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    Aparte de mis papás y de mi hermana yo tenía muy pocos familiares y, por algún motivo, todos nos odiaban o algo parecido. Era por problemas de dinero y orgullo que habían ocurrido incluso antes de que yo naciera y que nunca me interesaron en lo absoluto. Vivíamos aislados de todos ellos y, a decir verdad, a mí no me hacía falta ninguno, no los necesitaba para vivir. Es por eso que, tras el accidente, ninguno de ellos se hizo cargo de mí y yo no tuve otra opción que dejar mi colegio y mi vida en el barrio Belén para irme a vivir con Roxane. Ni mis padres ni yo teníamos idea de a dónde se había ido ella después de irse de casa, no sé cómo terminó viviendo en el barrio Miraflores, ni de qué manera compró aquella casa.

Miraflores está en Buenos Aires* y por alguna parte de allí pasa el tranvía, su casa estaba entre las estaciones Loyola y Alejandro Echavarría; a un lado de la vía, unos metros elevada sobre esta. Era la última casa de un callejón el cual terminaba en una especie de abismo que daba paso a los rieles del tranvía. Además era un cuarto piso, y había un balcón desde el cual se tenía vista a la línea del tranvía con la estación Loyola de fondo. Más allá se veía el paisaje de Medellín con sus montañas. La casa tenía 2 piezas, la propia de ella, que quedaba al fondo, y otra junto a la sala que ocupaba como gimnasio. Allí tenía algunas máquinas para hacer ejercicio que nunca usaba, así que las pusimos en alguna parte al fondo de la sala y esa se convirtió en mi habitación. Tenía una ventana con la misma vista. Yo nunca había tenido algo parecido, me encantó, la casa me había gustado mucho, pero yo me sentía igual de destrozada.

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*Comuna (sector) de Medellín

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La actitud de mi hermana era lo que más me hacía sentir mal, jamás en mi vida pensé que alguien pudiera cambiar tanto, que ella se convertiría en alguien tan irreconocible. Ya no era más esa adolescente atrevida que yo recordaba sino que ahora actuaba como toda una adulta; bastante seria y gruñona, con una vida que giraba alrededor de su empleo, su situación económica y su relación con su novio David, que ya parecía más bien un matrimonio. Al principio no lo entendía, fue muy duro para mí aceptarlo, pero me di cuenta de que ella había crecido, era evidente, no solo por su forma de ser, sino también por su físico; estaba más alta, sus pechos habían crecido más, sus piernas habían engordado y su cabello ahora estaba opaco y muy largo, casi a la altura de sus nalgas. También tenía una pequeña cicatriz en su mejilla, su rostro había sido golpeado por el tiempo. Su piel tersa había desaparecido, y en sus ojos, se notaba el cansancio y el estrés. Una pena ¡Hay tanto tiempo para ser adulto, pero tan poco tiempo para ser feliz!

Las desventajas de vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora