Primer día (28)

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Los rayos del sol que traspasaban el cristal de las puertas hicieron que me despertara. Sin abrir los ojos, sonreí al pensar en lo bien que había dormido junto a Dylan.

Me estiré un poco y estiré mi mano para alcanzarlo.

-¿Dylan? -abrí los ojos al no sentirlo.

Di un suspiro.

Tal vez se había ido para que Raúl no nos viera.

Me tiré de nuevo en la cama, boca arriba, y separé los brazos y piernas, en forma de estrella.

Todavía tenía la conversación de ayer en la cabeza y no pude evitar pensar en lo bien que me sentaría poder decir que ese estupendo chico era mi novio. 

Pero claro, cada cosa a su momento. Prefiero que vayamos lento y que sea duradero a ir rápido y que sea pasajero.

Di un suspiro.

-¿Cuándo se supone que me lo vas a pedir? -solté en un susurró.

-¿Quién te tiene que pedir el qué?

Dylan se paró frente a mí, con una bandeja repleta de comida.

-¿De qué hablas? -intenté sonar convincente, aunque creo que el sonrojo en mis mejillas me delató.

Él dejó la bandeja en la mesita que había al lado de la cama y se sentó a los pies de esta.

-¿No estabas hablando sola? -inquirió con una ceja alzada.

-Puede. -dije en voz aguda.

-¿Puedo saber qué significa lo que dijiste? -sonrió con malicia.

-¿Qué dije?

-¿Cuándo se supone que me lo vas a pedir? -dijo imitando mi voz.

-Pensé que ya no te acordabas. -entrecerré los ojos.

-¿Y bien?

-No es nada. Cosas mías. -me encogí de hombros.- ¿Me pasas las gafas? -intenté cambiar de tema.

Dylan estiró su brazo y me las alcanzó. Luego puso la bandeja entre nosotros.

-Hice crepes, zumo de naranja y le añadí un plátano. Me he dado cuenta que siempre desayunas uno.

-Wow... Pero, ¿lo hiciste tú solo?

-Santi me ayudó. -se rascó la nuca. 

Mi mirada se quedó perdida en su rostro. ¿Realmente se preocupó por mí e hizo el desayuno solo para mí? 

-¿Cómo sabías que siempre desayuno un plátano? -me di una bofetada mental por no agradecerle todo el esfuerzo.

-Yo, supongo que he visto que siempre lo haces. -me miró fijamente, sin pestañear.- ¿No te gusta? Pensé que como también tiene chocolate...

-No, no. O sea, sí me gusta. -me apresuré a levantarme.- Es un detalle muy bonito. Me encantan los crepes, el chocolate y el plátano. -dije mientras me ponía sobre él y envolvía su cuello con mis brazos, como de costumbre. Entonces soltó una pequeña carcajada y me di cuenta de lo que había dicho.- ¡No seas mal pensado! -fingí estar enfadada.

-No lo soy. Contigo es imposible. -acarició mi mejilla.

-¿Por qué? 

-Quiero decir que nunca dices frases con doble sentido, o... -hizo un pausa y yo fruncí el ceño.- Creo que yo soy el pervertido de esta relación extraña.

-Bueno... Tienes razón. Siempre soy la niña inocente. -rodé los ojos y bajé mis brazos.

-Hey, -agarró suavemente mis muñecas.- no te pongas así. No me refería a eso. 

Las pesadillas se convierten en sueños [Dylan O'Brien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora