Bill y Fleur, hechos el uno para la otra.

Regreso a casa

Habían pasado dos noches desde aquella celebración de compromiso. Los dos enamorados se preparaban para volver a Londres. Ahora que tenían un compromiso Bill deseaba regresar a su casa para anunciar la buena nueva antes de la noche vieja. Habían decidido regresar en diferentes momentos. Ambos querían terminar las fiestas con sus respectivas familias. La travesura en el monumento emblemático de París había sido mejor de lo que pensaba.

A la mañana siguiente decidieron caminar por el centro y realizar algunas compras. Bill quería algunos presentes para Ginny y su madre y Fleur solo quería acompañarle. Debían volver a la realidad de la Orden del Fénix y de la situación con el que no debe ser nombrado.

- Wingardium leviosa. Pensó Bill mientras hacía levitar algunas de las compras que había realizado aquella tarde hasta una maleta. Esta vez no le había enviado regalos a su familia y había aprovechado su estancia en París. - Reducio. Listo había logrado encoger su maleta para que le cupiera en el bolsillo. Ahora debía hacer la parte más difícil. Despedirse de Fleur.

En Londres la familia celebraba unas extrañas navidades. EL señor Weasley se encontraba por salir del San Mungo después de su extraño ataque por una serpiente. Sirius estaba feliz de poder convivir con su ahijado aquellas fiestas y los chicos en general descansaban del mandato de Umbridge. La suma inquisidora aun no sabía cómo habían logrado salir Potter y los Weasley de Hogwarts en sus narices. A Dolores Umbridge no se le podía escapar ningún detalle. Harry por su parte acababa de recibir una amarga noticia.

El profesor Dumbledore le había pedido a Snape que le enseñara oclumancia. Lo que sea que fuera eso. Para Harry significaba más horas extras con Snape y eso no le agradaba en absoluto.

Aquella mañana mientras Molly Weasley se encontraba en el hospital recibiendo a su esposo que era dado de alta, lo chicos departían en la cocina de Grimmauld Place con Sirius y Tonks. Jugaban cartas, se reían de las metamorfosis de la bruja y en general esperaban la llegada del patriarca de la familia. En cierto momento el timbre de la puerta sonó y la mamá de Sirius comenzó con su perorata. Era Bill que acababa de llegar.

Todos los chicos se pusieron muy alegre de verlo, sobre todo Ginny.

- ¿Bill donde estabas? ¡Me hiciste falta en navidad!

- ¡Enana! Estaba en París, tengo noticias que contarles.

El señor Weasley miró a su hijo sonriendo y sin articular palabra realizó la pregunta que tenía en mente y que su hijo levemente contestó con un asentimiento del rostro. Ambos sonrieron y siguieron los saludos. Ginny no se desprendía de su hermano favorito mientras este le entregaba los presentes. No fue sino hasta que Ginny volvió a preguntar que Bill recordó lo sucedido la noche anterior en París. En su cara apareció una sonrisa y en su mente se re vivieron las imágenes.