CXIII. Luces

628 100 1
                                    

Las chicas estaban colgadas en el aire, sus amigas las miraban horrorizadas. Pero no estaban muertas. Y no se quedaron ahí durante mucho tiempo. Paso todo demasiado rápido estaban ahí y luego ya no estaban. Todas, absolutamente todas las brujas sintieron como alguien las envolvía con su magia, el agarre era bastante fuerte, no las dejaba escapar para nada. 

Desaparecieron.

Sintieron como su cuerpo dejaba la tierra, no sentían nada, ni agua, ni aire, ni tierra, no sentían nada, estaban como muertas, pero en realidad estaban más vivas que nunca. 

Estaban flotando, sus cuerpos inertes en el aire, tenían los ojos cerrados porque ninguna se atrevía a abrirlos.

Cayeron, era un suelo solido, el color azul las rodeó y supieron donde estaban en ese instante. Encima de ellas habían dos fuentes de luz, una blanca y otra negra, que parecía estar luchando. Una de esas sombras las habían transportado a un lugar seguro y la otra se había encargado de destrozar un pueblo entero y había intentado matar a las brujas ella misma.

La luz blanca finalmente vio que las estaban observando, detenidamente, sin moverse, era Ona, y las gritó:

–¡Corred! ¡Salid! ¡Si no lo hacéis nunca regresaréis a casa!

Sophia era la primera de la fila y gateo por el túnel azul lo más rápido que pudo para salir de ahí, la siguió Eli, y todas las demás se animaron a continuar, Eva no quería dejar a su hermana atrás, porque sabía que de alguna manera u otra, aunque Ona ya estuviese muerta, esa luz negra maligna se encargaría de matarla de nuevo.

Fue Dani la que empujó a Eva para que siguiese, y la chica gateó con todas sus fuerzas, evitando que las lagrimas la cayesen por los ojos. Pero no pudo y cuando llegó a Samlesbury no pudo evitarlo al ver lo que había pasado.

El secreto de las brujas de Salem | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora