Cara Williams y Denis Preston son mejores amigos desde niños a pesar del ferviente odio que hay entre sus familias. Una amistad indestructible o eso es lo que parece hasta que un terrible secreto que podría dejar una marca imborrable en la vida de a...
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—Pero ¿por qué? —Me pregunta confundida.
— ¿Siempre tienes que saber el porqué de las cosas? ¿No puedes solo aceptar lo que te digo y ya? Vámonos —respondo con el mismo tono severo de hace un momento cosa que la hace enojar, espero que contraataque pero en lugar de eso se da la media vuelta dispuesta a retirarse sin mí.
—Pensé que solo Taylor era el idiota —repone decepcionada, es ahí donde me arrepiento de haber sido tan duro con ella estando enterado de como la paso hoy.
Voy hacia ella y le tomo la mano para detenerla.
—Lo siento, no debí hablarte así déjame llevarte a casa —me ofrezco, pero ella se niega alejando su mano de mi agarre.
— ¿Sabes cuál es tu problema? Que siempre te disculpas después de haberlo jodido todo, y no gracias. Por suerte se arreglármelas sola —refuta girándose sobre sus talones para rehacer su camino.
Dejó caer mis brazos a mis costados rendido, hecho la cabeza hacia atrás y expulso el aire que almacenaban mis pulmones ¿porque tiene que poner las cosas tan difíciles?
Subo al coche esperando unos minutos a recuperar la compostura, sonrío cuando percibo la imagen de Cara andando por el camino empedrado en el espejo retrovisor, hecho a andar el auto en su dirección sin prisa de modo que vamos los dos a un ritmo similar.
Bajo el vidrio para que logre oírme. — ¿Segura que no quieres que te lleve? —Me ofrezco de nuevo como el caballero que soy.
—Te dije que no —responde sin detenerse, pero la alcanzó sin dificultad.
—Si te vas caminando llegaras a tu casa en tres días.
—No me importa, prefiero eso a estar un solo segundo contigo.
—Oh vamos ya te dije que lo siento ¿qué más quieres de mí? ¿Que admita que soy un idiota muy sexy? —Se vuelve a verme, pero solo para fulminarme con la mirada.
— ¿No puedes dejar de ser arrogante por un rato? Odio que hagas eso.
—Y yo odio que seas tan orgullosa
—Pues vas a seguirme odiando toda la vida porque es un defecto que no voy a cambiar —gruñe y yo alzó una ceja sorprendido.
—Que ruda —me burlo.
—Déjame en paz Denis —tomó aire para no decir una tontería, porque ya está sacándome de quicio como solo ella sabe hacerlo.
—Ya me cansé de ir tan despacio por esperar a que entres en tus cabales.
—Pues vete —espeta con desinterés, cansado de su actitud detengo el coche. Bajo del auto y la tomo en mis brazos para meterla dentro.
