20: En cuarentena

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Cuando JongIn llegó a casa esa noche, se sentía un poco cansado o más bien fastidiado, porque no había tenido muchas consultas. El clima seguía estando frío y la flojera lo atacaba de vez en cuando.

Sonrió al observar a su marido paseándose por la cocina con ese delantal azul que se había comprado hacía un par de meses. KyungSoo era muy meticuloso con los objetos de la cocina. Incluso había encargado de algún lugar lejano un set de cuchillos porque los que encontraba en el mercado no se acomodaban a sus necesidades, según sus propias palabras.

Y a JongIn simplemente se le hacían cuchillos comunes y corrientes, quizá con un poco más de filo y en un tono plateado más bonito, pero seguían siendo cuchillos a final de cuentas. Respiró profundamente y el olor a la comida de su esposo le inundó las fosas nasales.

Se dejó llevar por la sala en dirección al pequeño comedor mientras observaba la mesa puesta, así que se dirigió detrás de la barra que separaba la pequeña cocina con el comedor y de manera silenciosa se colocó detrás de su marido, que dio un salto cuando optó por colocar sus manos estratégicamente en su cintura.

KyungSoo se giró sobresaltado con el cuchillo en la mano y suspiró tras observar al moreno con una peculiar sonrisa en sus labios gruesos.

ㅡ ¡JongIn!... Me espantaste.

ㅡ Ya llegué, Jagi... ㅡ murmuró el castaño mientras que el bajito se volvía hacia el fregador una vez más, dejando unos cuantos trastes sucios para lavarlos después.

JongIn recorrió sus manos lentamente desde sus costados hasta su vientre, haciendo que su mentón se recargara contra la curva de su cuello, ahí encima del hombro, donde se dedicó a depositar un pequeño beso.

KyungSoo dejó de hacer lo que tenía entre sus manos y respiró profundamente, mientras que su marido se dedicaba a besarle esa parte que dividía su cuello con su rostro, el punto exacto entre su cara y su oído.

El moreno depositó un par de besos más, arrastrando sus esponjosos labios detrás de su oído mientras que con los dientes procuraba apresar el lóbulo del bajito, estirando la piel con lentitud, haciéndolo estremecer entre sus manos.

ㅡ JongIn... vamos a cenar. ㅡ exclamó KyungSoo mientras se agarraba de la madera y sentía su corazón retumbar en su interior, porque su marido sabía muy bien lo que provocaba en él al besar esos puntos clave para su cuerpo.

ㅡ Pero Jagi... yo tengo hambre y no precisamente de comida ㅡ habló por lo bajo el moreno, con un tono demasiado seductor impregnado en su voz.

ㅡ Sabes que... no p-podemos ㅡ KyungSoo tragó saliva, sintiendo las cosquillas descender por su columna vertebral de manera silenciosa y peligrosa.

JongIn hizo un puchero infantil en sus labios, retrocediendo un par de pasos para dejar que el bajito se escabullera de sus brazos y siguiera sirviendo la cena.

ㅡ ¿Por qué no? Es absurdo... ㅡ rodó los ojos JongIn mientras se cruzaba de brazos como niño pequeño al que le han negado un dulce y KyungSoo simplemente se hundió de hombros y antes de ir a poner los platos en la mesa, se acercó a él.

Se puso de puntitas con cuidado y JongIn estiró los labios para que el mayor lo besara, un gesto efímero pero lleno de la calidez que venía necesitando desde hacía un mes.

ㅡ Porque no debemos.

JongIn cenó con el ceño fruncido y un poco frustrado esa noche, cuando JiSoo se puso a llorar en el cuarto justo cuando él se sentó a degustar sus alimentos preparador por su esposo. KyungSoo se levantó inmediatamente y fue hasta la habitación para ver qué necesitaba la pequeña, mientras que JongIn se ponía a lavar los platos como niño regañado con falta de atención.

Desde el primer momento ❀ KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora