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      No recuerdo el día en que descubrí que me gustaban las mujeres. Toda la vida había estado rodeado de ellas, en la casa y en el colegio, el único hombre que conocía era mi papá, y yo honestamente no lo quería, lo detestaba, odiaba la manera en que me trataba y los golpes que me daba. Supongo que ese sentimiento lo dirigí hacia todos los hombres en general. La verdad es que nunca antes me había sentido atraída hacia alguien, y mucho menos hacia un hombre, y no era porque no me gustaran, pues algunos chicos me parecían bellos, sus rostros me parecían lindos, pero solo era eso, me daban asco los penes, la barba, el pelo en el pecho, su actitud y me daba ganas de vomitar imaginarme besando a un tipo, fuese quien fuese. En cambio, de Mandy me enamoré completa y ciegamente, me gustó de una manera que nadie comprendería jamás, me atrajo inefablemente, simplemente la quería, y la quería demasiado, mucho más de lo que debía, porque la amaba, incluso antes de conocerla, incluso antes de haberla hallado. Ella cambió mi vida, y es la única responsable de este punto sin retorno en el que ahora mismo estoy atorada.

Las desventajas de vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora