Capítulo 21

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Me desperté de buen humor por lo bien que había dormido, más cuando descansé sobre mi... ¿novio?... Da igual. 

Levanté la cabeza con cuidado para no despertarlo, y aunque sentí que mi moño se me había desecho y que debía de estar fatal, no me importaba. 

Comencé a observar su rostro detenidamente, mirándolo enternecida. Sus párpados estaban relajados, tenía unas cuantas pecas en su nariz por la llegada del sol abrasador del verano y sus labios formaban una ligera sonrisa relajada, aunque su pelo seguía intacto. Llevé mi mano hacia su mejilla y comencé a acariciarla levemente con el pulgar.

De repente, abrió sus ojos de golpe y sonrió. Di un suspiro fuerte hacia dentro por el susto y me caí de lado en el suelo al perder el equilibrio. Él soltó una fuerte carcajada y se sentó a los pies de la cama.

-¿Dormiste bien? -preguntó aún riendo mientras yo lo miraba mal.- Te ves muy linda despeinada. -me dijo burlón.

-Eres un idiota. -me tendió la mano para ayudarme a levantarme, pero no la cogí.

-Y tú una torpe. -me sonrió y lo volví a mirar mal.

Bufé y me di la vuelta para mirar la hora en mi móvil y ver si tenía algún mensaje de mi madre, además de que así podía evitar hablar con él. 

Encendí la pantalla y el reloj marcaban las 17:49. Perfecto. Todavía podemos estar un rato más juntos.

Me percaté de que tenía un mensaje de un número el cuál no estaba en mi agenda de contactos. Tal vez era el mismo número que me dejó aquellos mensajes cuando mis amigas colgaron mi foto con Nutella por toda la cara. 

Número desconocido.

-Hola bonita, soy Santiago el de tu clase de mates.

-Me preguntaba si querrías quedar algún día conmigo y así conocernos un poco.

-Piénsatelo.

¿Quién será? Nunca había hablado ni visto a ningún Santiago... 

Se me ocurrió preguntarle a Dylan si sabía quién era; como él es popular y conoce a casi todos los del instituto, tal vez sepa quién era.

-Oye, Dylan. -lo llamé y él se puso detrás mía, apoyando su barbilla sobre mi hombro. -¿Sabes quién...?

-¿Ya no estás enfada? -me interrumpió.

Entonces me giré para poder mirarlo. Ya ni me acordaba del pequeño y falso enfado que Dylan se había creído, pero por jugar un poco no pasaba nada.

-En realidad, sí que lo estoy. -me crucé de brazos pero sin apartarme de él.

-Venga Sum... Era una broma... -me dijo remolón mientras me halaba por la cintura hacia él, que caminaba despacio hacia atrás en dirección a la cama.- Además, sabes que te digo de broma que te ves fea cuando estás despeinada.

-Ah... ¿sí? -susurré, poniéndome de puntillas.

-En realidad, te ves fatal. -dijo estropeando totalmente el momento y provocando que me separara de él rápidamente.- Pero no me importa. -se apresuró a decir.

-Eso está mejor. -sonreí y me volví a poner de puntillas para darle un dulce beso.

Me separé al final del beso al escuchar de nuevo un mensaje y el soltó un pequeño gruñido.

-Déjalo ahí... -susurró poniendo su mano sobre la mía, que estaba en el bolsillo de mi pantalón.

-¿Y si es mi tía la de Canadá? -bromeé.

Las pesadillas se convierten en sueños [Dylan O'Brien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora