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      La casa en la que vivía antes con mis padres era alquilada y quedaba en Belén, un barrio muy grande en el otro lado del río. Aunque Belén es casi todo plano y liso (Tanto así que allí queda el aeropuerto de la ciudad) nosotros vivíamos en la parte alta, donde están las malditas colinas Éramos una "familia" de clase media, nuestra casa era pequeña, y teníamos muy pocas cosa. Lo peor era que mi habitación no tenía ventanas. Yo había vivido ahí desde muy niña, por eso había estudiado toda mi vida en el mismo colegio, y lo odiaba, y odiaba el barrio y odiaba mi casa, todo me daba asco, sobretodo mi vida. La calle donde estaba mi casa era además callada y muy aburrida, por allí no pasaba un solo auto y sólo vivía gente anciana, no había nadie de mi edad (aunque daba igual porque mis papás no me dejaban salir salir de todos modos). Yo me la pasaba ahí encerrada, sin una ventana y sin ningún escape de la realidad, además, deprimida y estresada por el estudio.

Me estaba volviendo loca en esa rutina: de la casa al colegio y del colegio a la casa. En mi colegio solo estudiaban mujeres, tenía unas pocas amigas pero no las veía más que en el colegio porque era imposible para mí salir con ellas, además, creo que ninguna de ellas era realmente mi amiga, creo que ellas solo se juntaban conmigo porque yo era la tipa inteligente y frustrada que les pasaba las tareas. Yo no tenía más amigos, no tenía a nadie con quien compartir mi melancolía, nadie a quien contarle mis problemas ni nadie que me sacara de aquel abismo. El accidente ocurrió mientras yo iba en la mitad del grado once, este mismo año. Se supone que yo debería estar graduandome en unos pocos meses, pero me temo que eso no va a pasar, me temo que este es el fin.

Mi cama, mis libros, mi ropa, mi computador, y los pocos electrodomésticos y muebles que habían en mi antigua casa fueron llevadas a donde mi hermana, regalamos la ropa y la cama de mis papás, entregamos la casa a la agencia, cancelé la matrícula del colegio y, como un intento de cerrar una etapa de mi vida, me corté el pelo, casi a la altura del cuello, lo dejé bastante desaliñado y con un mechón más largo a la derecha, que se me asomaba por la garganta. Así fue como abandoné mi vida en Belén para irme a Miraflores, repentinamente y sin remordimientos.

Estaba demasiado deprimida como para que me importara algo, en ese momento lo que procediera me daba igual, no me despedí de nada ni de nadie, la verdad no tenía nadie de quien despedirme. Entonces empezó una nueva etapa, nueva casa, nuevo colegio y nuevo corte de pelo, pero yo seguía siendo la misma, yo seguía igual de muerta por dentro, yo seguía fuera de tiempo, nada de lo que había pasado antes podía ser cambiado, el tiempo se me había escapado, y yo ya lo había perdido, ahora tenía que terminar el colegio con gente desconocida, que seguro no me iban a interesar en lo absoluto. Tengo que aceptar que, de algún modo, las cosas habían mejorado. Yo lo tomé como una segunda oportunidad para vivir lo que nunca había vivido, no podía cambiar el pasado, pero si podía aprovechar el poco tiempo que me quedaba.

Las desventajas de vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora