Capítulo 13

25 5 0
                                    

-¿Por qué desayunan sin avisarme? -preguntó mi amiga entrando en la cocina.

-No lo sé. Tal vez porque eres una cotilla y molestas a los de esta casa. -me encogí de hombros para después tomar un sorbo de mi chocolate caliente.

Dylan quiso hacer hoy el desayuno para celebrar nuestra tregua oficial y preparó la mesa. Había tostadas con mermelada y mantequilla, chocolate caliente, café y fruta, a parte de los sandwiches que nos dejaron los padres por si no queríamos cocinar nada.

Mientras comíamos, Dylan estuvo pensativo durante todo el desayuno y no pronunció una sola palabra. En cambio, nosotras sí que no paramos de hablar sobre cualquier cosa estúpida que se nos pasaba por la cabeza.

-Por eso es que las mariposas me dan miedo y no asco. -terminó de contarme Verónica.

Tras un par de conversaciones absurdas más, terminamos de comer y me encargué de recoger la cocina. Después de meter todo en el lavavajillas, di un suspiro y me dirigí hacia el salón para sentarme al lado de mi amiga. 

-¿Me puedes pasar el mando? -me dijo Verónica justo cuando me había dejado caer sobre el sillón.

Mientras me ponía de pie, le lancé una mirada de mal gusto y se lo tiré justo en la cabeza, pero no muy fuerte. Entonces me reí de la cara que había puesto.

-¡Hey! -se quejó mientras se acariciaba la frente- ¿Por qué hiciste eso? -yo seguí riendo, y como siempre, le terminé contagiando mi risa.- Que sepas que aunque me esté riendo, acabas de hacer que reviva el trauma que tengo con la chancla de mi madre.

Me reí todavía más fuerte por lo que acababa de decir, al recordar que cuando éramos pequeñas, no había día en que Verónica no se llevara un golpecillo o un chancletazo de parte de su madre por hacer alguna trastada. 

Cuando se nos pasó el ataque de risa, le quité el mando de sus manos y puse la misma película que vemos cuando no tenemos nada que hacer: Bajo la misma estrella. 

[...]

Era por la tarde y había ido al Starbucks con Elisa y Verónica. Habíamos estado hablando sobre mi relación con O'Brien y cómo habíamos pasado de odiarnos tener ahora algo parecido a una amistad.

-Enserio,  si mi primo se arrodilla ante mí para hacer las paces creería que es un milagro navideño por adelantado. -dijo Elisa riendo.

-Tampoco fue para tanto, solo me pidió perdón y ya. -dije restándole importancia.

Verónica y Elisa se miraron entre sí y luego posaron su mirada en mí.

-¿Por qué no habló durante todo el desayuno? -me preguntó, o más bien interrogó.

-No lo sé, -me encogí de hombros indiferente.- y tampoco me interesa. Y por si me lo preguntas, no, tampoco sé por qué subió a su habitación y se encerró  allí durante todo el día.

Mis amigas se volvieron a mirar con esa sospecha en sus ojos y no era la primera vez que lo hacían durante toda la tarde.

-De acuerdo, -dije soltando en vaso vacío de batido sobre la mesa- ¿pueden dejar de mirarse así? Porque siento que me están ocultando algo y estoy un poco perdida.

Se volvieron a mirar de la misma manera y luego dijeron hablaron a la misma vez.

-¿"Así" cómo?

-Pues como lo llevan haciendo toda la tarde cada vez que respondía alguna de sus preguntas del interrogatorio sobre O'Brien. -respondí algo molesta.- ¿Por qué les interesa tanto que me lleve bien con él?

Ellas se volvieron a mirar de la misma manera y yo estampé mi mano contra mi frente como signo de frustración.

-Verás, es que tú... Es decir, Dylan y tú... - Eli chasqueó la lengua al no encontrar las palabras correctas.- Quiero decir,  Verónica os ha estado viendo y parece que os gus...

-No sigas. -la interrumpí.- No quiero que me digan de nuevo que siento algo por él porque no es verdad. Es mi primo, tal vez sienta algún tipo de amor hacia el, pero es un amor como el que les tengo a ustedes o a mi madre. No va más allá. -dije seria. Me di cuenta de que Elisa iba a replicar cuando me adelanté a hablar.- Y no quiero hablar más sobre él, ¿de acuerdo?

Ellas se volvieron a mirar, pero esta vez ya no eran "cómplices" con su mirada. Las conozco, y sé que si hubiesen seguido así, se hubieran hecho ilusiones sin sentido.

Estiré mi mano para coger el batido de Verónica, ya que me había acabado el mío, cuando recordé la cadena plateada que colgaba del cajón de Dylan. Moría por saber qué era y necesitaba hablar sobre qué podía ser...  Volví a dejar el vaso sobre la mesa, sin haberle dado ningún sorbo y me crucé de brazos, pensativa. Dudando sobre qué hacer, me decidí por hablar.

Como si supieran que les iba a contar algo, me miraban con intriga. O tal vez era porque yo estaba algo inquieta y en mis pensamientos, que era la opción más probable.

-Aunque sí que hay algo sobre lo que quiero hablar. -ellas seguían con su mirada sobre mí, esperando a que continuara.- Hoy, antes del desayuno, y por eso estuvimos después sin hablarnos, -le dediqué una mirada rápida a Verónica.-  vi que colgaba algo por fuera de un cajón en su habitación. Me llamó la atención, y cuando lo fui a coger, Dylan me apartó y me dijo que fuéramos a desayunar. 

Cuando se los conté, me miraron esta vez a mi como si estuvieran decepcionadas y estuvieran esperando oír algo mejor.

-Cuánto misterio. -habló Elisa con sarcasmo.- Seguramente era un collar que le avergüenza tener o algún motivo más absurdo.

-Yo también hubiera pensado eso, pero lo que me inquieta es que cuando lo miré a los ojos, eran... diferentes. -aclaré.- No lo sé, tal vez son cosas mías y tanto libro me hace daño, pero pienso que eso es importante para él.

-Definitivamente tienes que dejar de leer tanto. Afecta a tu vida real. -añadió Elisa riendo.

-Pero es que tenías que haber visto cómo me miró y cómo me habló. No lo hizo en un tono enfadado, porque ese te aseguro que sé como es. Y tampoco fue del todo normal... Fue como si no le gustara hablar sobre eso.

-Deja de darle vueltas, seguro que no es nada como dice Elisa. -hizo un gesto con su mano quitándole importancia.-Además, yo soy tú y si estoy en su habitación con él, en lo menos que me fijo es en una cadena.

Entonces me alteré un poco.

-Vamos a ver, me lleváis nombrando a O'Brien toda la tarde y he contestado de mala gana. Ahora que quiero hablar sobre algo que considero importante y que me intriga, y que además es sobre él, me decís que seguramente son cosas mías. Yo sé lo que digo y también lo que vi. -di un suspiro para poder hablar más calmada.- Sólo quería que me ayudarais y me dierais ideas sobre qué podía ser. -me relajé y apoyé la espalda contra el respaldo de la silla.

Ellas me miraron comprensivas y al fin parecieron entenderme.

-Pues entonces activemos nuestro modo FBI y vamos a averiguar qué puede ser. -Verónica se dirigió a nosotras con una sonrisa en sus labios y las tres apoyamos los codos sobre la mesa para poder hablar más cerca.

[...]

-Chicas, creo que sólo se nos da bien stalkear y no investigar más a fondo. -dije riendo.- Sólo tenemos que puede ser un regalo de su primer amor que le rompió el corazón. Cosa demasiado improbable sabiendo cómo es él,"el chico que nunca se enamora" -dije haciendo énfasis moviendo las manos.

-Y también tenemos que es un collar de un cantante famoso y por eso le da vergüenza que sepan que es fan de alguien.

Ambas nos miramos entre nosotras y estallamos en una carcajada sonora. Justo en ese momento, cuando las risas habían cesado, la pantalla de mi móvil, que estaba sobre la mesa, se encendió indicando que me estaban llamado. Las tres miramos curiosas la pantalla.

-Hablando del rey de Roma, por la puerta se asoma. -dijo con una sonrisa Elisa.

-¿Diga?



Las pesadillas se convierten en sueños [Dylan O'Brien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora