Between the bars

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Drink up with me now and forget all about
The pressure of days, do what I say
And I'll make you okay and drive them away
The images stuck in your head.

Maratón fin de semana 2 de 4

Camila

La lluvia se hizo cargo de pintar de colores llenos de tragedia aquella noche, sin embargo, aquello no fue compatible con la imagen feliz que teníamos en mi auto mientras nos dirigíamos a ese restaurante que quedaba a solo unas cuadras de mi casa y que seguramente vendían las mejores hamburguesas de todo el estado. Lo había encontrado hace un par de años por casualidad cuando Thiago y André se quejaban a cada minuto después de un largo viaje de que deseaban comer cualquier cosa y el único restaurante que estaba abierto a las dos de la mañana fue éste donde llegamos como tres extraños y nos volvimos clientes recurrentes que iban de una a dos veces a la semana, sin embargo, desde lo que había sucedido yo había dejado esa rutina y había olvidado el lugar hasta que pude ver como una sonrisa llena de inocencia llenó el rostro de aquella pelinegra entre las sombras de los reflectores y todo lo que venía después del triunfo de esa tarde.

Lauren me parecía una chica hermosa, algo perdida en el camino pero más que nada me producía una pena que no podía explicar al ver como ella podía estar sola por la vida intentando ganar todas esas batallas internas que nos dejaba el destino cuando alguien decidía partir. Me parecía sumamente injusto que ella fuese presa de toda la presión que llegaba después de la muerte y que no pudiera combatirlo con nadie sino que buscara respuestas a través de sus equivocaciones a sabiendas de que nadie estaría ahí cuando ella cayese.

No podía ni siquiera imaginar que tipo de padres podían permitir que su hija viviera de esa manera, sin embargo, aunque no pudiese imaginarlo si podía hacer algo para cambiar al menos un poco de la soledad presente en esos ojos verdes que intentaban volver a tener vida pero que no podían hacerlo solos.

Siempre tienes a Elvis —mencionó quitándome de mis pensamientos mientras jailhouse rock sonaba de fondo, asentí con una breve sonrisa hacia su pregunta —Me gusta —murmuró cantando una parte de la canción lo cuál me hizo reír porque se equivocaba en dos de cada tres palabras pero a pesar de eso, sonaba lleno de ternura de su parte.

Pensé que los adolescentes ya ni siquiera sabían el legado musical del rey —contesté enarcando la ceja y ella ladeó la cabeza divertida.

Elvis me recuerda a cuando era niña y vestía vestidos de princesa casi todos los días —agregó dejándome sorprendida por aquel comentario y no pude no mirarla contrariada —Sí, en algún momento fui esa niña que todos los padres desean vestir con coronas y varitas mágicas —argumentó rodando los ojos y yo solo me limité a sonreír pensando en la niña adorable que seguramente debió haber sido hace una década atrás y sentí como mi corazón se encogió al pensar en que esa niña ya no estaba presente y solo era una adulta envuelta entre los problemas de las tardes invernales y las noches sin dormir viendo como la vida pasaba.

Era triste como sin pensarlo, de un momento a otro dejábamos aquella vida inocente lleno de sueños para trasladarnos a un mundo donde la inocencia era destruida hasta el punto de que debía desaparecer sin dejar algún tipo de seña.

Debiste ser adorable —refuté y ella asintió animada.

Lo era —concretó orgullosa por eso antes de suspirar en el vidrio del copiloto —Gracias por esto —comentó cambiando de tema —Realmente hiciste mi día —musitó con una timidez que volvió a hacerme sentir de una forma que jamás había experimentado, el semáforo en rojo me dio la oportunidad de pasar mi mano sobre la suya y darle una sonrisa que solo llevaba su nombre.

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