CXI. Las tres brujas de Samlesbury

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las reglas de la confianza

Después de aquella noche, Estelle, Gwendolyn y Shay se encerraron en su cuarto. Después de la confesión de Gwendolyn solo habían conseguidos pequeños detalles, como que se habían quedado atrapadas en Salem del pasado porque se les había cerrado el portal. Ninguno de los dos bandos de brujas tenían miedo de que las acusasen de brujería, ya que si caía un grupo, podía caer el otro fácilmente, porque ambos giraban en torno a la brujería.

Habían transcurrido diez horas ya, eran las diez de la mañana y seguían sin salir, ninguno se preocupó por ellas. Aprovechando que estaban encerradas, Melody guió a sus amigas y a Ona al bosque y se sentaron en circulo. Deborah y Melody habían decidido que ya era hora de que Eli, Dani y Eva recuperasen los poderes, lo habían decidido porque Eva se estaba obsesionando a tal punto de que quería volver a hablar con las tres descendientes de brujas de Salem y pedirlas sus poderes porque sospechaba que ellas se lo habían quitado.

–¡Estas brujas nos han quitado algo! –había exclamado antes de partir hacia el bosque–. ¡Ahora, nos lo tienen que devolver!

Dani había asentido y quería acompañarla, pero Deborah había negado y les había contado de que tenían una idea para devolvérselos, de una manera más fácil y segura. Ahí estaban, los arboles las rodeaban, las setas las rodeaban creando otro círculo protector. Tan protector no era, porque nadie se dio cuenta que había dos personas vigilándolas.

–Todas aquí sentadas sabemos que sois brujas, maravillosas, fantásticas y encantadoras –comenzó a decir Melody, Eli la miró confundida, Dani no se creía nada y Eva, sin embargo seguía dudando que eso le ayudase a resolver el problema de sus poderes–. La pregunta es, ¿os lo creéis?

Eli, Dani y Eva se miraron entre ellas, ¿que quería decir Melody con eso? Obviamente había brujas muchísimo más poderosas que ellas y mejores que ellas, y ellas lo sabían.

–Las hay mejores que nosotras –contestó Eli.

–Ahí esta el problema –señaló Melody–. Vivís a las sombras de estas brujas, las tenéis en un altar, como creéis que ya están ellas para ser poderosas, pensáis que vosotras no podréis ser igual que ellas. Os falta confianza.

–Esto otra vez no, por favor –suspiró Eva.

Durante su estancia en Salem le había cogido bastante odio a la palabra confianza.

–Escuchad lo que os vamos a decir con atención –empezó a decir Deborah–. No podéis conseguir vuestros poderes porque no confiáis en vosotras mismas, no os veis capaces y no os podéis concentrar en ello –Deborah hizo una pausa y se aseguró de que las chicas seguían prestándola atención–. Nosotras conseguimos nuestros poderes porque recordamos algo en nuestros sueños que hizo que nuestra confianza resaltara.

–El problema es que vosotras no tenéis ninguna memoria que gire en torno a la confianza –siguió diciendo Melody.

Eli, Dani y Eva recordaron el sueño que tuvieron. Era simple, solo estaban ellas tres juntas, las desconfiadas, sentadas alrededor de una luz. No había nadie más.

–Estamos aquí para generar una memoria de confianza a la que podáis recurrir cuando veáis que tengáis problemas –Deborah le cogió la mano a Lidia, imitó su acción y cogió la mano de Dani, todas acabaron cogidas de las manos, sentadas en el suelo.

Las brujas de Samlesbury no dijeron nada, simplemente se dejaron llevar.

–El primer paso para recuperar la confianza es que la confianza en uno mismo es más importante que cualquier cosa –empezó a decir Lidia.

Asintieron, Adele libró sus manos que estaban cogidas a las de Sophia y Heather y empezó a hablar por signos, Lidia se encargó de traducirlos aunque todas los entendiesen.

–Es importante confiar en uno mismo porque al fin y al cabo vas a estar ahí cuando nadie este contigo. Tienes que aprender a llevarte bien contigo misma, porque habrá un momento en el que estés completamente sola y tu serás tu propia salvación.

Adele asintió agradecida a Lidia y cogió de nuevo las manos de sus amigas.

–No puedes dejarte sola, porque donde tu estés va a estar ahí tu confianza. Porque aunque a veces este muy bien escondida siempre va a estar ahí, porque no estas sola. Eres tu propia amiga –terminó por decir Sophia.

Las tres amigas seguían sin sentir nada.

–Tenéis que creeros que sois de confianza, no unas extrañas. Tenéis que recibir a la confianza como si fuese una amiga –dijo Deborah, miró a las brujas esperando que algo surgiera en ellas.

Eli meditó en lo que estaban diciendo las chicas. Cayó en que tenían razón después de repasar algunas de sus conversaciones y experiencias. No sabía quien era ella, se había perdido así misma. Ya no sabía si era buena, amable y relajada o si era borde, irascible y violenta. Eli no sabía quien era, y tenía que encontrase así misma de nuevo. Cerró los ojos.

Heather empezó a hablar:

–No podéis desconfiar de vuestras habilidades. No podéis desconfiar de vosotras mismas. La falta de confianza hace que dudéis de vuestro poder, de lo que podéis hacer. Tenéis que aprender a confiar en vosotras antes de confiar en nadie más.

Dani cerró los ojos y se perdió en las palabras de Heather. La chica siempre se había encerrado en si misma y no dejaba a mucha gente pasar. ¿Y si al encerrarse había dejado fuera a su confianza? ¿A su amiga según Sophia? ¿Había dejado fuera la confianza? Ella no era de confiar en la gente tan fácilmente, sobretodo después de lo que ocurrió con Tyler y Thomas. ¿Y si le daba la llave a su confianza y la dejaba pasar? ¿Solo para hablar?

Eva seguía con los ojos abiertos observando a sus amigas que parecían demasiado absortas en sus pensamientos. Faltaba ella.

–Nosotras confiamos en vosotras –esta vez habló Melody, pero la chica solo le hablaba a Eva, el resto del mundo se había apagado, ahora solo estaban ellas dos en frente de cada una y Melody le dijo–: ¿Si nosotras confiamos en vosotras, por qué vosotras no?

Ese era el aviso de Eva. Cerró los ojos y suspiró. Esos dos últimos años para ella habían sido confusos y sobretodo desconfiados. Nunca había sido una chica demasiado confiada, pero lo que le estaba ocurriendo solo le hacía dudar cada vez más. Tenía que hacer paz con ella misma, tener una charla, porque como bien había dicho Melody, si las brujas de Pendle pueden confiar en ellas, que las conocieron hace un año. ¿Por qué la bruja de Samlesbury no podía confiar en ella misma? Ahí le estaban demostrado que si podían.

Abrió los ojos de sopetón cuando Lidia jadeó de dolor, había soltado la mano de Dani.

–¿Eso es fuego? –preguntó, señalando a Elizabeth que se dedicaba a probar su poder con la hierba.

Eva finalmente sonrió al sentir el cosquilleo recorriéndole las palmas de las manos. Su corazón se llenó de alegría y la adrenalina la invadió al completo. Se levantó de un salto e hizo levitar unos cuantos pétalos de margaritas que volaron sobre las cabezas de las chicas, haciéndolas reír.

Pero esa felicidad pronto desvaneció, porque escucharon la voz irritante de alguien bastante conocida las interrumpió:

–¡Os lo dije! ¡Nunca debimos confiar en Evangeline, Danielle y Elizabeth! ¡Una de las brujas decía su nombre! ¡Miradlas han hecho magia! ¡Están reteniendo a nuestras verdaderas amigas!

Una horda de hombres salieron de los arboles. Dirigiéndoles, en primera fila venía Samuel Parris. Un hombre bastante mayor, canoso y con unas cuantas arrugas, los mismos ojos negros endiablados que los de su hija.

Eli se giró hacía las brujas de Pendle.

–Quiero que corráis hasta la costurería, avisad a Tyler y a las descendientes de Salem y escapad. Idos por el espejo. ¡Avisad a Ona!

El secreto de las brujas de Salem | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora