Denis 26

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Venía de visitar a Arielle.

Dios ¿Cuándo se me ocurrió besarla?

Ahora no me la puedo quitar de encima.

Ah sí, cuando por estar molesto con Cara decidí distraerme con ella y no negaré que llegue a pensar que funcionaría, pero esta chica lo complica todo con su necesidad por ser el foco de atención causándome con ello un colapso mental y físico con sus estúpidos comentarios sobre lo bien que la pasa con ese tal Vladimir.

Y yo tratando de portarme menos distante o no tener actitudes impulsivas, no me es posible. Y ¿Qué es lo que hago? Descargarme con la única persona que comprende hasta a él mismísimo diablo.

Si, a veces soy muy idiota.

¿A veces?

Bueno casi siempre, pero en fin estas cosas sólo me pasan a mí, voy transitando por la acera que indica que estoy próximo a llegar a casa. La caminata parece cotidiana hasta que veo a lo lejos un bulto tumbado en el césped de la señora Wesley.

Ella odia que se tumben en él.

Se tratará de... ¿un muerto tal vez? Me acerco para echar una ojeada y creo reconocer la maraña de cabellos negros, sin lugar a dudas ese es el cabello de Cara de pronto me asalta la preocupación corriendo por mi mente los peores escenarios, camino a grandes zancadas hacia la chica y la escucho sollozar mirando las estrellas, rápidamente sé de qué se trata así que sólo me acuesto a su lado entrelazando sus dedos con los míos para reconfortarla.

Ella aprieta mi mano sin quitar los ojos de las brillantes constelaciones.

—Lo extraño.

—Lo sé —le digo y mi corazón se llena de angustia.

— ¿Por qué la vida les es arrebatada a quienes amaban vivir? — me pregunta causando un nudo en la garganta que evita que emita palabra. Pero con todo y eso me las arreglo para responderle  lo que una vez papá me dijo cuándo en la infancia perdí a mi hámster y le hice una pregunta similar.

—A veces Dios necesita personas con ese amor por lo que hacen, en el cielo —en mi caso a mi ratón, arg mejor cierra la boca Dénis.

—Pero él era mi hermano no debieron quitármelo, si tuviera enfrente al responsable de su muerte lo mataría con mis propias manos, Adam no debió dejarnos —musito con una mezcla de rabia y tristeza.

Fue su dolor lo que despertó mi culpa.

Yo soy el culpable de que sufra así y estoy consolándola de algo que yo provoque, me siento un maldito hipócrita ya no puedo seguir ocultándole esto, aunque me odié y me odié a mí mismo por perderla tengo que decirle la verdad.

—Cara yo... — comienzo a decir, no obstante la chica se gira a verme y corta mi declaración  diciendo

— ¿Tu no vas a dejarme, aunque discutamos todo el tiempo verdad? —La forma en la que me mira es como la de una niñita desprotegida no me queda más que responderle con la única verdad que conozco.

—Jamás.

— ¿Lo prometes?

—Lo juró.

◘◘◘

El frío ya está sintiéndose y por las mañanas aún más, por ello hago un intento por esconder mi cabello en un gorro de lana gris sin embargo algunos rizos se escapan, me cubro del frío con un abrigo negro y voy escaleras abajo para encontrarme con mi familia desayunando, pasó de largo sin tomarme el tiempo de sentarme a desayunar junto a ellos.

Por Ti Lo  Haría( Disponible en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora