano y había conseguido escurrirse junto a ella entre los dos chicos y corrían detrás de Dani.

Siguieron a su amiga hasta la habitación de Melody, pasaron rápidamente y las tres se apoyaron en la pared y se deslizaron hasta el suelo.

–Mirad, la parte buena es que se acuerdan de nosotras–dijo Eli, intentando sacar las cosas positivas de aquella situación.

–Si, pero de la peor manera –se quejó Dani, mientras recuperaba aire.

–¡No nos querían antes! ¿Qué ha cambiado? –preguntó Eva.

A todo esto no se habían dado cuenta de que una persona les miraba con los ojos muy abiertos y llenos de esperanza. La chica empezó a saltar de alegría, captando la atención de las tres amigas, Eli fue la primera en levantarse y acercarse a Melody, según lo hizo, Melody saltó a sus brazos mientras murmuraba cosas indescriptibles y empezaba a llorar de la emoción.

–Melody –murmuró Eli, le apartó el pelo de la cara cuando se separaron del abrazo–. ¿Qué te han hecho?

La chica negó con la cabeza, y volvió a abrazar a Eli.

–Decidme que me vais a sacar de aquí –dijo la chica, le cogió la mano a Eva y la sacudió fuertemente–. Por favor, no os vayáis. No os volváis a ir. Por favor. No estoy loca, recordadme.

Hasta a Dani se le partió el corazón al ver a Melody de esa manera, asustada. La Melody que ellas habían conocido meses atrás no habría actuado de esa manera. La Melody de principios de septiembre no le tenía miedo a plantarle cara a Dani, ni tenía miedo a Daniel. Esa era la chica que les había cedido la cafetería para quedarse ahí, la tranquila Melody que servía cafe, la que no se fijaba mucho en chicos, la huérfana. Ahora estaba asustada, temblaba por cualquier cosa y era muy asustadiza. Estaba irreconocible.

–Vamos a sacarte de aquí –le aseguró Dani a Melody.

–¿Tienes que llevarte algo? –le preguntó Eva a Melody, la chica negó–. Vale, pues nosotras si –Eva, se movió hacía la puerta del baño, seguida de Melody que aún se aferraba a su mano–. Eli, Dani buscad cualquier cosa que pueda servirnos de arma, aunque dudo que encontremos algo, simplemente buscad.

Las dos asintieron y Eli le dio ropa a Melody para que se cambiase y tirase aquella bata vieja. La chica se metió en el baño y dos minutos después salió cambiada, su pelo liso caía sobre sus hombros y su cara había adquirido un poco más de color al ver a sus amigas.

Eva y Melody caminaron a la puerta seguidas de Dani y Eli, que habían cogido el soporte de la lampara, se lo dieron a Melody le dijeron que era para defenderse de Christian y Donovan, la chica asintió insegura, no entendía porque debía defenderse de ellos, ya que habían estado con ellas en la batalla y les habían ayudado a combatirla. De camino le explicaron a Melody porque la habían encerrado aquí, que la gente había perdido la memoria, que Ona había vuelto como espíritu y que tenían que recuperar sus poderes mágicos. Al principio se lo contaron despacio y con cuidado, para que la chica no se asustase, pero la chica estaba sedienta de información, ya que llevaba seis meses desde enero encerada ahí.

–¿Y la cafetería la han vendido? –preguntó Melody.

–Si, ahora Sylvester es el propietario.

–¿Y donde vamos a dormir esta noche? –preguntó Melody–. No podemos ir al orfanato por que la señorita Martin me meterá de nuevo aquí, no podemos ir a la casa de Heather porque Charlotte esta muerta y sus padres no quieren saber nada de la brujería.

–Hablando de Charlotte, ¿que le dijo Heather a sus padres? –le preguntó Dani, curiosa–. Es decir yo ni me enteré de lo que había pasado, simplemente se que estaba ayudando a Heather a no caer desde la azotea al suelo y de repente cayó.

Melody hizo una mueca.

–Heather le dijo a sus padres que murió en el sacrificio de Daniel. A ver, no estaban muy sorprendidos ya que básicamente habían firmado para que su hija fuese sacrificada para el bien la humanidad –dijo con sarcasmo–. Supongo que por eso enviaron a Heather a ese internado, porque cuando esa persona les borró la memoria no se creyeron nada de lo que les decía —Melody tragó saliva—. No se acordaban de Charlotte, su propia hija.

–Pero a ella no la enviaron a ningún hospital psiquiátrico –comentó Dani.

–Porque yo lo lleve a los extremos, quería demostrarlo de tal manera que les llevé a todos a la azotea, el pentágono seguía ahí, igual que la sangre derramada, quedaban manchas –suspiró, y evitó las ganas de echarse a llorar–. Pensaron que yo lo había hecho y me enviaron aquí.

–¿Por qué no nos escribiste? –le preguntó Eli.

–Estabais agotadas, llevabais un año agotador lleno de magia y debíais estar abatidas. Por eso no quise molestarlos.

A Eli se le encogió el corazón y sonrió tiernamente a la chica. Siguieron caminando hasta llegar al vestíbulo.

–Ya decía yo que habían tardado en aparecer –comentó Dani.

Christian y Donovan hablaban con el recepcionista, el aparentaba estar muy arrepentido, pero el que más hablaba, bueno, gritaba era Christian que debía de estar enfadado por haber dejado que entrasen las chicas.

El secreto de las brujas de Salem | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora