Perfect

Only you

Looking from a window above
It's like a story of love
Can you hear me?
Came back only yesterday
I'm moving further away
Want you near me

Maratón 4 de 5

Mayo, 1996

Camila

Los amaneceres se habían vuelto mi única forma de protección frente a las sombras que los recuerdos dibujaban cada vez que intentaba tocar la cama ó hacía el más mínimo acto de querer dormir. Es por esto que prefería estar envuelta bajo la rigurosidad que existían tras las fichas clínicas, miles de pacientes y momentos donde mi mente no podía evocar recuerdos sino que simplemente dejaba que mi parte inteligente diera vueltas sobre mis conocimientos médicos y lograra realizar mi trabajo de la forma correcta.

Suspiré sintiendo como los tenues rayos del sol comenzaban a aparecer para darle vida a aquella mañana de un verano que de a poco comenzaba a iluminar las vidas de todo el mundo, cerré mis párpados mientras sentía como mis lágrimas estaban librando esa batalla diaria que se atrevían a realizar contra mi voluntad y que no tenían ningún tipo de misericordia hacia mí porque siempre perdía ante mis propios demonios.

Hoy era uno de esos días donde mis noches seguían siendo oscuras aunque el amanecer estuviera presente, hoy era uno de los tantos días de mi calendario donde tenía tantas ganas de morir y ya no seguir con el sufrimiento que me ofrecía cada día levantarme sin la parte más importante de mi vida.

Golpeé varias veces el manubrio de mi auto sintiendo como las lágrimas desgarraban cada parte de mi ser de una forma que tan bien conocía pero que no podía apartar de mí, hoy era uno de esos tantos días donde solo deseaba acostarlo en mi regazo y decirle que todo iría bien.

Hoy era de esos días donde lo necesitaba a mi lado para saber que mi vida no era la mierda a la cuál estaba hundida todos los días desde que él se había ido.

Sin embargo, hoy era también uno de esos días donde al destino no le importaba mi vida y mis deseos no se cumplían.

Los minutos seguían pasando en mi viejo auto mientras mis lágrimas agotaban los últimos residuos de mi intento de seguir adelante, desde que André había muerto todo el mundo me daba reflexiones sobre como debería terminar con el dolor, las palabras de ánimos fueron lo único que escuché por casi un mes y los consejos de personas que no tenían ni la más mínima idea de que es perder a un hijo se hacían presentes tratando de quitar mi pena cuando lo único que hacían eran aumentar mis ganas de partirles la cara.

Mi odio hacia esas personas llegó a tal punto que ni siquiera me esforzaba por evocar alguna respuesta frente a sus palabra sino que solo los ignoraba deseando estar sola y poder mi pena como a mí me pareciera mejor. Tal vez mi parte simpática también se había ido aquella noche donde André dejó de estar presente en mi vida.

Volví a suspirar envuelta entre el pequeño calor que los rayos del sol comenzaban a dibujar en las calles de la ciudad y como el amanecer era la única imagen presente a éstas horas devolviéndole la vida que la noche le había restado a todos los alrededores, posé mis manos sobre mis párpados en un intento de que mis lágrimas dejaran de cegar mi vista y ante aquella fracción de segundo donde pude volver a la realidad me di cuenta de que aquel viejo Peugeot 205 en color azul que Thiago utilizaba como suyo estaba saliendo del garaje.

Fruncí el ceño ante ello ya que era lo suficientemente temprano como para que él fuese a alguna parte como también tenía entendido que hoy no tenía turnos ni tampoco algún tipo de compromiso con el hospital, seguí observando como éste se dirigía al final de la calle y aunque sabía que no valía la pena que desconfiara de él, simplemente la curiosidad fue aún más fuerte haciéndome que prendiera el auto y comenzara a seguirlo durante casi veinte minutos donde nos dirigíamos a una parte de la ciudad que no conocía ni menos podía comprender la razón por la cuál él se encontraba viajando por casi media hora para llegar a un conjunto de departamentos que habían visto días mejores y que se ubicaban en una zona totalmente difícil.