Talk to me softly
There's something in your eyes
Don't hang your head in sorrow
And please don't cry
I know how you feel inside I've
I've been there before
Somethin's changin' inside you
And don't you knowJunio 1996
—Es la tercera noche que no apareces Camila —sugirió Thiago mientras arreglaba mi uniforme para otra noche de turno —Creo que 72 horas en una semana es tiempo suficiente para que decidas estar en casa —añadió mientras su ceño fruncido era lo único que podía ver reflejado en el espejo que teníamos en la habitación.
A pesar de que su voz era constante y podía identificarla a la perfección, su imagen era algo borrosa entre medio de los pensamientos que carcomían mi cerebro diariamente. Atrás habían quedado esos momentos donde buscaba instintivamente sus brazos cuando la tristeza, la rabia ó la decepción aparecían, no obstante, más atrás de eso quedaba los momentos placenteros donde deseaba llegar a casa.
Esos días habían quedado atrás y de cierta forma maldecía al día por no tener más horas en las que podía ocultar mis recuerdos y pensamientos entre medio de fichas clínicas y la adrenalina pura. No había final de turno en donde no quisiera quedarme para no sentir la angustia de no saber que hacer cada vez que podía divisar la calle donde estaba ubicada nuestra casa.
Mi pecho dolía cuando estaba a solo unas calles mientras que las lágrimas me atestaban con cada paso que daba para acercarme a ella, el dolor se profundizaba apenas abría la puerta y mis más grandes miedos me ganaban la batalla cada vez que me daba cuenta de que la vida perfecta que había tenido hace tan solo unos meses, se había extinguido.
—¡Es mi trabajo!—grité frustrada ante sus constantes reclamos porque prefería pasar mis noches siendo útil para salvar vidas que siendo consumida por una pena compartida que simplemente me atormentaba a cada segundo de mi vida.
Thiago suspiró antes de intentar acercarse a mí con un gesto sumiso de comprensión, no obstante, estaba cansada de todo y sentía que cada palabra que nos dirigíamos era solo un paso más hacia un abismo del cuál no podríamos salir en algún momento.
—Lo sé, pero pueden conseguir a otra pediatra —exclamó furioso ante el hecho de que había rechazado la bandera blanca que él había puesto en nuestra conversación —No puedes hacer todos los turnos de la semana, Camila —dijo mientras la rabia nos daba ese combustible de vida que unía nuestra relación, ahora todo se trataba sobre eso, discusión tras discusión era la única forma en que nuestras palabras salían y también la forma que habíamso escogido para socabar las imperfecciones que se bordaban en nuestra piel y nuestra alma.
—Yo no critico tu trabajo—comenté exasperada tomando mi cabello en una coleta mientras él intentaba seguir con una discusión que no tenía pie ni cabeza, era totalmente libre de hacer con mi vida lo que deseara y si quería quedarme trabajando hasta que mis manos se cayeran lo haría sin tener que considerar su opinión —Además se me hace tarde Thiago —sentencié tomando mi bolso y dirigiéndome hacia la puerta de nuestra habitación, él sostuvo mi brazo para detenerme mientras sus ojos pardos se oscurecían ante la rabia, atrás habían quedado los momentos en donde podía ver amor puro en su mirada como también había quedado en el olvido ese brillo que él halagaba de mi rostro.
Ambos éramos estrellas fugaces que habían muerto en medio de la penumbra de una noche cualquiera.
—Si sales por esa puerta, juro que pediré el divorcio —me amenazó intentando solucionar la situación, sin embargo, aquel acto solamente la complicó aún más y alimentada por la rabia interior que sentía hacia todo simplemente suspiré soltándome de su agarre a sabiendas de que ocurriría si salía por esa puerta.
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Perfect
RandomFue en aquel momento cuando el tiempo se detuvo y las manecillas del reloj no se atrevieron a seguir girando, cuando me di cuenta de que la perfección no estaba en sus ojos, ni tampoco en la curva más bonita que tenía, ni tampoco estaba en su mirada...