Capítulo 8.

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-...¡Ah, y usen protección!

Oí como mi amiga bajaba las escaleras, dejándonos solos otra vez. Ninguno decía nada y se había creado un silencio incómodo. 

Yo sigo inmóvil, sin poder decir ni una palabra debido a que hay un chico, que por cierto me enteré hace unas horas que era mi primo, sobre mi. 

Mi mirada conectó con la de O'Brien, y este, al oír unos pasos que se acercaban a la habitación, se levantó rápidamente quitándose de encima mía, y luego estiro su musculoso brazo para así levantarme a mí. Mi mirada decía a gritos: ¿¡Qué hacemos!? Y sin más, me abrazo, haciendo que me diera un brinco del susto, y comenzó, o más bien, terminó de hablar.

-Y por eso quise disculparme contigo -habló disimulando y me solto del abrazo. Ahora mi ropa olía a su perfume, y eso me gustaba. 

Dylan parecía muy tranquilo. Sin embargo, yo tenía la respiración aún agitada y sentía que mi corazón me iba a mil por hora.

-¡Ya veo que os empezáis a llevar mejor! Me alegro. -Mi madre sonrió tiernamente.- ¿Y bien?¿No bajáis? -Preguntó al ver que no movíamos ni un músculo.

-¡Si, si! De hecho, ya yo me iba a ir. -Con tal de salir del ambiente incómodo que se había creado ente Dylan y yo, salí corriendo, literalmente, de allí.- ¡Los espero en la mesa!. -dije mientras comenzaba a bajar rápidamente las escaleras. - ¡Auch! -Me quejé tras haberme caído. Es lo que suele pasar cuando una persona torpe y nada ágil baja las escaleras corriendo.

-¡Sum! -Oí como gritaba mi madre preocupada.

-¿Summer estás bien? -Preguntó mi amiga riendo.

-Si, si... Solo fue una caída de culo, nada más. -Afirmé riendo mientras intentaba incorporarme de nuevo.

-Espera, que te ayudo. -Se ofreció mi tío Erick.

-No te preocupes, ya puedo yo sola. -Le respondí tímida. Al fin y al cabo, todavía era un extraño para mí.

-De acuerdo. -Rió y se encogió de hombros.

Cuando finalmente me levanté, me mareé un poco. Puse una mano en mi cabeza con una mueca de dolor y sentí como mi cuerpo se iba haciendo hacia atrás. Noté como alguien bajaba las escaleras ágilmente  y se colocaba detrás mía. Me dio una especie de abrazo por la cintura impidiéndome así caer. Cuando sentí un escalofrío al poner mi mano sobre la suya como acto reflejo, me di cuenta de quién era.

-Te tengo. -Dijo en voz baja, pero audible mientras me daba la vuelta para quedar cara a cara

-Esto... Gracias -dije nerviosa y me alejé ligeramente de él, ya que estábamos demasiado cerca.

Miré a mi alrededor para analizar la situación. Erick tenía una mueca divertida en su rostro junto con su ceño fruncido, Verónica seguía incrédula asimilando lo que acababa de ver, cosa que me confundió ya que antes se comportó como si lo que vio fue una situación de lo más normal, y mi madre parecía preocupada.

-¿Que te pasa mamá? -Pregunté riendo ante la preocupación que mostraba.

-Ay, cariño, ya pensé que te ibas a hacer daño otra vez. -dijo mientras todos entrábamos a la cocina. En la mesa había ensalada y pechuga. Mi barriguita estaba hambrienta y el olor me tentaba a lanzarme sobre la mesa.

Mierda. Pensé al oír lo que acababa de decir mi madre.

-Ni que me fuera a matar por una caída de culo- intenté restarle importancia al asunto ya que no quería que siguiéramos por esa conversación.

-¡Espera, espera! -O'Brien me miró curioso-  ¿Cómo que "otra vez"? -preguntó refiriéndose a lo que había dicho antes mi madre.- ¿Tan torpe eres que ya te habías caído antes? -dijo riendo.

-Sí, cuando era pequeña. -respondí algo incómoda. -Pero no entremos en detalles.

Dylan y Verónica me miraron extrañados y luego posaron su mirada en la de mi madre esperando algún tipo de respuesta.

-Verás, -comenzó a hablar mi madre- cuando Summer era pequeña, no le gustaba nada bañarse. Estoy hablando de hace unos 10 años, cuando ella solo tenía 6. -Explicaba mi madre mientras nos sentábamos.- El caso es que un día  se escapó del baño y fue corriendo por toda la casa para que no la pillara. Cuando fue a bajar las escaleras, se cayó y la tuve que llevar al médico. Acabó con un yeso en la pierna y una cicatriz. -terminó la frase riendo, algo nostálgica al recordar cuando yo era pequeña.

Todos estallaron a carcajadas y yo bufé.

-No me lo puedo creer. -dijo Dylan aún riendo. 

-Ya veo que no captaste lo de "no entremos en detalles" -dije de mala gana y algo avergonzada. Mi cara había comenzado a arder ligeramente.

-Bah, tampoco es para tanto comparado con lo que te pasó a ti. -Habló esta vez mi tío dirigiéndose a Dylan.

Yo lo miré con curiosidad y le insistí a que siguiera hablando.

-Cuando tu primo era pequeño, -comenzó a explicarme.- hubo una madrugada en la que estuvo sonámbulo. Para no largar la historia, iré al grano. Por la mañana lo encontramos en...

-Papá -lo interrumpió Dylan indicando que dejara de hablar. Sus mejillas había tomado un color rosado.

-Como iba diciendo, -volvió a hablar Erick, ignorando a O'Brien por completo.- lo encontramos desnudo, en el jardín del vecino, junto con su perro durmiendo en el césped.

Todos reímos y Dylan bufó molesto.

-¡Pobrecito! -dije de forma divertida y estirándoles las mejillas con mis manos. -Y, ¿Sigues siendo sonámbulo? -pregunté curiosa.

-No, ya no. -Respondió algo incómodo.- Por suerte... -susurró.

-¡Ah! -Gritó Verónica.- Ahora lo entiendo. -dijo riendo

-¿Y ahora qué? -Le pregunté divertida porque conociéndola seguro que es por algo que paso hace rato.

-Ya sé por qué tienes una llave en tu baño. -La miramos confundida.- Seguro que tu madre te tenía que encerrar para que no te escaparas ni te cayeras por las escaleras otra vez. -dijo riendo.

Todos reímos.

-Ja ja ja -reí haciéndome la molesta.- Muy graciosa te levantaste hoy.

-Gracias. -Me contesto haciendo su pelo hacia atrás como una diva.

Después de esta extraña y  vergonzosa conversación para todos nosotros, seguimos comiendo en silencio. Pero este ambiente no duró mucho ya que Dylan se decidió a hablar.

-Oye, gafitas, ¿Puedo verla? -Lo miré confusa y fruncí el ceño ya que no entendí su pregunta. Mientras tomé un vaso de agua.- Me refiero a tu cicatriz -Concretó.

En ese momento me atraganté con el agua que aún bebía y mis mejillas empezaron a arderme. Todas las miradas se clavaron en mi y mi madre soltó una pequeña risa.



Las pesadillas se convierten en sueños [Dylan O'Brien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora