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      No tengo muchos recuerdos de cuando Roxane, mi hermana, vivía con nosotros, nunca supe qué fue exactamente lo que pasó porque en ese entonces yo era una niña mientras que ella ya era casi mayor de edad. De su vida conocía muy poco; a mí me gustaba entrar a su habitación cuando ella no estaba, espiaba sus cosas, esa era la única manera que tenía de enterarme de su vida. Las paredes de su cuarto estaban cubiertas por fotos y cartas de sus amigos y novios, me daba cierta envidia porque desde que era niña siempre había sido atractiva y muy popular, y por supuesto porque era la hermana mayor y tenía todos los privilegios, además vivía la vida que yo quería vivir algún día. Nuestra relación era terrible porque ella siempre andaba de mal humor, me regañaba todo el tiempo y contradecía todo lo que yo hacía y decía, todo lo mío le parecía estúpido y sin sentido. Mis padres decían que cuando yo nací, ella en vez de alegrarse, se puso bastante celosa y parecía no quererme, sin embargo, me gusta creer que realmente lo hacía, porque de ella aprendí muchas más cosas de las que alguna vez pude aprender de mis padres. Imaginaba que cuando yo creciera, mi vida iba a ser como la de ella, pero estaba muy equivocada, al final, fue gracias a ella que mis padres se obsesionaron con cuidarme, pues no pensaban cometer el mismo error conmigo y esa era una de las excusas de su manera de actuar.

Ella peleaba todo el tiempo con mis papás porque solía llegar a casa en la madrugada, y esto suponía un gran problema para ellos. Siempre era igual; ella llegaba en medio de la noche, luego ellos se despertaban y encendían una luz que entraba por la ranura de mi puerta, entonces se escuchaban los gritos que venían desde la habitación de ella, que quedaba justo junto al frente de la mía. Se oían los regaños de mis padres, pidiendo explicación de donde estaba, quejándose de que olía a licor, y amenazandola con echarle seguro a la puerta y dejarla durmiendo en la calle. Sin embargo, nada de eso le importaba a Roxane, ella seguía saliendo de fiesta o con sus novios cada fin de semana. La situación se repetía igual hasta que un día, mi papá realmente le echó seguro a la puerta. Yo me enteré y me sentí muy preocupada por ella, pues no quería dejarla en la calle a esas horas, así que a medianoche me levanté, quité el seguro y, como si nada pasara, me dormí. Volvió horas después, cuando estaba amaneciendo, y yo me desperté por el sonido de la puerta, entonces escuché cómo mi papá se levantó furioso y entró a la habitación de ella. Esta vez estaba verdaderamente enojado, discutieron durante un largo rato, gritaba más de lo normal, se lanzaban insultos el uno al otro y yo no podía hacer más que escuchar ahí, envuelta en mi cobija, esperando que todo acabara, deseando ir a dormir y despertar al otro día como si nada hubiese pasado. Entonces escuché un vidrio quebrarse, y luego, los llantos de Roxane. Me sacudí del susto, lancé la cobija al suelo y me paré de la cama, sorprendida. Entonces me asomé por debajo de la puerta y pude ver junto con sus pies varios cristales esparcidos por el piso y los restos de lo que parecía ser el reloj de la sala. Vi que abrió de nuevo la puerta y se fue, mientras mi padre le gritaba que era una decepción para la familia, que se largara y que no volviera porque no la quería ver nunca más. Y así fue como la figura de sus vans fue la última mirada que tuve de Roxane.

La imagen que yo tenía de mi hermana, era la de alguien rebelde e independiente, alguien que había elegido vivir la vida a pesar de las situaciones, además, la recordaba bajita, con su pelo castaño, bastante corto y peinado hacia un lado, con no-sé-cuántas perforaciones en sus orejas y con sus clavículas marcadas. Era algo delgada y nunca se maquillaba. La admiré mucho por lo que hizo, porque nos había dado una lección a todos. Supongo que a mis padres no les importó lo que le pasara, no parecían arrepentidos, no parecían extrañarla. Nunca supe qué había pasado con su vida porque ni siquiera mis papás lo sabían; la última vez que la vieron fue unos días después de irse; volvió a la casa, pero solo para recoger sus cosas, se llevó la ropa, todas las fotos y cartas que habían en las paredes, tomó sus libros, su guitarra, las pinturas que hacía, la mayoría sus pertenencias y se lo llevó todo en un taxi. Ocurrió mientras yo estaba en el colegio, y cuando llegué, encontré su habitación revolcada y casi vacía. Me había perdido la última oportunidad de decirle adiós. 

Los años siguientes pensé que Roxane continuaba así, la imaginaba como una artista, una mujer libre que no tenía miedo de llevar la contraria a lo que decían los otros. Me llevé una sorpresa cuando la volví a ver.

Las desventajas de vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora