Dancing in the dark

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Message just keep getting clearer, radio's on and I'm moving round my place
I check my look in the mirror wanna change my clothes my hair my face
Man I ain't getting nowhere I'm just livin in a dump like this
There's something happening somewhere baby I just know that there is.

Maratón 3 de 4
Lauren

Las estrellas se hicieron presente como si se tratase de una lluvia interestelar mientras que el frío que reinaba aquella noche lograba mezclarse en un lienzo oscuro y digno de admirar en el cielo. Los autos eran pequeñas sombras que se deslizaban en las calles mientras que si eras lo suficientemente precavido podías escuchar el silbido del viento y como le susurraba a los árboles los mismos cuentos de cada invierno. Las luces de los autos se difuminaban mientras la lluvia había dejado de ser mi principal problema de aquella noche, sin embargo, cuánto hubiera dado para que fuese el único problema de aquel día.

Me quedé unos minutos en el antejardín de mi casa notando como la noche repartía sus matices oscuras en cada casa, en cada árbol, en cada esquina deslumbrando a cualquier persona que tuviera el tiempo suficiente para admirar como la noche podía ser el mejor escenario si te atrevías a ver como la oscuridad necesitaba de un poco de luz para poder existir.

La noche solo era un buen escenario para aquellos cuyos corazones estaban tan corrompidos por el dolor de su alma que encontraban significados donde normalmente no había.

Suspiré sintiendo como el viento golpeaba en mi rostro como si se tratase de un golpe real y físico, no obstante, en cuestión de segundos éste se extrapolaba y se convertía en una caricia frene al dolor de mi rostro sumergido en las lágrimas.

Quité esas gotas de rocío de mi alma mientras me daba ánimos para entrar en casa, las luces estaban prendidas por lo cuál significaba que mi madre estaba ahí, no obstante, yo había aprendido mucho que la palabra estar no significaba realmente compartir un lugar físico y que muchas veces podías compartir el mismo lugar que otra persona pero aún así no estar.

Entré a casa sintiendo como el calor de la calefacción golpeaba mi rostro pero no de la misma forma como el viento había producido hace unos minutos atrás sino que este golpe fue aún más duro porque no había una caricia como respaldo final de éste, simplemente fue el calor más frío que había sentido en mi vida.

Dejé con un lánguido suspiro invadiendo mis labios, las llaves de mi casa mientras notaba que el reloj de la sala marcaba las diez y media de la noche; cualquier otro adolescente hubiera sentido algún tipo de temor al presentarse a esa hora en su casa sin siquiera haber avisado, sin embargo, aquel sentimiento no se hizo presente nunca y solo no le di relevancia.

Quizás era por el hecho de que ya me había decepcionado tantas veces pensando que era una adolescente como cualquier otra y me había golpeado contra la realidad de que nunca lo había sido.

Me quité las botas en el comienzo de la escalera sintiendo como mis pies se amoldaban al piso de cerámica típico de todas las casas del vecindario, mientras extrañaban como se sentían tras la protección de mis zapatos deportivos. Me colgué en el hombro mi bolso que estaba comenzando a caerse y comencé a subir las escaleras hacia mi habitación mientras el cansancio invadía cada centímetro de mi ser.

-Lauren -escuché decir a unos escalones de llegar a mi habitación, me giré para ver como mi madre volvía a repetir mi nombre en su tan particular acento en español y yo bufé ante ello mientras que inconscientemente pensaba qué tal vez solo tal vez se hubiese dado cuenta de que no había pasado todo el día en casa. Bajé los escalones que había subido y vi como mi madre fruncía el ceño señalándome las botas que había dejado en la escalera -¿Cuándo aprenderás a ser más ordenada?- me regañó tomando las botas y yo solo suspiré negando por ello - Déjalas en tu habitación como debe ser -agregó mientras yo me limitaba a sostenerla y asentir algo decepcionada porque el noventa por ciento de las veces nuestra comunicación se basaba en regañarme mientras que el diez por ciento era un intento fallido entre una madre y su hija, me había acostumbrado hace tanto tiempo que no le importaba si estaba ó no que ya ni siquiera me quejaba de ello, solo acataba aquel momento como si fuera algo normal y sin relevancia alguna.

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