XCI. El regreso de los Southworth

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—Aviso uno —leyó Sophia en el papel que venía con la cuerda.

—¿Me están amenazando? —preguntó Dani, a la defensiva—. ¿Nos están amenazando y ni si quiera hemos llegado ahí? ¡Ya tenemos más razones para ir!

Dani se paseó por el sótano, explicando teorías que tenía e insultando a alguien que ni había conocido pero ya le había amenazado.

—Oye, Eva, ¿como vamos a pasar por el espejo? —preguntó Heather.

Eva se quedó mirando a la chica de los ojos grises. Tenía que admitir que no había pensando en ese pequeño detalle.

—Si es con magia vamos mal —dijo Lidia, observando el espejo.

—Tyler no tenía magia, si el pudo, nosotras también —dijo Eli.

—¿Y si no nos lleva a Salem? —preguntó Sophia, con temor de acabar en un universo remoto.

—Solo lleva a Salem, ya he estado ahí —explicó Eli, Eva le miró curiosa—. Cuando me escondí de todos me metí en ese espejo, volví por que hay dos portales, el espejo está en medio de un bosque en Salem.

—Tyler y su madre vienen de Salem —continuo explicando Jonathan—. Seguramente sea una reliquia familiar.

—Yo no sabia que eran de Salem —dijo Eli, girándose a su novio, mirándole extrañada.

Jonathan se encogió de hombros.

—Lo dice su DNI.

Antes de que pudiesen seguir con la discusión un teléfono móvil alertó a todos, Zed se palpó el el bolsillo y allí atendió.

—¿Lauren? —preguntó el chico, a la par que se llevaba miradas furtivas de Eva. El chico subió rápidamente las escaleras.

—Hablando de móviles, tenemos que dejarlos aquí —Eva cogió una caja vacía y metió su móvil, Dani y Eli hicieron lo mismo.

—Nosotras ya no los tenemos —dijo Melody—. Al menos yo no.

Las demás negaron.

—Si no lleváis móviles, ¿como os vais a comunicar con nosotros? —preguntó Donovan.

Eva hizo una mueca, no había pensando en tantas cosas.

—¡El grimorio! —exclamó Eli, la pelirroja sacó el libro de su bolsa y empezó a ojearlo—. Tiene que haber algo por aquí... ¡Aja! Mirad, los cristales sirven como comunicadores.

Eva se acercó a ella y leyó la página en la que estaba su amiga.

—Si, pero sólo cuando tienen magia. Ninguno de los nuestros tiene.

—El mío si —recordó Ona, Eva se lo quitó y se lo dio—. Puedo hacer otro para este mundo.

—¿Cuanto tardarás? —preguntó Eva.

—Media tarde, aproximadamente —dijo su hermana, inspeccionando el cristal.

—Entonces partiremos por la noche, mientras tanto, vamos a un lugar que nos gusta tanto —fue diciendo Eva mientras se dirigía hacia la escalera—. La biblioteca.

Dani hizo una mueca de fastidio. A Deborah se le iluminó la mirada.

—Para informarnos de Salem —siguió diciendo la chica—. ¿Quien viene? —Deborah siguió a Eva y juntas subieron la escalera.

En realidad Eva no quería ir a la biblioteca para saber más información de Salem, ella ya lo sabía todo sobre ese tema, las brujas, la cultura... Solo quería ir porque ella sabía que Deborah se iba a apuntar. Recordó que uno de los lugares favoritos de la joven bruja era la biblioteca, si iban y leían algunos libros la animaría y le haría olvidar aquellos meses encerrada. Aunque iba a ser un poco difícil.

Cuando subieron a la primera planta, vieron desde la ventana como Zed hablaba con Thomas, Lauren y Lilith en la calle. Las dos chicas habían cambiado. Lilith había crecido, parecía que no se iba a quedar con la altura de Eva y Lauren toda la vida, si no con la de Thomas, ya que la chica casi estaba igual de alta, aún le faltaban algunos centímetros. Lauren parecía mucho mas madura tanto física como mentalmente, ya no tenía el pelo azul, ahora estaba en un tono rubio. Estaba de color ombré. Thomas seguía igual.

—¡Escóndete! —susurró Eva.

Ambas se escondieron detrás del mostrador. La tienda de antigüedades no había cambiado. Seguía igual de oscura y llena de polvo como siempre, pero la suciedad que había era exagerada, Eva juró que había visto una araña del tamaño de una nuez pasear a su lado.

—Mira la tienda de antigüedades —se oyó decir a Lauren, preocupada—. ¿Han entrado a robar? ¡El Cristal está roto, Zed!

—Se que Christian esta ahí abajo —anunció Lilith—. ¿Qué estáis haciendo?

—¿Tu hermana es un tipo de psíquica? —preguntó Deborah, asombrada por lo que estaba diciendo Lilith.

—Más o menos.

Eva sabía que su hermana menor era algo, una psíquica, una banshee... Algo que tuviese que ver con el mundo sobrenatural. Y Eva sabía que Christian lo sabía, y que la había estado ayudando a descubrirlo y que la había estado protegiendo.

—Tonterías. No hay nadie ahí —mintió Zed.

—Eva y Deborah están escondidas debajo detrás del mostrador y nos están escuchando —contestó Lilith, rompiendo un silencio que se había formado.

Cabía destacar que era impresionante la confianza que había cogido Lilith estos meses que no la habían visto.

—¿Qué hacemos? —preguntó Deborah.

—Retrocedemos lentamente y esperamos a que se vayan.

Y así lo hicieron, bajaron las escaleras corriendo para la sorpresa de Dani que murmuró que no habían tardado nada.

—¡Están aquí! —dijo Eva—. Lauren, Lilith y Thomas han llegado a Samlesbury.

A Dani se le paró el corazón al escuchar el nombre de Thomas. La conversación que mantuvieron el año pasado después de la batalla volvió a tomar un puesto en su cerebro, sobretodo en su corazón. Aún no le había dado una respuesta y seguramente debido a la tardanza de la chica, Thomas ya se habría olvidado o estaría enfadado con ella.

Dani no le culpaba.

—¿Y qué hacemos? —preguntó Eli.

—¡No pueden saber que estamos aquí!

—No se si te has dado cuenta pero Lilith ya lo sabe —le recordó Deborah.

Todos giraron la cabeza al escuchar pasos que provenían de la escalera, suspiraron aliviados al encontrarse a Zed con una sonrisa triunfante.

El secreto de las brujas de Salem | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora