El teléfono sonó cuando yo estaba a punto de salir. Yo sabía quién llamaba, sabía que era ella aún sin haber contestado porque nadie llamaba nunca a mi casa, porque Roxane y yo no utilizábamos el teléfono en lo absoluto, y además, porque ella era la única persona a la que yo le había dado el número. No había duda, era ella, y antes de eso yo ya me había resignado a que esa llamada no iba a llegar, ya me había quebrantado, después de todas las cosas que me habían pasado yo había perdido la ilusión; a pesar de todo, el timbre del teléfono me hizo feliz por un momento. Me quedé parada en medio de la sala y de la vida, pensando en que iba de salida e iba tarde, realmente tarde, y tenía que ir a casa de Ana. Tenía suerte si alcanzaba el último tranvía, si lo perdía, perdería último metro también. Tenía que decidir, la llamada o el tranvía, uno de las 2 se desvanecería y yo seguía ahí, paralizada junto a la puerta. Me empecé a sentir histérica, no lo entendía ¿Por qué había decidido ella llamarme justo esa noche a esa hora? O mejor dicho ¿Por qué ella se había decidido a llamarme?
La recordaba con detalle, jamás la podría olvidar. Habían pasado exactamente dos semanas desde ese momento en que por primera vez la vi. Todo pasó un viernes después de clases. Ana me había invitado a un toque de ska y reggae porque su novio El Negro tocaba los tambores en un grupo y ella quería que la acompañara a verlo. Yo fui con ella, y no por que me gustara salir con Ana, ni porque disfrutara de esa música, ni mucho menos por el hecho de conocer a su novio sino porque en ese lugar podía encontrar gente nueva, gente distinta quizá. además, había vino y cigarrillos, así que acepté ir. En fin, el concierto era en una cancha de fútbol, había una tarima, nosotras estábamos sentadas en una de las gradas, justo al frente del escenario. Ese día estaba algo deprimida porque se cumplían tres mes de la muerte de mis padres y porque realmente no me gustaba mucho el ska y menos el reggae.
El lugar olía a marihuana barata y a sudor de punkero, yo tenía la cabeza aturdida por la música, me había ahogado en cigarrillos y casi había acabado una caja de vino yo sola. Mientras tanto, me distraía observando minuciosamente a los grupos de personas que habían; intentaba imaginar sus nombres, me esforzaba en imaginar sus vidas ¿Quienes eran y por qué estaban allí en ese momento? Suponía que al finalizar ese jodido toque, todas esas personas iban a tomar el metro, luego se largarían a sus casas en algún lugar de Medellín, tal vez lejos del mío y al terminar el día vivirían su propia vida, seguramente tan distinta a la mía. Son cosas que no podré comprender y que aún en este momento siento; el prototipo de vida de los demás me provocaba asco, incluso el mío lo hacía, realmente no me gustaba mi vida, ni la de nadie, simplemente sentía que vivir no valía la pena. Yo seguía con esa loca idea de encontrar a una persona que me hiciera sentir envidia una persona con una vida que me gustara vivir alguien con quien realmente me gustara desperdiciar el tiempo una persona con la que no me aburriera aburrirme. Ana, que estaba a mi lado, no era exactamente eso, sin embargo ahí estaba yo, ilusionada, sin encontrar esa vida tan especial.
En ocasiones el azar reúne a ciertos seres, verlos, y sobretodo verla a ella fue algo que me cambió, a mí y a mi vida en su totalidad. Al encontrarla, sentí como si me arrebataran el sombrero de la cabeza, sentí cómo instantáneamente la nostalgia se apoderaba de mí, sentí la derrota. Desde la distancia la vi, con su pelo cafe largo, con su capul y la mirada perdida mientras encendía un cigarrillo. La miré por casi media hora, la veía, la observaba, la analizaba, me desmoronaba con cada uno de sus movimientos, que parecían ser únicos. Llevaba una camisa roja a cuadros y unas medias negras y rotas llenas de agujeros, su cuerpo resaltaba entre los demás. Se sentía como encontrar algo que había perdido hace mucho tiempo. Se sentía como estar en el cielo.
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Las desventajas de vivir
Teen FictionUna persona puede llegar a ser más adictiva que las mismas drogas ¿Qué pasará entonces si se combinan las dos? Y si, atrapada en una horrible soledad y en una vida de mierda, sólo ellas calman tu depresión ¿Qué tan bajo se puede caer? Esta es la tr...