Cara 3

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Quiero seguir durmiendo, pero los rayos del sol que entran por mi ventana no me lo permiten

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Quiero seguir durmiendo, pero los rayos del sol que entran por mi ventana no me lo permiten. Miro el reloj de mi cómoda son las 8:00 am, termino dejando la cama para bañarme y  empezar un nuevo día, no permitiré  que nadie lo arruine esta vez, ni siquiera papá.

Al  salir de la ducha encuentro a Elissa  sentada a la orilla de mi cama, luce abatida, triste y eso es lo que menos me gusta de toda las cosas que  nunca me han gustado.

—Hey, hola —la saludo usando un  tono cálido al hablar.

—Siento no haberte cubierto bien anoche —se disculpa apenada mirándose las manos, camino hasta la cama sentándome junto a ella.

—La que te debe una disculpa soy yo, no debí ponerte en ese tipo de aprietos, no creas que no te compensaré por ello, gracias por ayúdame eres la mejor hermana  que pude haber  tenido —la  mimo abrazándola y yéndola de besos por el rostro.

Sé que no le gustan mis afectos  excesivos pero aun así lo hago. — ¡Cara basta ya! —chilla apartándose de mi tortura, me rio ante sus quejas.

—Mejor dime ¿ganaron? ¿Valió la pena tu escape arriesgado? —indago mirándome a la cara.

Sonrío.

— Si, en definitiva lo valió, te habrías quedado con la boca abierta si me hubieras acompañado,  Dénis dio una anotación de infarto —  Elissa me mira de una forma extraña  mientras le cuento.

¿Hago muecas graciosas o algo por el estilo sin darme cuenta?

— ¿Que, porque me miras así? —le pregunto, la castaña niega con la cabeza.

—Nada. —dice restándole importancia. —Felicita a Dénis  de mi parte ¿ok?  Me voy  a la escuela, te veré en un par de horas, ah y para pagarme puedes darme la mitad de tu mesada del mes. —opina con una mirada picara.

—Mejor no te hubiera pedido nada. —repongo y ambas reímos, luego mi hermana se despide de mi con un beso en la mejilla, dejándome sola en mi cuarto segundos más tarde, aproveche el estar sola para arreglarme bajé a desayunar con la esperanza de que mi padre se hubiera ido pero no, todavía seguía aquí.

El ambiente en la cocina era  de tensión pura, nadie hablaba se escuchaban los tenedores chocando contra el armazón de nuestros platos amortiguaban el pesado silencio. —Espero hallas entendido la conversación que tuvimos — hablo mi padre refiriéndose a mí con la  voz  demandante que siempre utiliza para intimidarnos.

Pero más que  una conversación fueron gritos que soltaban cosas que dolían, y que me hicieron sentir terriblemente humillada. Mi madre me mira, puedo ver el miedo en sus ojos.

Pues seguramente se encargó de sobajarla como acostumbra a hacerlo cada mañana, tengo tantas ganas de decirle que se vaya, que dejé de atormentar a mamá. Pero aquella mirada suplicante me detiene.

Por Ti Lo  Haría( Disponible en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora