¡Sorpresa!

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Los chicos se encontraban en Grimmauld Place. Hermione había viajado en el autobús noctambulo desde Hogsmeade hasta Londres para pasar las fiestas con sus amigos y con el señor Weasley que aun se encontraba convaleciente en su cama de San Mungo. Los chicos habían decidido visitar al patriarca de la familia Weasley en el día de navidad. La escolta original de los chicos serían Bill, Ojo Loco y la joven auror Tonks aunque de ultimo minuto el mayor de los pelirrojos decidió quedarse atrás y Dumbledore decidió que fuere Remus en su lugar. Bill no podía dejar de pensar en su chica que estaba a kilómetros de distancia. Aquella mañana antes de que todos se prepararan para visitar a su padre en el hospital, el mayor de los hijos Weasley había pasado a verle justo después de salir de una guardia en el ministerio encargado por la orden del fénix. Al llegar, se encontró con su padre sonriente mientras un medimago le cocía las heridas al estilo muggle. Sin prestarle mucha importancia a este asunto, Bill comenzó a hablar con su padre, nunca en sus años de vida le había pedido algún consejo sobre mujeres. El señor Weasley estaba encantado escuchándole.

- Hijo ¿estas seguro?

- Si papá se que parece precipitado pero cuando estoy con ella me siento completo, extraño su sonrisa, su particular aroma, su acento afrancesado, sus ocurrencias. No te voy a negar que al principio me molestaba su actitud pero con el tiempo simplemente me enamoré.

Bill le pedía consejos a su padre sin saber que alguien más le escuchaba en aquel momento.

- Yo siempre he dicho que uno debe hacer lo que le dicta el corazón, además, las cosas hechas con y por amor son indestructibles.

Bill y el señor Weasley voltearon a mirar hacia la puerta donde un sonriente Albus Dumbledore entraba a la habitación. - William, creo que tu lugar en este momento está en París. ¿no lo crees Arthur?.

Bill mira incrédulo a ambos magos que se encontraban con el y al medimago que se hacía el que no escuchaba nada mientras terminaba de vendar al señor Weasley.

- Estoy completamente de acuerdo con Dumbledore. Si eso es lo que te dicta el corazón debes hacerlo, te veo muy seguro y decidido, tu lugar es al lado de esa chica de la que me hablas y a la que ya quiero conocer.

- Pero ¿y la familia? ¿y la orden?. Se supone que hoy debo escoltar a los chicos para que vengan a visitarte y en la noche tengo turno de nuevo en el ministerio.

- Por eso no te preocupes, estoy seguro que Mundungus o Kingsley podrán cubrirte en la noche y se que Remus estará encantado de venir con Harry.

Al otro lado del canal, Fleur no podía conciliar el sueño, había pasado hasta altas horas de la noche compartiendo con su familia y hacía apenas una hora se habían ido a la cama. La rubia miraba por la ventana hacia la profundidad que la vista le permitía. Sabia que esos reflejos de luces del fondo eran del centro histórico de París y se imaginaba caminando con su novio por aquellos lugares. La pasada noche les había hablado de el a sus padres después de que le acosaran con preguntas al verla distraída y con la cabeza en otro lugar. El señor y la señora Delacour estaban escépticos sobre el novio británico de su hija pues las experiencias anteriores les habían enseñado que los chicos siempre se dejaban seducir por el poder de Veela de Fleur y todo era pasajero, aun así, querían conocerlo.

Fleur suspiraba mientras pensaba en escribirle a su chico y su hermana extrañamente roncaba de una manera graciosa en su cama. Ambas estaban compartiendo habitación para poder hablar hasta mas tarde y hablar a escondidas de sus padres. En la mañana habían quedado de visitar la calle mágica de Nice, comprar algunas cosas que Gabrielle aun necesitaba para la escuela y de paso encontrar con algunos conocidos de Beauxbatons, en esta ciudad era a donde acostumbraban a ir los estudiantes y profesores en los días de fiesta. El equivalente francés a Hogsmeade aunque en medio de muggles.

Bill y Fleur, hechos el uno para la otra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora