XCVI. Planes precipitados

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El resto del día se pasó en expediciones en Salem. Por la tarde salieron a buscar a alguna bruja, de alma caritativa que las ayudase a hacer un ritual o lo que tuviesen que hacer para que los poderes les fueran devueltos. Al final del día cuando regresaban en dirección a la costureria, abatidas, Heather y Lidia que eran las últimas del grupo se encontraron con Betty y Abigail. Ellas dos querían hablar, Lidia y Heather querían quitárselas de encima.

—¡Lidia, Heather! —las saludó la niña, detrás de ellas, venía corriendo sujetándose la falda para no tropezarse, sus trenzas botaban sobre su espalda. Abigail, sin embargo camina sin prisa—. ¡Que bien que nos volvamos a encontrar!

Lidia las miró con una expresión de disconformidad, Heather simplemente cerró los ojos y suspiró antes de girarse, estaba bastante cansada y esa chica solo la ponía aún más nerviosa. La niña las alcanzó jadeando y las sonrió.

—¡Que bien volvernos a ver, si! —exclamó Lidia con falsa alegría.

Heather intentó sonreír, pero sólo consiguió hacer una mueca rara.

—¿Qué os trae por aquí? —preguntó.

—Queríamos hablar con Evangeline y Danielle —Abigail había conseguido subir la cuesta finalmente, jadeante igual que su prima les proporcionó una sonrisa sincera a las dos brujas—. Hemos acusado a más brujas que hemos encontrado practicando magia negra. Son muy malas escondiéndose.

Lidia levantó una ceja y se quejó internamente. ¿Como era posible que esas dos estupidas consiguieran encontrar a las brujas y ellas no? pensó. Y encima las encarcelaba, cosa que hacía que la misión se retrasase aún más. Heather simplemente no podía creerse lo que la estaban contando.

—¿Y por qué querrían ir a ver a las brujas? —preguntó Heather—. Escapamos justo de eso.

Betty se encogió de hombros.

—Tituba, la primera bruja que acusamos pregunta por una tal Danielle y dice nombres diferentes —contestó—. Querrá echarlas un hechizo así que hay que tener cuidado.

Lidia asintió e hizo como si le importaba lo que le estaba diciendo, su amiga a su lado quería saber más sobre aquella Tituba.

—Mencionó un círculo de brujas, una triple alianza y unas cuantas cosas sin importancia más —continuo explicando La Niña—. ¡Las brujas están completamente locas! —ella y su prima estallaron en carcajadas.

Las dos amigas empezaron a cuestionar quien estaba realmente loca, si las brujas o ellas. También cuestionaron si sabían que eran brujas o simplemente querían divertirse encarcelando a mujeres y hombres.

—Y dime, Betty, ¿donde están exactamente?

La niña dejó de reír.

—En la prisión de Salem —explicó sin darle importancia—. Esta cerca de mi casa, así papi puede controlar a las brujas desde la comodidad. Son tan agitadoras, se las escucha gritar todas las noches, pidiendo libertad. Pero los monstruos como ellas no se la merecen.

Heather vió aquello como una oportunidad indispensable. Tenían que acercarse a las brujas, pero no podían levantar sospechas. Si el padre las vigilaba entrar por la noche no era una opción y por el día aún menos. Pero si entraba con su adorable, inocente y pequeña hija, nada malo podría pasar.

—¿Mañana os gustaría hacer algo con nosotras?

Lidia, que había estado ausente en la conversación giró la cabeza y la miró perpleja, pensando que su compañera se había vuelto loca. Empezó a negar disimuladamente con la cabeza, la chica dudaba, no podría aguantar ni 10 minutos cerca de Betty, no sabría una tarde.

—¿Como qué? —inquirió Abigail.

—Podríamos... —Heather pensó en algo que podrían hacer que estuviese cerca de la prision, entonces se le ocurrió un plan magnífico que podría funcionar—. Nos gustaría conocer a El Salvador de Salem.

Lidia se extrañó.

—¿El salvador? —preguntaron Lydia y Abigail, arrugando la nariz.

—Samuel Parris —contestó Heather, Lídia de dedicó a asentir, sin saber muy bien que planeaba la bruja—. El se ha encargado de encarcelarlas. Queremos agradecerle su osadía, su valor y su buen trabajo.

—Y que nos hayan acogido tan bien en Salem —añadió Lídia.

—Si.

Las dos primas se miraron encantadas, y asintieron. Pusieron hora al encuentro y Betty y Abigail desaparecieron colina abajo la mar de contentas por haber hecho nuevas amigas. Lidia y Heather corrieron colina arriba y entraron a la costureria, al entrar agitadas y despeinadas Gwendolyn y Estelle las miraron curiosas, pero no preguntaron nada. Corrieron escaleras arriba, tropezaron con Tyler el cual las siguió sigilosamente para espiar sus planes y las chicas entraron a la habitación. Estaban comiendo unos frutos secos que habían traído de Samlesbury.

—¿Donde estabais? —preguntó Eva, se acercó y cerró la puerta al completo, dejando a Tyler solo con la habilidad de escuchar lo que estaban haciendo.

—Tengo un plan —Heather les contó toda la historia y el plan que había planeado en tres minutos exactos, Lidia al final comprendió porque Heather había estado comportándose de esa manera, a todas les pareció un plan maginifico.

—Si sigues a este paso le quitarás el puesto de planeadora a Eva —bromeó Dani.

—No me vendría mal un descanso —siguió la mencionada.

Desde el otro lado de la puerta Tyler suspiró, cansado, pensando en que eso solo las metería en más problemas.

El secreto de las brujas de Salem | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora