Bueno, fumar no me curó del todo, simplemente me hizo sentir mejor, o al menos lo suficiente para tomar la decisión de buscar un colegio y terminar el bachillerato este mismo año (o esa era la idea). Busqué en internet porque no conocía Miraflores en lo absoluto y era más fácil mirar el mapa que dar vueltas en la calle o preguntar. Lo bueno; alrededor de mi barrio había un montón de colegios, es impresionante, prácticamente encontraba uno cada 5 cuadras, lo malo; la mayoría eran colegios católicos dirigidos por monjas, y lo peor; estábamos a la mitad del año, iba a ser muy difícil que en alguno me recibieran. De todos los colegios que encontré, el que más me gustó (o mejor dicho, el único que me gustó) fue el CEFA. Me encantó desde el primer momento que lo vi, era un lugar inmenso, tenía coliseo, biblioteca, gimnasio, capilla, laboratorios, médico, odontólogo, psicólogo, piscina, auditorio, cafetería y un montón de cosas geniales, inútiles y estúpidas que llamaron mi atención, además, muchas personas estudiaban allá, eran solo mujeres pero no me importaba, supuse que conocería bastante gente y que tendría muchos amigos y que empezaría de 0 y recuperaría mi tiempo perdido, mi tiempo muerto. Por un momento mi tristeza desapareció y me sentí muy emocionada.
El CEFA quedaba algo lejos de mi casa pero era soportable, aquella fue la primera vez que monté en el tranvía. Ingresé por la estación Loyola, la estación que se veía desde el balcón de mi casa. Tan pronto como estuve adentro llegó el tranvía, no tuve tiempo de fijarme en la estación, me paré frente a una de las puerta esperando como una estúpida hasta que un viejito me dijo que tenía que apretar un botón, lo hice y la puerta mágicamente se abrió, entonces un chorro de aire acondicionado me envolvió. Cuando entré, la puerta se cerró detrás de mí. Me sentí como dentro una nave espacial, las paredes por dentro eran doradas y tenía grandes ventanillas, entre cada vagón habían unos grandes marcos negros de goma. Adentro era más estrecho de lo que pensaba, me senté en una de las pocas sillas que habían en el vagón. Fueron más o menos cuatro estaciones, el CEFA quedaba justo frente a la estación Pabellón del Agua EPM. Era un gran edificio de 3 pisos que ocupaba prácticamente toda una manzana, tenía un aspecto viejo, me sentí asustada o tímida o ansiosa o algo así.
Caminé alrededor hasta que encontré la entrada; un portón de madera bastante viejo, a su lado estaba el portero, un tipo moreno, con bigote negro y de uniforme gris y con una insignia en su pecho que decía Paredes. Saludé muy formal y le pregunté que con quién debía hablar para matricularme y me miró con cara extraña y me dijo con acento costeño que no, que cómo así, que eso era casi a final de año, pero yo no podía recibir un no como respuesta, no podía perder la ida, entonces le dije venga Paredes no importa, ayúdeme ¿Si? Vea que no me voy a demorar y que tales y entonces él se empezó a acariciar el bigote y a dudar y yo le hice ojitos y se lo pensó y si, al final me dejó entrar. Me dijo que preguntara en secretaría y me explicó cómo llegar.
El lugar era todo un laberinto, lo que se impregnó en mi mente fue ese olor que percibí de inmediato, era ese típico olor a colegio pero con algo especial, una mezcla de desinfectante y cuadernos nuevos, sudor, chucherías, hormonas, calor y algo que no alcanzo a definir. Todas estaban en clase pero se oía un gran ruido de fondo, eran risas, gritos, regaños, conversaciones y profesores hablando fuerte, adentro casi todo era verde, hasta el uniforme de medias oscuras y cuadritos pequeños color amarillo y verde, que me pareció bastante feo, aunque no me importaba.
Cuando llegué a secretaría me encontré con la rectora, era una mujer bajita de pelo corto extraño que parecía buena gente, yo muy tímida saludé y le pregunté que si estaba muy ocupada, que necesitaba hablar con ella y que no la demoraba, que me escuchara y ya y ella sonrió como reconociendo el dolor en mis ojos y me dijo sí y me llevó a su oficina. Me senté frente a su escritorio y vi una cruz con un jesús crucificado que había en medio de la pared blanca y me dio algo de escalofrío, luego ella se sentó frente a mí en su gran silla que parecía el trono de un gran empresario.
Le conté mi historia, mis problemas, mis angustias, me desahogué allí mismo, dije por primera vez con mis propias palabras "mis papás acabaron de morir y estoy sola" y al hacerlo me estremecí toda y me acurruqué yo misma y casi que me pongo a llorar ahí sentada en esa silla, entonces ella me dijo que tranquila y yo bueno, le mostré mis excelentes calificaciones y mis últimas menciones de honor y le dije que por favor me diera un cupo solo para terminar el bachillerato que yo era muy buena alumna muy juiciosa muy de todo y se me soltó una lagrima y luego otra y ella me miró como con pena y me explicó que iba a ser muy difícil, que allí solo se podía matricular desde décimo grado y que además estábamos en mitad de año y un montón de cosas y problemas y trabas y yo ya estaba a punto de pararme de la silla y salir corriendo de esa oficina cuando me dijo que bueno, que iba a hacer todo lo posible, que volviera al otro día y le llevara unos papeles, que me iba a matricular y que ella miraba como solucionaba todo. A mí se me dibujó una sonrisa en la cara y me dieron ganas de agarrarla a besos, le dije gracias muchas gracias mil gracias mi dios le pague no sabe cuánto significa esto para mí gracias gracias y me despedí y me fui y di saltos hasta el tranvía y cuando llegué a mi casa no lo podía a creer, me tiré en la cama y me imaginé a mi misma con ese uniforme verde feo sentada en uno de esos corredores verdes feos hablando muy de cerca con dos lindas hermosas chicas y me hice toda una paja mental imaginandome un montón de estupideces.
Today is the greatest day I've ever known
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Las desventajas de vivir
Teen FictionUna persona puede llegar a ser más adictiva que las mismas drogas ¿Qué pasará entonces si se combinan las dos? Y si, atrapada en una horrible soledad y en una vida de mierda, sólo ellas calman tu depresión ¿Qué tan bajo se puede caer? Esta es la tr...