Capítulo 11.

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Summer se había quedado dormida, y a mi ya me estaba entrando sueño. Apagué el portátil y lo puse debajo de mi cama, al lado de mi móvil. La pantalla de mi móvil se encendió, lo que significaba que me había llegado algún mensaje. Decidí verlo. Eran 19 mensajes de Santiago, preguntando por mi nueva prima y recordándome la apuesta. 

Santiago.

-Hey tío, cuando me vas a presentar a tu hermosa prima?

-Y si no te acordabas, todavía tienes que acostarte con Summer, la chica del otro día.

-A no ser que quieras perder la apuesta.

Decidí cerrar el móvil. 

Ahora que me va bien con Summer no pienso estropearlo. Le diré a Santi que Sum es mi prima y espero que lo entienda.  Aunque conociéndolo, seguro que me pone alguna pega, o peor, gane él la apuesta y se acueste con Sum... Mejor me voy a dormir y mañana espero tener las ideas más claras.

[...]

Me despierto por la luz del Sol que entraba  por mi ventana. Fui a moverme pero noto un peso sobre mí. Cuando miré a ver que era, vi a una Summer totalmente despeinada, con sus cabellos rizados por fuera de su coleta. Su boca estaba entreabierta y con una sonrisa relajada y sus mejillas con el tono rosado de siempre. Llevaba un pantalón corto que se había remangado y dejaba ver un poco de sus nalgas. Estaba bastante graciosa. Y ahora que lo pienso, tanto como para sacarle una foto y reírme de ella por una par de semanas. Estiro el brazo lo más que puedo para coger mi móvil y luego le saco una foto. Sin querer, me olvidé de desactivar el flash y por esto Sum se despertó. Rápidamente puse mi móvil bajo la almohada.

-Mmm... Verónica... -comenzó a hablar sin abrir los ojos- ¿Qué haces en mi cama otra vez? ¿Tuviste otra vez la misma pesadilla? -dijo sonriendo pero sin abrir todavía los ojos- ¿Cuándo has estado yendo al gimnasio?-preguntó mientras palpaba mi abdomen.

Narra Summer.

-Buenos días gafitas -escucho la voz de O'Brien. Mis ojos se abren de golpe y recuerdo todo lo que pasó ayer. Mi mirada se relaja y me separo un poco de Dylan, ya que estaba abrazada a él como un koala. Era una situación algo incómoda. -¿De verdad crees que he estado yendo al gimnasio?- se burló de mí.

-Aish, cállate. No tengo fuerzas para odiarte desde tan temprano. -le contesté riendo.

-Yo no diría tan temprano. -le miré confusa- Ya es casi la una.- soltó una carcajada por mi cara de sorpresa.

-¿¡Qué!? ¿A qué hora nos acostamos ayer? -Dije sentándome a su lado, quedando frente a frente.

-Mmm... Creo nos dormimos a las 3 y algo de la madrugada.

Oh, oh, tus papis lo van a mal pensar.

Creí que nunca diría esto, pero tienes razón.

Siempre la tengo.

Ay, que modesto por tu parte.

-¡Dylan! Pero ya es tarde, ¿y que van a pensar nuestros padres cuando salgamos los dos de tu habitación? ¿Y si...? -fui interrumpida.

-Tranquila. -dijo riendo pero en un tono sereno- Ayer, mientras recogíamos la mesa, dijeron que se iban desde muy temprano y no llegaban hasta la cena. -me explicaba mientras se sentaba quedando de nuevo frente a mí.- Aunque no especificaron nada. Además, ¿por qué iban a mal pensar algo si somos primos?-preguntó alzando una ceja.

-No, por nada... Ahora que lo pienso, tienes razón. -miré hacia otro lado ya que me sentía incómoda.- Es que, no sé, se me hace raro. Es decir, no me caes mal ni nada de eso, -dije riendo- pero piénsalo; nunca habíamos  hablado desde ayer y tampoco es que te conozca a la perfección en un solo día; Tú eres el popular del instituto y a mi me dicen la nerd solo por llevar gafas y sacar buenas notas.

¿Por qué le estoy contando todo eso a él? Se suponía que mis psicólogas eran Verónica y Elisa.

-A ver, -puso su brazo sobre mis hombros- pero todo eso puede cambiar. No soy un chico muy complejo, que digamos. En dos días se me conoce fácilmente. -me dedica una sonrisa.- Y por lo de que soy el popular y tú la nerd, también puede cambiar. Si te fijas, todos los que están a mi alrededor son populares. Bastaría con decir que somos familia. -enarcó sus dos cejas.- Y bueno, -se rasca la nuca- no eres tú sola, a mi también me resultan incómodas algunas situaciones.

Wow... Al parecer no soy yo sola. Creo que Dylan nunca había hablado con tanta sinceridad en toda su vida. Cada vez me sorprende más este chico. O tal vez es que esta habitación es mágica y nos hace hablar más de la cuenta. Definitivamente la segunda opción es más probable.

-Anda... Pues, es verdad. -reí y pensé en darle un beso en la mejilla como hago con mis amigas y otros familiares, pero sería demasiado incómodo hacerlo con él.- Gracias. ¿Sabes? Nunca imaginé estar encerrada en una habitación contigo a solas y no volverme loca a los cinco minutos -soltamos una carcajada.

O'Brien fue a decir algo pero fue interrumpido por una voz familiar.

-No sé por qué, pero tengo la sensación de que ya se llevan mejor. -dijo Verónica riendo desde la puerta.

Yo me asusté y lo único que se me ocurre hacer es soltar un pequeño grito y esconderme detrás de O'Brien, mientras lo abrazaba, otra vez. 

Genial, Summer, genial.

-Creo que mientras viva con ustedes dos me voy a ir acostumbrando a este tipo de... situaciones. -dijo con una media sonrisa en el rostro y levantando sus cejas mientras miraba hacia mi dirección.

-A mi no me mires. -me excusé levantando los brazos en forma de inocencia- No es mi culpa que aparezcan personas de la nada -clavé mi mirada en Verónica, que seguía de pie en la puerta de la habitación.- y comiencen a hablar como si no nos hubieran estado espiando.

Los tres reímos. Yo me rodé a un lado y le hice una seña a mi amiga para que se sentara con nosotros.

-Espera, ¿desde cuando estás aquí? -pregunté curiosa.

La mirada de Verónica se dirigió a O'Brien mientras sonreía pícara. O'Brien la miró confuso.

-Desde que tu maravilloso y sexy primo, mientras estabais los dos acurrucados en su cama, -explicaba dándole un doble sentido a cada cosa que decía- sin sábanas y tu pantalón ligeramente levantado, dejando ver tu hermoso y redondo trasero, -me sonrojé ligeramente por lo que acababa de decir- cogió su móvil y te sacó una foto, repito, de tu sexy y hermoso cuerpo abrazando el suyo.

¿QUÉ?





Las pesadillas se convierten en sueños [Dylan O'Brien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora