Capítulo 12

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-¿Qué? ¿Por qué hiciste eso O'Brien? -pregunté seria y confundida a la vez.

Mi corazón casi sale de mi pecho al pensar en si se las habrá pasado a alguien, o las habrá subido a algún sitio. En cambio, él, por un momento, refleja sorpresa en su mirada, pero rápidamente volvió a su pose de siempre, tranquila y natural.

-Sí, O'Brien, ¿por qué lo hiciste? -repitió mi amiga con un tono acusador y yo la miré mal, indicando que saliera de la habitación.- Vale, ya me voy. -se fue mientras levantaba sus manos en señal de inocencia y rodó los ojos.

-Creía que ya por fin nos llevábamos bien -suspiré disgustada y algo enfadada, casi hablando más hacia mí que hacia él.

Ya me está cansando toda esta situación en la que nos peleamos 1 día y nos reconciliamos otro. En vez de primos, diría que parecemos un pareja con 20 años de casados. Pero claro, en realidad, no es como si nos conociéramos de toda la vida. Es decir, siempre lo he visto por los pasillos del instituto, pero nunca hemos hablado, aunque tampoco me interesó hacerlo

-No gafitas, no te confundas. Deja que te lo explique.

Por un momento dudé en responder. Él parecía tranquilo, pero algo me decía que estaba algo nervioso. Mi mirada estaba fija en la suya, debatiendo si seguir enfadada o darle una oportunidad. Desvié mi vista hacia otra dirección y hablé.

-No sé ni por qué te voy a escuchar -hablé negando con la cabeza.

-A ver, iré directo al grano. Me desperté y te encontré totalmente despeinada, en una posición graciosa, y simplemente te saque foto porque te veías muy divertida... -se rasca la nuca.- Y quería reírme de ti, pero solo por un par de días.

-¡Genial! -dije irónica.- Es decir, te parecía ridícula y quisiste sacarme una foto para reírte de mí, solo porque no despierto sexy y bien peinada como lo hacen todas con las que te acuestas.-bufé

-Haré como si no hubiese escuchado eso.-me miró serio- Pero en defensa propia diré, que tenía que tener algún arma en contra a ti, por si algún día la necesitara. 

-Sigo sin estar muy convencida. -me crucé de brazos.

-Mira, lo que voy a hacer es perder mi dignidad frente a ti, así que espero que eso baste.-suspira algo irritado y se pone de rodillas frente a mi. Mientras, yo estoy sentada, e brazos cruzados e intentando mantener una cara seria.- Yo, tu primo Dylan O'Brien,-se puso una mano en su pecho- seguramente el mas guapo, te propongo a ti, Summer Munn "barra" gafitas, un pacto definitivo entre primos, en el que no habrán mas discusiones, ni cometeré mas errores, al menos en los próximos 3 meses.-sacó un anillo que llevaba en su dedo y lo hizo un poco más estrecho. Entonces, cogió mi mano.- ¿Aceptas?

-Acepto.-dije riendo mientras él ponía su anillo en mi dedo corazón.- No sé si tener fe en ti, pero acepto.

-Ten fe, gafitas, ten fe.

Nos quedamos en silencio, pero al menos para mí no era un silencio incómodo. Se sentía relajado, y el olor que tenía su habitación a su colonia me gustaba.

 Sentía su mirada posada en mí, aunque no me atrevía a mirar directamente, lo vi de reojo.

Empecé a observar toda su habitación con más detalle. Sus paredes eran celestes, como las mías. Frente a su cama estaba el armario, con una puerta medio abierta y cajas al rededor, como si hubiera dejado a medias su trabajo de ordenar la ropa. A la derecha, un escritorio todavía vacío. Luego, pegado a mí, había una mesa de noche. Tenía una lámpara, también celeste, y al lado su móvil. Había un cajón entreabierto, del que sobresalía una cadena plateada y larga.

La curiosidad me invadió y no pude resistirme a preguntar. Entonces, lo hice, pero antes aclaré mi garganta.

-¿Qué es eso? -dije mientras señalaba el cajón con mi dedo índice. - ¿Puedo? -volví a preguntar.

Estiré mi mano para alcanzar el objeto, ignorando que no me haya respondido. Entonces, sentí como su mano agarraba mi muñeca, pero no de una manera brusca. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, al no esperar su tacto cálido sobre mi fría muñeca. Entonces, lo miré a la cara esperando algún tipo de respuesta o explicación. Al girarme, me di cuenta que él, al agarrarme mi muñeca, había acortado un poco las distancias e invadido mi espacio vital. Por instinto, mi cuerpo se inclinó un poco hacia atrás cuando él soltó mi muñeca, y me fijé en su rostro. Como siempre, parecía tranquilo, relajado, pero había algo que no encajaba. Su mirada parecía como si ocultara algo o estuviera triste. Quiero preguntar qué le pasa, pero no sé cómo. Abrí mi boca para hablar, pero sin saber qué decir, la volví a cerrar. Entonces, él bajó la cabeza unos segundos, y cuando la volvió a levantar, ya no tenía ese brillo en sus ojos. No sé cuánto tiempo estuvimos sin decir nada, pero por lo sucedido, el silencio sí era un poco incómodo.

-Mejor vamos a desayunar. -dijo en un tono calmado pero firme, rompiendo así el silencio.

-De acuerdo...

No sé qué era lo que había dentro de ese cajón, ni sé por qué me interesa saberlo, pero lo que sí tengo claro es que es algo importante para O'Brien. La manera en la que su mirada cambió de un instante a otro cuando fui a coger el objeto, me indicaba que era algo personal, algo triste, pero mis dotes de futura psicóloga no dan para averiguar más.


Las pesadillas se convierten en sueños [Dylan O'Brien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora