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      Luego la curiosidad me ganó. La noche siguiente me sentía mal de nuevo. Quería volver a inhalar, pero realmente no había sentido los efectos. Había visto muchas veces vagabundos y habitantes de la calle (principalmente niños y muchachos) inhalando aquel pegamento y sumidos en un viaje que los hacía alucinar, hablar solos, que los volvía otras personas, distraía el hambre y la miseria de sus vidas. Eso, eso era exactamente lo que yo necesitaba. Supuse que no lo estaba haciendo correctamente. Recordé cómo en una escena de La Vendedora de Rosas* inhalaban con una bolsa y eso hice, fui a la cocina y tomé una bolsa negra pequeña, derramé algo de pegamento adentro, me tiré en el suelo de mi cuarto y empecé a inhalar, a respirar el aire de la bolsa una y otra vez, uno dos uno dos, la bolsa se inflaba y luego se encogía.

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*Película colombiana sobre niños habitantes de calle.

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El olor a disolvente y a thiner inundaba mis pulmones, mis ojos y nariz ardían, parecía que tenía pegamento en los pulmones. Entonces volví a tener la sensación de calma y atolondramiento y se sintió mucho mejor, era como si todo se detuviera por unos segundos. Luego me sentí grande, eufórica, excitada, sentía que no necesitaba a nadie, que todos me valían verga, que yo era más importante. Ahí fue cuando empezaron las alucinaciones. Empecé a ver y a oír cosas. Escuchaba ruidos y veía humo viniendo de afuera de mi habitación, pero yo me sentía tan grande, simplemente no me importaba. Juro que vi a Mandy sobre mi cama, solo la alcancé a mirar por el rabillo del ojo, y cuando volteé ya no estaba. Estoy segura de que la ví, estoy segura de que ella estaba ahí o al menos eso quería creer. Luego el humo empezó a llenarlo todo, entraba a chorros por la puerta y todo se nublaba hasta que no veía nada.

Entonces el teléfono sonó e instantáneamente todo el humo se fue. ¿Era real eso que escuchaba? ¿Mandy? ¿Eras tú realmente? No lo sé, yo intenté pararme pero me sentía pesada, de piedra, mis movimientos eran torpes. Me ponía de pie y el mareo me devolvía al piso. El teléfono seguía sonando y yo no podía ni controlar mis pies. Llegué arrastrandome al teléfono y desde el suelo lo contesté.

-¿¡Mandy¡? -pregunté agitada.

-¡Mónica! ¿Eres tú? Soy.. soy Alison -dijo, su voz temblaba, llena de sollozos.

-Sí sí, soy yo, estoy atrapada en mi casa y...

-¿Atrapada? ¿¡Cómo así!? Necesito que vengas, ¡YA! -gritó ella, enseguida me di cuenta de que estaba llorando.

Yo difícilmente podía hablar. No entendía nada. Mi cerebro no funcionaba.

-¿Qu...qué dices? La puta de mi hermana me dejó encerrada... No puedo, no puedo salir.

-Mónica, en serio ¡Tienes que venir! ¡TE NECESITAMOS!

¿Pero qué pasa? No te entiendo nada -dije confundida.

-Es Amanda -ella intentaba unir las palabras, hablaba mientras lloraba-, algo le pasó... Estamos en mi casa, nos metimos un papelito* que le compramos a un tipo en un parque y nos vendió una mierda que no sé que sea, nos jodió, nos malviajó horrible, no paramos de vomitar, estamos demasiado mal, siento que no vamos a sobrevivir, Mandy está.. está... creo que va a morir ¡Ayúdanos! ¡TIENES QUE VENIR!

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*Cartón de LSD

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-¿¡QUÉ LE PASÓ A MANDY!? -pregunté desesperada.

-Se volvió loca, tomó un cuchillo de la cocina y se cortó todo el antebrazo, se está desangrando ahí en el suelo, tienes que ayudarnos, yo ni siquiera me puedo poner de pie y...

-¿¡Qué!? -la interrumpí- ¿Pero... cómo? ¿¡Por qué hizo eso!?

-¡NO LO SÉ! -escuché como se le salía el vómito-, yo... yo solo vi que estaba fumando y que pasó frente al espejo de la sala... Dio un grito, se quedó ahí parada mirandose en el espejo y luego se fue llorando a la cocina. ¡Mónica, por favor! No sé qué hacer estoy alucinando veo que el suelo se derrite y estoy cubierta de vómito y... ¡No!... ¡NOOOOOO! ¡MÓNICAAAAAAAA!

Entonces halé el cable y el teléfono se cayó de la mesa, la llamada se colgó, la linea quedó muerta. Todo era demasiado confuso, yo estaba igual o más drogada, de alguna manera me paré y fui hacia la puerta. Halé, halé demasiado fuerte pero no abría, tenía que tumbarla, le pegué una patada, di una carga con todo el cuerpo pero era inútil. Yo solo me desesperaba más y más. Di vueltas por toda la casa buscando una manera de salir pero nada, mi única salida parecía el balcón. Miré hacia abajo, eran cuatro pisos hasta la calle, de ninguna manera iba a sobrevivir a la caída, pero yo TENÍA que salir de allí, el pánico me inundaba, estaba muy asustada, empecé a desesperarme, no pensaba con claridad. Me paré sobre la baranda y me colgué de brazos, pensé que iba a morir, no sabía lo que hacía, solo sabía que tenía que ir a donde Amanda, que tenía que salvarla así como ella me salvó, pensé en ella y enseguida solté el tubo de metal del que me sostenía.

Caí en el balcón del piso de abajo, me golpeé muy fuerte la espalda pero allí estaba viva y no lo podía creer. Rápidamente me paré y entré a la casa, todo era demasiado extraño, recuerdo un olor a pan y un comedor lleno de adornos y cuadros por todas las paredes y un niño que apenas me vió empezó a gritar y a llorar. Yo salí corriendo de allí, bajé las escaleras y salí a la calle. Me sentía demasiado desubicada, desorientada, no sabía lo que estaba haciendo, estaba adolorida y aturdida, pero de alguna manera tenía que llegar, Amanda no se podía morir, no sin mí.

Salí corriendo por toda la calle del tranvía hasta la estación Alejandro Echavarría, allí empecé a subir y a subir dirigiéndome a donde Alison mientras yo lloraba y maldecía mi vida. Estaba desesperada, mi cerebro no funcionaba bien, no pensaba, solo me concentraba en llegar allá lo más rápido posible, estaba demasiado preocupada pensando en Mandy. Entonces crucé la vía que va hacia Santa Elena, donde estoy ahora mismo, en medio de la calle, viendo la muerte frente a mis ojos. Simplemente no la vi venir.

Dicen que cuando uno está a punto de morir ve la vida pasar frente a sus ojos. Déjame decirte que eso es verdad. Aquí estoy yo, en medio de la calle y, dos metros frente a mí, un bus, viniendo a toda velocidad. Escucho el sonido de las llantas resbalando sobre el asfalto, mientras dos luces amarillas gigantes me iluminan todo el rostro y no me dejan ver más que el azul del bus y las letras de BUENOS AIRES en el parabrisas esperando por golpearme y lanzarme al pavimento, donde lentamente me desangraré hasta al fin quedar inconsciente, hasta al fin dejar de sentir. 

Yo nunca pensé que iba a morir, nunca pensé en que todo terminaría así. Yo perseguía la vida que me había sido robada, actuaba una obra que ya había acabado; mi existencia fue como ese gran argumento que viene a la mente justo cuando la discusión terminó, brillante pero inútil. Yo solo era una frustrada y una nostálgica que quería vivir su vida, su adolescencia, darle un giro a todo, escapar de su pasado, pero que hasta aquí ha llegado. Esto soy yo, el Dorian Gray que envejeció. Sí, supongo que eso es todo.

 And if a double-decker bus 

Crashes into us 

To die by your side 

Is such a heavenly way to die  

FIN

Las desventajas de vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora