CVII. Planes de medianoche

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—Así que las brujitas de Pendle ya tienen poderes —murmuró Zed, Dani en el holograma asintió.

—Oye, contadme otra vez como habéis metido a Thomas en esto —pidió Eli, que seguía confusa al ver al hermano de Eva, tan campante en el otro lado, sonriéndolas.

—Eva dijo que podíamos —le recordó Jonathan.

—Se refiere a como os descubrí —le corrigió Thomas—. Pues verás, Eli, sospechaba algo de estos y de vosotras. Dani no estaba en su casa, tú no estabas trabajando como de costumbre y Eva no estaba ni con su madre ni con su padre, así que recurrí al único sitio en el que podría encontraros a todos.

—¿La biblioteca? —dudó Dani.

—¡Exacto!

Dani se sorprendió al recibir esa contestación del chico. Se esperaba una más frívola y elaborada. No habían hablado desde que se besaron en la azotea en Pendle, y aún no había respondido a la pregunta que le hizo Thomas.

—Entonces al ver que no estabais ahí, recordé que la tienda de antigüedades tenía el cristal roto —siguió contando la historia—. Entonces, baje las escaleras, les asusté un poco y aquí estamos.

—Mientras no metáis a Lauren o Lilith, me parece perfecto —comentó Eli, suspiró, echaba de menos su casa, sus hermanos, la cafetería—. ¿Qué tal las cosas por ahí?

—Perfectas —le confirmó Christian—. El plan de utilizar vuestros móviles y hablar con vuestros padres como si fueseis vosotras va de maravilla.

Antes de irse a Salem, las chicas escribieron a sus respectivos padres, les dijeron que iban a viajar por varios países de Europa, como España, Francia y Alemania. Los padres de Eli y Dani no se opusieron porque ellas ya eran mayores de edad. Eva se lo comentó a Clarence, no le dió mucha importancia y la dejó ir. Total, si se olvidó de su cumpleaños el año pasado, no sabría si su hija tenía dieciocho o diecisiete.

—¿Se lo creen? —preguntó Eli.

Christian asintió.

—¿Donde está Eva? —preguntó, curioso.

—Supongo que en el despacho de Tyler, leyendo el grimorio por séptima vez —le explicó Dani—. Sigue sin saber como consiguieron las brujas de Pendle sus poderes.

Detrás de ellas, Deborah se movió, inquieta, y minutos después se levanto asaltada, se había prometido no volver a tener pesadillas, pero eran complicadas hacerlas desaparecer, solamente podía escapar de ellas, pero no vencerlas. ¿Como iba a luchar contra nada si lo único que sabia hacer era escapar?

–Hola, Debby –le sonrió Zed–. ¿Qué tal todo?

La chica se encogió de hombros.

–¿Qué tal todo por Samlesbury? –se interesó la chica.

–Todo bien, hace un poco de frío, más de lo normal. Y cuando os fuisteis estaba bastante soleado –comentó Zed.

Deborah frunció las cejas.

–Vaya, aquí pasa lo mismo. El primer día que llegamos hacía un tiempo fantastico, pero según van avanzando los días se va oscureciendo y va haciendo mucho frío –respondió la chica–. Curioso.

Eli estuvo abrió la boca para hablar.

–Para –le indicaron los dos hermanos al unísono.

–¡No he dicho nada aún!

Dani y Zed sabían que iba a decir Eli. La chica ya había compartido varias veces sus sospechas sobre Estelle, Gwendolyn y Shay, Eli pensaba que se traían algo entre manos o eran culpables de algo. No sabia si eran brujas, porque aún no había percibido nada mágico que viniese de ellas, o eso o que sabían esconderlo bastante bien.

–Sabemos que quieres volver a culpar a las tres chicas que amablemente os han aceptado en su casa –señaló Christian.

Eli hizo una mueca.

–Si lo dices así suenan demasiado buenas.

–Yo te creo, Eli –anunció Deborah, hasta Eli la miró sorprendida cuando dijo aquellas palabras. La que había hablado había sido Deborah Whittle, una de las personas mas dulces y tiernas que ve lo bueno en las personas antes de hablarlas–. ¿Qué?

Dani negó.

–Nada, nada.

–¿Entonces, cual es el plan? –preguntó Deborah.

Volvieron a mirarla, esta vez confusos.

–No me digas que no tenéis un plan de espionaje para ellas –dijo Deborah–. ¡Sois el club de lo anormal! ¡Tenéis un plan para absolutamente todo! ¡Tenéis un plan hasta para lavaros los dientes!

Jonathan rió, Zed asintió complacido por que sabía que la chica tenía razón.

–Tiene razón, llamemos a Eva –Eli empezó a levantarse del suelo, pero Dani le tiró del brazo e hizo que se sentase de nuevo.

–Quieta ahí, no podemos depender de Eva para todo, ¿recuerdas?

La pelirroja asintió.

–Pero es la única que piensa en vuestro grupo –se quejó Christian–. ¡No podéis dejarla fuera de esto!

–Lo siento Christian, te pediremos tu opinión cuando estés aquí –le respondió Dani–. Hagamos esto, mañana a primera hora, tu y Deborah entráis, Adele y yo vigilamos.

–¿Adele? ¿Por qué Adele? –preguntó Christian–. ¿De qué os sirve si esta sorda?

Dani empezaba a enfadarse con Christian, sobretodo porque subestimaba los talentos que tenía Adele. La chica se habría quedado sorda, pero eso solo había fortalecido sus demás sentidos. La vista era uno de ellos, tenía unos ojos de halcón que la permitía notar casi todas las emociones de las personas, sabía cuando estaba nervioso, asustado, feliz, preocupado. También podía adaptarse a cualquier situación. Y la cosa más interesante, sentía a las personas que estaban cerca de ella o que se le acercaban por la espalda.

–Para empezar, no se que haces ahí porque no nos sirves de nada con tu estupidez, segundo, su condición no la define y tres, lleva leyéndonos los labios desde hace una hora –Dani se giró y saludó a Adele, la cual la saludó de vuelta y se acercó a ellos.

–Mañana cuando estén trabajando iremos a su habitación –les aseguró Eli, una última vez.

Adele hizo su baile de signos con las manos.

–¿Qué ha dicho? –preguntó Zed.

–Ha preguntado donde esta la habitación –tradujo Deborah.

El secreto de las brujas de Salem | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora