LXXXIX. Nos vamos a Salem

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Dani le entregó la carta a Eva, y esta se la guardó en el bolsillo, decidieron ignorar el tema por el momento y centrarse en sus invitadas que las miraban expectantes.

–Está bien –dijo Eli, para entretener a las brujas de Pendle y hacer que se olvidasen de la escena anterior–. Vamos a montar esto. Tenemos un sofá que caben dos perfectamente, y creo que Lena tenía unos colchones por aquí... ¡Aja! –la chica abrió un armario y de este sacó varios colchones en el que tanto ella como sus amigos habían dormido cuando se quedaban en casa de Tyler–. Solíamos hacer muchas fiestas de pijamas.

Mientras los habitantes de Samlesbury montaban la habitación, Eva había ido a su casa y a la de sus amigas y había cogido ropa limpia para las chicas. Dani, Eli y los demás chicos se encargaron de montar la habitación y las brujas se duchaban. Estuvieron dispuestas a hablar aquella noche después de la cena.

–Nos llevaron al sótano de la familia Shepherd a mediados de febrero y llevamos ahí hasta hoy –explicó Sophia, a la vez hacía signos para que Adele se enterase, aunque la chica no la hacía demasiado caso, no quería volver a repetir aquellas experiencias–. Nos torturaron, nos llamaron locas, brujas y muchas atrocidades más. Nos daban comida una vez a la semana. Y con el agua fueron más generosos.

—Mi hermano...

Lidia no terminó la frase porque Eva se levantó de un salto del suelo y subió por la escalera seguida de Zed.

—¿Se los han dejado encerrados en la furgoneta? —preguntó Eli, mientras le daba un sorbó a su taza de café.

—Si —contestó Dani—. ¿Que ibas a decir de tu hermano, Lidia?

Lidia se encogió de hombros.

—Simplemente que ni el ni Donovan perdieron la memoria. Es más fueron de los que nos defendieron cuando nos llamaron locas —explicó la chica—. Puede que estuviesen actuando para no acabar como nosotras.

Dani miró a las seis brujas de Pendle. Lidia parecía haber sido la única con esperanza de salir de aquel lugar porque era la mejor que parecía estar, Sophia aún estaba un poco decaída, pero se dignaba a hablar, Adele no tenía su característica sonrisa en la cara y eso hacía del ambiente mucho más deprimente, Deborah no había hablado desde que salieron, pero parecía la que más había sufrido, Heather había dicho dos palabras, pero parecía que se comunicaba mejor con Ona y Melody ya se había relajado desde que salió del psiquiatra, aunque aún se asustaba por cada ruido y sus manos temblaban de vez en cuando.

Era deprimente verlas así, pensó Dani.

Eli sin embargo estaba preocupada por Tyler y la carta que había dejado atrás, quería que aquella reunión se terminase y pudiese ir a su casa y de camino debatir con Dani y Eva que hacer.

Parecía como si Dani y Eli se hubiesen cambiado los papeles.

Eva y Zed bajaron las escaleras, seguidos de Donovan y Christian, los cuales iban encadenados detrás de ellos. Y como los antiguos tiempos, Christian y Donovan fueron atados a unas sillas antiguas que había en la tienda. Nada más hacer eso, Lidia se levantó de su sitio y le dio un bofetón a su hermano, dejándole la mejilla roja.

–¡Lidia! –exclamó Eli, horrorizada.

–¿Por qué no nos ayudaste? ¡Eh! –le dio un puñetazo en el pecho–. ¡Por qué! ¡No! ¡Nos! ¡Ayudaste!

–Lidia, suficiente –dijo Eva, interponiéndose entre ella y su hermano–. Lidia no te recuerda...

–¡Despierta, Eva! –le gritó Lidia–. ¡Ha estado fingiendo! ¡Lo ha hecho todo este tiempo porque no quería sufrir el mismo destino que nosotras!

–Espera, que aún la liamos hoy –murmuró Dani, se acercó a donde estaba ocurriendo el conflicto.

Eva se giró hacía el chico, el cual ya no sabía que cara poner.

–¿Es cierto?

Asintió.

–A ver, a ver, a ver –dijo Eli–. ¿Lo que me queréis decir es que lo sabia y nos intento matar en el hospital por qué estaba actuando?

–Me voy –anunció Eva.

–Llévate a Eli, por favor –le pidió Jonathan.

Pero Eva ya estaba subiendo las escaleras cuando Eli, perdida en sus ataques de ira, se intentó abalanzar sobre Christian.

* * *

Eva regresó a su casa muy tarde, pero Clarence no le dio importancia, porque nunca le daba importancia a nada de lo que su hija hiciese. Y como Eva se esperaba, no estaba, seguramente estaría encerrada en su oficina en el ayuntamiento de Pendle, donde ella trabajaba. La chica subió a su habitación y se cambio la ropa que llevaba por otra más cómoda, del bolsillo de sus vaqueros se cayó la carta de Tyler.

La recogió y volvió a observar la letra del chico. Eva lo tenía que admitir, lo echaba de menos, dejó la carta encima de su mesilla y miró el techo de su habitación. Tyler estaba probablemente en Salem, con sus poderes.

Tuvo una cosa clara aquella noche, y era que tenía que ir Salem. Todas tenían que ir a Salem, se fue a acostar, durmió cinco horas y a las seis de la madrugada no aguantó más y se levantó, se vistió y corrió a la tienda de antigüedades. Cuando entró se encontró a Deborah sentada en un rincón, llorando. Llamó a Eli y a Dani antes de bajar y se sentó junto a Deborah.

–He tenido una pesadilla –dijo la chica.

Eva no dijo nada y la abrazó, porque sabía lo que ella estaba sintiendo, porque Eva ya lo había vivido.

Levantó la vista y vio a Christian observándola detenidamente, cuando Deborah se calmó, Eva fue encendiendo las luces del sótano, despertando a todas las chicas, se quejaron con ruidos extraños, seguidamente se dirigió hacía Christian y Donovan, les desató y les dio el permiso para irse, pero se quedaron ahí.

Dani bajó las escaleras, medio dormida, siendo empujada por Zed.

–¿Qué pasa? –preguntó la rubia–. ¿Donde esta Eli?

–Debe de estar de camino –contestó Eva, mientras rebuscaba en unas cajas.

–¿Has llamado a Jonathan? –preguntó de nuevo.

–Por favor, Eli y el son prácticamente algo –contestó Eva.

Dani abrió los ojos, sorprendida.

–¿Estas insinuando algo?

–Dani, ¿como no te has podido dar cuenta antes?

Y como dijo Eva minutos después Eli apareció junto a Jonathan bajando las escaleras, Eva les recibió con una caja de trajes antiguos.

–¿Qué es eso? –preguntó Jonathan, señalando la caja.

–Nos vamos a Salem.

El secreto de las brujas de Salem | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora