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      Yo no sabía si creer o no en lo que había dicho Ana, yo estaba convencida de que Mandy era mía, sólo mía así, así como yo era solo suya. Estaba convencida de que ella me quería tanto como yo lo hacía, además, lo que había hecho conmigo no era propio de alguien heterosexual, bueno, quizá sí le gustaban los hombres, pero también le gustaba yo y eso era lo único que me importaba. Y lo de Miguel me costaba creerlo, simplemente no me cabía en la cabeza que ellos le hubieran hecho eso a Alison; ella y Miguel no eran exactamente novios, pero de igual forma había algo entre ellos, al menos era evidente que a ella le gustaba. Yo me convencí de que todo lo que había dicho Ana era falso y que solo lo decía por celos o por joderme la vida, por eso el siguiente sábado en la noche salí con ellos.

Me encontré con Mandy afuera de la casa en construcción, que desgraciadamente ya estaba casi terminada. Resultó que Alison vivía prácticamente al frente, al otro lado del parque, así que pasamos a su casa a recogerla. Esta vez no salimos por el barrio sino que tomamos un taxi a otro lugar. Amanda no sabía describir el sitio al que me llevaba, dijo que era complicado de explicar pero que sabía que me iba a encantar. El taxi nos llevó por la parte de atrás del jardín botánico, por allí sólo había talleres de autos, chatarrerías y moteles, no era demasiado bonito y, como estaba tan de noche, todo estaba desolado, en las calles no habían más que vagabundos. Entonces Alison dijo llegamos y nos bajamos del taxi, yo miré para todos lados y no había nada en especial, no sabía a dónde me llevaban. Caminamos hasta una casa que por afuera parecía una casa común y corriente, era algo antigua y maltratada, afuera no había ningún tipo de letrero pero se escuchaba música de adentro. Entonces Alison tocó la puerta del garaje.

Nos abrió un tipo alto, grande y lleno de tatuajes. Ellos entraron y yo los seguí. Adentro había una pequeña habitación llena de luz amarilla, había unas estanterías y unos sofás donde había sentada una chica muy bonita pero algo mayor. El tipo nos empezó a requisar a todos como si llevaramos armas o algo, también revisó el bolso de Alison y al parecer no nos encontró nada, entonces nos dejó seguir. Había una puerta gris con unas letras LBD grandes y rojas, Alison la abrió y lo que encontré allí fue demasiado increíble.

Era como un antro o algo así, todo estaba oscuro y sonaba música psicodélica y post punk a todo volumen, lo alucinante es que era una casa normal con las paredes llenas de dibujos aún más psicodélicos, cuadros y graffitis, y habían algunos sofás y sillas. Adentro todo estaba de lleno humo y de personas, algunas sentadas y otras bailando. Habían también habitaciones, todas con sofás y mucho más oscuras. En una de esas nos sentamos.

Todo estaba tan oscuro que difícilmente nos podíamos ver, Mandy sacó una vela del bolso de Alison y la puso en medio de la habitación. Todo se iluminó un poco y entonces me di cuenta de que estábamos en una cocina, había unas encimeras, un lavaplatos y una pareja de hombres al otro lado. Uno se sentía drogado de solo estar en ese lugar, en esa oscuridad, con esas paredes, con esa música y con tanto humo.

-Este lugar tiene más años que tú -me dijo Mandy hablándome al oído-, lo bueno de esto es que aquí todo se permite, aquí liberas tu cuerpo y tu mente y haces lo que te da la gana. Aquí se viene a bailar, a drogarse y a follar.

Yo me estremecí del gusto.

Ese día yo misma prendí el porro, fumé demasiado, como nunca antes lo había hecho, quería drogarme hasta dejar de sentir las piernas, quería llegar a neptuno, sentirme intergaláctica celestial, el lugar lo ameritaba, la situación también y la música solo me animaba más a hacerlo. Los dos gays que habían frente a nosotros se besaban y se tocaban, el lugar estaba lleno de personas así, gays, lesbianas y travestis transexuales heterosexuales bisexuales asexuales pansexuales sopotocientosexuales, no importaba. Nosotros solo estábamos allí fumando, el ambiente drogaba aún más, la música inundaba la mente, el post punk animaba a bailar, a volverse loco. Nos tomamos unos tragos de un whisky que había llevado Alison y nos fuimos a bailar.

El aire estaba lleno de humo y alcohol, de sexo y de sudor. Yo me sentía en otro planeta en otra galaxia, nunca había estado tan drogada, veía todo en cámara lenta y me sentía flotando en medio de los olores. Para bailar no había que hacer gran cosa, solo moverse sentir la música sentir las sustancias cerrar los ojos y dejarse llevar. Mandy se acercó a mí y empezamos a bailar juntas rozaban suavemente nuestros cuerpos tocaba su piel chocaban nuestras ropas y yo la sentía muy muy cerca de mí entonces tomé su cintura y ella se hizo de espaldas tomó mis manos y las llevó por todo su cuerpo dejándome tocarla acariciar sus muslos subir de la cintura hasta los senos sentirla mientras la música solo subía y se atoraba más en mí cabeza y la oscuridad que nos envolvía solo se veía interrumpida por unas pocas luces y destellos y cigarrillos encendidos y yo estaba ahí con Mandy viajada dejándome llevar por el momento por la emoción por la vida y entonces Alison se acercó a nosotras.

-¿Qué tal? -dijo entre la música y el ruido y los cuerpos que se interponían.

-Muy bien -dije sin parar de bailar.

Entonces vi cómo abría con sus dedos una bolsita hermética con algo blanco adentro, Miguel acercó su mano y ella le puso algo de polvo en ese agujero en la muñeca entre el pulgar y el antebrazo, él se llevó la mano a su nariz y aspiró con fuerza, entonces se sacudió, le dió como un corrientazo, estremeció la cara y se puso feliz, luego acercó la mano otra vez a Alison e hizo lo mismo con la otra fosa nasal.

-¿Queres? -me preguntó Alison mostrandome la bolsita.

-Claro -dije bastante segura.

Acerqué mi mano y sentí como caía el polvo. Lo llevé a mi nariz y sin miedo aspiré fuertemente. Sentí como subía y me ardía la nariz llegando hasta el cerebro, me hizo sacudir, me hizo despertar, elevarme, llenarme de energía. Era algo totalmente nuevo, ni siquiera sabía que era pero todo se aceleró y enseguida quería más, hice lo mismo con la otra nariz y me ardía pero me encantaba, me hizo espabilar, sentirme viva y darme aún más ganas de bailar.

Seguíamos bailando, no tenía ni idea de dónde estaba, de qué horas eran ni de qué carajos estaba consumiendo, solo sabía que quería más, quería seguir aspirando, seguir bailando y que la noche nunca acabara, era como Renton en un pub de Edimburgo o como Christiane Felscherinow en el Sound. Yo solo quería más más más, era mi despedida de ese lugar, el último trozo de vida que iba tener, mi manera de decir adiós, fumaba esnifaba bebía bailaba y cuando sentía que me iba a desmayar volvía a esnifar. No recuerdo cuantos pases me metí pero en un momento miré a Alison y la bolsa estaba vacía y ella la lamía y a mí me entró ansiedad. Me empecé a sentir mal, mareada, la música me atosigaba, la gente me asfixiaba y sentía que me caía, le dije a Alison que me llevara al baño y arrastrándome entre la gente de alguna manera llegué. El baño era un solo cuarto, era amplio y había una gran bañera o tina azul, allí vi que había una mujer haciéndole una felación a un tipo pero no me importó, fui al lavamanos y vi que el espejo estaba roto, hecho pedazos y enseguida pensé en Mandy, tomé un poco de agua y salí, solo estaba muy drogada.

Afuera me esperaba Alison, volvimos a donde estaba Mandy pero no la veíamos por ningún lado, ni a ella ni a Miguel, simplemente no estaban y yo me empecé a desesperar, me estaba malviajando, el pánico me consumió, me llené de ansiedad, empecé a dar vueltas por toda la casa buscándola, solo necesitaba encontrarla, tenía que verla porque sentía que me moría, que me derrumbaba y que todo se me apagaba. Busqué por todas partes, entonces la encontré en otra habitación. 

Estaba con Miguel. 

Se estaban besando. 

Ella tenía la mano dentro de su pantalón. 

Yo corrí.

En este punto fue cuando las cosas realmente se jodieron. Me importaba un culo todo, estaba demasiado drogada, me sentía mal, solo me quería ir de allí. Salí al frío y a la soledad de la calle y entre lágrimas tomé un taxi. Le pregunté al taxista que horas eran, las 3:45 am dijo y me llevó a mi casa. Lloré durante todo el viaje. Yo estaba acabada, mis ojos estaban hinchados, mi pelo vuelto mierda, estaba pálida, sudada, borracha, drogada, malviajada, bajoneada y no sé qué más y así llegué a mi casa. Lo siguiente fue aún peor.

Las desventajas de vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora