Ou mon amour

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Era lunes, el famoso Big Ben de Londres sonaba a lo lejos dando cinco campanasos. Bill por costumbre se acababa de despertar. Desde que estaba en Egipto se levantaba a las cinco de la mañana para realizar algunos ejercicios muggles, después bañarse, arreglarse, hacer su desayuno y como todo buen Weasley, salir a buscar un segundo desayuno en algún restaurante o en la casa de su madre.

Aquella mañana era un poco diferente, la noche anterior la había pasado de maravilla caminando junto a Fleur, esa rubia que en un principio decía odiar y con la cual se había besado en la noche anterior. Bill se levantó del sofá en que dormía y con mucho cuidado comenzó sus ejercicios previos, utilizó un hechizo para insonorizar la sala, no quería despertar a la rubia que tan hermosamente según su parecer dormía en la habitación contigua.

Terminó los ejercicios y se dispuso a preparar el desayuno, buscó en la cocina de la casa y encontró algunas frutas y mucho cereal, se notaba que la francesa en ese sentido era como las demás chicas de su tipo, cuidaban su figura desde la alimentación. Utilizando magia cortó y preparo el desayuno, lo sirvió y lo dejó preparado y tapado en la mesa listo para que Fleur lo tomara, decidió tomar el suyo rápidamente y salir hasta su casa, debía bañarse, arreglarse y como todos los días llegar temprano al trabajo, no sin antes conjurar un pergamino y una pluma donde le dejó una nota a la francesa.

La noche anterior, Fleur se había atrevido a besar a Bill, el pelirrojo fue tomado por sorpresa por esta acción, más aun cuando la hermosa chica lo invito a quedarse en su casa. Al principio el mayor de los hijos Weasley había rechazado la oferta pues no lo creía correcto, desafortunadamente para el, Fleur utilizó la característica técnica femenina de hacer un puchero y Bill quedó completamente desarmado en argumentos. Terminó aceptando la propuesta con la condición de que se quedaba a dormir en el sofá y en que no debían trasnochar pues tenían que trabajar. Fleur aceptó la condición, lo único que quería era compañía, compañía de Bill, sabía que los días siguientes serian difíciles pues debían guardar las distancias.

Fleur se despertó un poco después de lo que normalmente acostumbraba, había pasado la noche en blanco y eso no era normal desde el año anterior. Fleur al igual que Harry Potter, solía tener pesadillas sobre sucesos en el torneo de los tres magos, siempre veía como era atacada en el lago negro por una criatura desconocida o de la nada era aturdida por un hechizo en el laberinto y sentía miedo. Soñaba viendo el cuerpo inerte de Cedric en el césped. Aquella noche había sido una excepción, cuando se fue a la cama se había sentido segura. Por alguna razón, saber que Bill se encontraba a escasos metros de su puerta le había ayudado a dormir en paz durante toda la noche.

Poco a poco la rubia se fue levantando de la cama, estaba recordando con una sonrisa todo lo sucedido el día anterior. Como había ido a disculparse con Bill, como sus planes habían sido interrumpidos por un mensaje de Kingsley, como había recibido lecciones de encantamiento patronus y sobre todo, lo nerviosa que se había sentido sabiendo que Bill la observaba. Lo que más le hizo sonreír fue cuando recordó como dejando fluir sus impulsos había besado al pelirrojo en el marco de su propia puerta y como lo había invitado a quedarse, recordó como después de varios minutos rogándole para que pasara Bill había aceptado y como muy caballerosa y educadamente había sugerido dormir en el sofá, esta ultima actitud hasta ese momento desconocida del pelirrojo solo había logrado que la joven francesa se enamorara un poco más del mayor de los Weasley. Era la primera vez que era rechazada por un hombre y más aun de una forma tan caballerosa. Ninguno de sus ex parejas había podido negarse a esa petición así al final ella solo estuviera buscando compañía y seguridad en vez de aventuras y romances.

Fleur recordó como se sentó junto a Bill en el sofá y comenzaron a hablar de nada y de todo, era una experiencia que ella nunca había vivido. Recordó como con el pasar de los minutos a Bill se le ocurrió jugar un juego que ayudaría a Fleur con las palabras en ingles. También recordó como mientras el pelirrojo le explicaba las reglas del juego sintió de nuevo el impulso de besarlo y lo hizo. Esta vez el no había sido tomado por sorpresa y correspondió el beso. Recordó como durante una hora hablaron, rieron, intentaron jugar y al final simplemente se habían besado largo rato y después por iniciativa del pelirrojo se habían ido a dormir.

Bill y Fleur, hechos el uno para la otra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora