11.- "Mi vida antes de ti" (P.o.v Duke)

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Desde que puedo recordar, he notado como las personas a mi alrededor me miran de una manera especial. Mi familia, mis vecinos, mis "amigos", mis compañeros de instituto, en fin, todo aquel que se ha cruzado en mi camino me ha dedicado esa mirada. Esto se debe a mi "singular" apariencia, o eso me han dicho, en particular, mis padres. La gran mayoría de las personas que he visto a mi alrededor comparten rasgos muy similares, tienen cabello negro o castaño, los ojos de color marrón o parecidos, por lo cual, mi apariencia resaltaba.

Mi cabello es rojo, como el fuego, como los atardeceres, etc., etc., son ejemplos que usan las personas que he conocido para describirlo. Mis ojos son de color azul claro, mi piel es demasiado blanca y delicada para mi gusto. Soy lo que llaman "un pelirrojo" natural, sin embargo, mis padres no lo son. A veces pensaba que era adoptado y que en cualquier momento me llevarían con mi verdadera familia, pero ellos siempre me afirmaron que no, que soy así por un gen recesivo.

A causa de mi genética, el sol le hace mucho daño a mi piel, por lo que debo usar protección solar todo el tiempo, no estar mucho bajo los fuertes rayos de sol y en ocasiones uso gorra, la cual me sirve también para ocultar mi cabello que es imán de miradas curiosas.

También, por mi peculiar apariencia, las personas, en especial las chicas, tienden a acercarse mucho a mí. Mis padres, desde que era pequeño, me han dicho que los hombres deben ser muy amables y educados con las mujeres, por lo que trato de ser todo un caballero con ellas, procuraba siempre ser atento y sonreírles lo más dulce posible, aunque no tuviera ganas de hacerlo, y muchas veces soportaba sus tonterías por la misma razón.

Aunque no hacía falta que fuera amable con ellas, ya que no emitía una sola palabra cuando ya las tenía cerca de mí, siendo ellas las amables y complacientes conmigo. Como no tenía que esforzarme por agradar a las niñas, dirigí mi amabilidad hacia los chicos, quienes, al ver que las chicas me preferían por encima de ellos, me miraban con recelo. Cuando les sonreía a los chicos se volvían muy dóciles, y mientras más palabras bonitas les dijera, más agradables eran conmigo.

En fin, podría decirse que era afortunado, tenía familia, muchos amigos y amigas, también tuve varias novias, todos con quienes trataba querían estar cerca de mí.

Yo no me sentía con fortuna, mis padres, desde que era pequeño, me habían educado para que fuera muy amable, respetuoso, ordenado, estudioso, simpático y bueno en todo lo posible, más que nada, en los estudios. Querían que fuera un niño perfecto, que aprendiera todo más rápido que los demás niños, así que me obligaban a tomar clases extras para ser más "inteligente", por lo que diversión era un concepto que conocía poco. Aunque podía presumir que tenía muchos "amigos" no podía divertirme tanto como quisiera con ellos, al tener que cumplir con un perfil tan riguroso impuesto por mis padres, tenía que comportarme como el niño perfecto que ellos deseaban como hijo.

Estaba rodeado de personas, pero al mismo tiempo sentía que no le importaba a nadie realmente. Solo me querían por mi exterior y por fingir ser bueno con ellas. Me sentía como un actor interpretando el papel de un príncipe cuando yo quería ser el villano o por qué no, el papel de princesa para que alguien me rescatara de esa situación tan fastidiosa. No podía mostrarme tal cual era, tenía que fingir y eso, conforme pasaba el tiempo, era cada vez más insoportable.

Un día me cansé de gastar mi energía en esa rutinaria y falsa vida, así que decidí hacer algo que me gustara, aunque nadie estuviera de acuerdo. Veía programas y revistas donde salían chicos deslizándose en patinetas, me pareció algo muy excitante y quise aprender a montar una, así que compré una patineta a escondidas de mis padres, ya que no me permitirían tener algo así, y me escapaba todas las tardes después de hacer mis deberes para practicar en un parque muy lejano de casa y de mi vecindario. Les mentía todos diciendo que estaría estudiando en la biblioteca, con una excusa así, nadie me molestaría.

Un día que parecía como cualquier otro, al llegar a ese parque, vi a lo lejos lo que podría decirse era una persona tendida en el suelo, de lejos, por el color de su cabello creí que se trataba de una persona anciana, pero al acercarme, vi que se trataba de una persona joven, un chico aparentemente de mi edad.

Tenía heridas en su rostro y brazos, por el aspecto de su ropa parecía que lo habían golpeado muy fuerte. Al ver lo mal herido que estaba, quise ayudarlo tendiéndole mi mano, pero no la aceptó, me miró directamente, pero no vi en su rostro esa expresión que todos me mostraban. A pesar de estar muy mal herido, se levantó del suelo sin mi ayuda y sin decirme nada, no trató de congraciarse conmigo. Era casi de mí misma altura, su apariencia era muy ruda y seria, podría decirse que parecía un delincuente juvenil. Jamás nadie había pasado así de mí, por lo que al ser ignorado de esa manera por esa extraña persona despertó mi interés.

Aunque podría tratarse de un chico peligroso dado su aspecto, lo seguí intentando acercarme a él, para tratar de sacarle algo a esa rígida y altiva persona. Por fin, con uno de mis comentarios, pude lograr que hiciera una cara menos dura, una cara algo tímida y confusa.

- «Este chico es muy interesante» -- pensé

Me di cuenta que era alguien muy diferente a mí, y eso me intrigaba, quería conocer más de él. Era solo un par de centímetros más alto que yo, notablemente más fuerte, hablaba poco y con un tono uniforme. Aunque estaba mal herido, en ningún momento lo escuché quejarse de dolor o derramar alguna lagrima, ese aire de misterio que lo rodeaba me parecía muy fascinante.

- «Es muy cool» -- pensé al sonreírle.

Parecía ser una persona agresiva, me sorprendió mucho descubrir que su aspecto y su forma de ser no coincidían. Se trataba de alguien, que percibí, muy solitario. Con cada palabra que le decía o con cada movimiento que realizaba, sentí lo mucho que lo inquietaba, me gustaba la sensación que me provocaba al destruir su severa fachada. Fue la primera persona con la que pude ser yo mismo, sin filtros, sin máscaras, por un breve lapso de tiempo, aun así, eso me hizo sentir muy feliz.

Desde ese día, mis ganas por salir de la rutina e ir a ese parque dejaron de ser por el motivo inicial. Practicar con la patineta se convirtió tan solo en un pretexto para ver a ese chico que había cautivado mi atención.

Recuérdame: más que una historia de amor [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora