Mi buen amor

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Hay amores que se esfuman con los años
Hay amores que su llama sigue viva
Los inciertos, que son rosa y son espina
Y hay amores de los buenos, como tú
Hay amores que se siembran y florecen
Hay amores que terminan en sequía
Los que traen desengaños en la vida
Y hay amores de los buenos, como tú

Maratón 3 de 5

Lauren

—Creo que estás confundida —fue la única respuesta que obtuve detrás de esos ojos castaños que miraban nerviosos como si simplemente no supieran que decir, yo suspiré negando porque estaba segura de lo que sentía, no obstante, aquellos segundos de valentía arrebatadora se diluyeron entre medio de la lluvia mientras sus palabras seguían saliendo vacías entre el vaivén de sus labios —Lauren —antes de que pudiera decir algo me atreví a callar sus pensamientos por unos minutos negando lo que había dicho a pesar de que quería dejar salir mis lágrimas en aquel momento solo no lo hice y me mantuve fuerte ante ello.

—No te lo he dicho para que me des explicaciones, ni siquiera yo las tengo para justificar lo que siento —inquirí encogiéndome de hombros antes de absorber todas las dudas que contemplaban en mi cabeza —No quiero que te llenes de excusas, está bien — finalicé la conversación restándole importancia mientras Camila prefería esa opción donde ninguna de las dos se atrevía a decir nada pero yo sabía que sus ojos delataban mucho más de lo que sus palabras podían reproducir al igual que los míos no dejaban de mirarla con la misma admiración que habían alabado desde un principio.

El silencio carcomió nuestros corazones mientras entrábamos a aquel lugar que se encontraba con trece puestos ocupados, Diana nos miró con una sonrisa impregnante al notar que ambas habíamos comenzado a regresar a terapia, no obstante, ninguna de las dos fuer capaz de decir algo más allá de lo que nuestras miradas tímidas lograban decir con ojos oscuros llenos de preguntas y mis ojos verdes llenos de respuestas que iban más allá de las que alguna vez había creído reales, ambos se juntaban para demostrar que a veces la incertidumbre puede ser el sentimiento más aniquilador que puede existir.

Viví toda mi infancia viendo como el mar era capaz de llevarse la arena de la playa con cada una de sus olas —comenzó una chica que no había visto antes en el grupo pero que tenía un gran tatuaje de dragón en su brazo izquierdo lo cuál captó mi atención de inmediato al igual que los piercings que tenía en la nariz y en la ceja. Llevaba un vestido negro que ayudaba a darle un poco de profundidad a sus ojos celestes los cuáles se mostraban como dos cristales rotos presos entre las lágrimas. No debía tener más de quince años por la juventud que aún penetraba su rostro lo cuál solo me hacía pensar en lo injusta que podía ser la vida para muchas personas demostrándoles lo horrible que podía ser desde antes de que pudieran ser conscientes de lo que significaba estar vivo—Siempre pensé que el mar era capaz de llevarse todos los problemas al igual que lo hacía con la arena del mar todos los días —sentenció con una tímida sonrisa mientras sus lágrimas seguían adornando sus mejillas — Mi padre solía abusar de mí física y mentalmente casi todas las noches mientras las olas del mar era el único sonido que lograba que pudiese llegar a dormir luego de sus constantes golpes y violaciones — la respiración se me cortó ante esa declaración mientras ella se encontraba ahí con la timidez y la gallardía de contar su historia —Mi mayor sueño a los ocho años es que algún día el mar fuese capaz de llevarme y no devolverme más —concretó tragando saliva mientras el silencio que imponíamos todos los que estábamos presentes era palpable, todos sabíamos lo doloroso y fuerte que era contar lo que atormentaban a nuestras mentes por lo cuál nadie se atrevía a hacer algún tipo de comentario cuando era el turno de uno de nosotros —A los diez años mi mayor sueño era querer morir — complementó mientras todo su cuerpo temblaba ante su confesión — No había día en donde no existiesen gritos de su parte ni tampoco noche donde no quisiera jugar conmigo en su habitación —comentó asqueada ante ello dejando que sus palabras adquirieran algún tipo de voz que seguramente nadie podía entender sino había estado en su situación — Lo denuncié tantas veces que ni siquiera las recuerdo, la última vez que lo hice él me dio una golpiza que me llevó a urgencias y estuve tres semanas hospitalizada pero aún así nadie creía que él pudiese hacerme tal cosas. Algunas personas hasta argumentaban que yo simplemente exageraba con lo que estaba sucediendo porque él era un excelente actor — afirmó mientras sus manos temblaban al igual que sus palabras, pude notar como apretaba sus muñecas hasta que sus dedos comenzaron a moverse nerviosos entre las palmas de sus manos. Sus lágrimas seguían cayendo desatando cientos de océanos que seguramente ella había ocultado durante mucho tiempo — Un día quemé por error su cena —manifestó tartamudeando un poco frente a las palpitaciones que recibía su pecho al subir y bajar de una forma abrupta —Él se quitó el cinturón y comenzó a gritarme como solía hacer cuando hacía las cosas mal —sentenció tragando saliva antes de que sus manos comenzaran a pasar por el borde de su vestido dejándola sin voz por unos minutos que parecieron eternos —Para luego comenzar a golpearme con la parte de la hebilla mientras me obligaba a contar cada uno de los golpes que me daba —para ese momento varios de nosotros ya teníamos lágrimas invadiendo nuestras miradas frente al recuerdo, Camila suspiró tomando la opción de salir un momento afuera dejando que sus propios miedos recayeran ante esa confesión. Yo me encontraba escuchando sintiendo como mi corazón se encogía frente a cada palabra y las lágrimas delataban como mi alma se sentía destruida ante lo que había pasado aquella chica —Llegó hasta el sesenta y cinco — comentó apresuradamente antes de quitar sus lágrimas —Luego me obligó a ir a su habitación y a que no gritara como me pedía cada noche —sugirió rompiéndose en miles de pedazos cada una de sus palabras —Cuando él finalmente cayó rendido en la cama yo —la chica se quedó sin palabras en un intento fallido de que sus palabras lograran salir hasta que finalmente suspiró ante ello —Yo no quise hacerlo — concretó dejando que los océanos de sus lágrimas se extendieran en cada uno de nosotros —Pero no tuve otra opción — concluyó haciendo que Diana por primera vez se atreviera a llorar frente algún relato y no tardó en abrazarla como si su vida dependiera de ello — Yo no quería— repitió desesperada mientras todo su cuerpo temblaba frente al relato — yo simplemente quería que parara todo mi sufrimiento —finalizó mientras ocultaba su rostro en la castaña que pidió unos minutos a solas con la chica para poder hablar con ella, ninguno rechazó aquella orden y yo fui afuera buscando con la mirada a camila quién se encontraba con todo su cuerpo temblando en medio del pasillo, sentada de una manera que su cabello era capaz de tapar todo su rostro.

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