Miradas lascivas

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Fleur aun un poco sonrojada tomaba el desayuno junto a Bill en la mesa. Ni ella misma sabía que su cara podía adquirir un color cobrizo parecido al cabello del hijo mayor del matrimonio Weasley que comía el emparedado y los huevos al frente suyo. No se dirigían la palabra pero eran incapaces de dejar de mirarse. Incapaces como en una batalla en la que se pierde por bajar la mirada. Ya casi terminaban todo lo que había en sus platos, Bill tomó la iniciativa y rompió el hielo que cubría de frio el apartamento y que ninguno de los dos era capaz de sentir, debido al inmenso calor que emanaba de sus cuerpos. - ¿Pasaste buena noche? - Tampoco era mucho lo que Bill podía hacer después de lo que acababa de suceder en su casa.

- Non, digo no, te espegue en el sofa y pog gatos me despegtaba. - Fleur aun recordaba lo que hace no mas de treinta minutos había sucedido. En su mente aun se repetía todo en cámara lenta y era incapaz de sacar de sus pensamientos la cara que hizo Bill.

Bill se tropezó con un asiento y mientras se agachaba a recogerlo sin usar su varita. Fleur se acercó a la sala armada de su varita y vestida unicamente por su toalla que minutos antes había enrollado con un encantamiento al rededor de su esbelto cuerpo. El pelirrojo levantó su vista y la vio caminando en su dirección, con su figura marcada por la toalla que apenas le cubría su pecho y un poco mas abajo de su cintura, con el cabello rubio húmedo pero peinado gracias a sus cualidades de veela. Fleur se detuvo por la sorpresa de ver a Bill e instintivamente trato sin mucho cuidado de verificar el nudo de su toalla en el costado derecho haciendo que esta cayera de su cuerpo, dejando su figura completamente expuesta al azul de los ojos del pelirrojo que por primera vez fue incapaz de dejar de mirar. Cayó un silencio pétreo entre ambos, los ojos azules se abrían más y más, sin parpadear, sin mirar hacía otro lugar, era imposible por lo hipnotizante de la situación. Fleur era incapaz de moverse, su subconciente le decía que moviera sus manos e intentara tapar su pecho y su pubis pero era incapaz de hacerlo. Sus pensamientos conscientes intentaban descifrar la mirada lasciva del pelirrojo y a su vez intentaban hallar una salida para esa situación.

Fleur vio como lentamente Bill levantó su varita y sin pronunciar hechizo alguno la toalla se levantó del suelo y volvió a enredarse al rededor de la chica. Bill había tenido un momento de cordura en el que el caballero que se caracterizaba por ser había regresado. - Yo. Lo siento Fleur. - Bill se dio la vuelta y se tapó sus cara en señal de pena y de respeto aunque era consciente que era más que tarde, había tardado dos minutos en reaccionar y se sentía la peor escoria del mundo. La rubia reaccionó y de media vuelta volvió a la habitación donde se vistió con la ropa que había alistado un poco antes. Se armó de valor y salió a la sala donde fue recibida por Bill sirviendo su ración de desayuno y colocando las compras en la nevera. Con otro movimiento de varita los platos volaron hasta la mesa y se posaron al lado de los de la chica que fueron calentados por otro encantamiento y usando su mano la convidó a sentarse.

- Lo siento, debí avisar que me demoraba pero me entretuve con mi papa y mi familia

- No pasa nada yo lo entiendo pegfegtamente.

- Gracias por el desayuno, de verdad está delicioso.

- No hay de que.

La tensión era aun la dominante en el ambiente aunque se notaba que caía lentamente. - Perdón por no voltearme después de tu pequeño accidente de hace un rato, me tomaste desprevenido. - Bill sentía que debía tocar el tema y terminarlo lo antes posible.

- O, yo debí seg más gapida y mas precavida. - Respondió la rubia.

- De todas formas yo debí actuar de una forma mas caballerosa. Para ser sincero, fui incapaz de apartar mi mirada, me costo mucho reaccionar y lo primero que se me ocurrió fue poner tu cuerpo en cubierto para poder pensar mejor. - Bill se maldijo por lo que acababa de decir pues lo había dicho sin pensar. Fleur sonrió ante este comentario y con un movimiento de su varita hizo que los platos volaran al lavadero. Le fue imposible ocultar su sonrisa como a Bill le fue imposible no notarla.

Bill y Fleur, hechos el uno para la otra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora