Capítulo 26

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-Summer...-alguien me acarició la mejilla.-  Ya llegamos. -me avisó Verónica y yo solté un bostezo.- Despierta a tu novio también.

-No es mi... 

Pero antes de que pudiera protestar, mi mejor amiga ya se había ido, dejando la puerta abierta para que ahora saliéramos Dylan y yo. Me levanté un poco, con cuidado para no hacerle daño. 

¿Cómo se suponía que había llegado aquí? Aunque hay que admitir que despertar sobre Dylan es mejor que cuando te duermes en el sofá y despiertas en la cama.

O'Brien es mejor que la cama.

Mucho mejor.

-¿Dylan? -susurré y le acaricié el hombro. Él bostezó y abrió un poco los ojos.

-Hola, linda. -me sonrió sin mostrar sus dientes.

-Hay... hay que salir del coche. Ya llegamos.

-¿Sabes en dónde estamos?

-Nadie lo sabe. -dije obviando, aunque al ver su sonrisa pícara dudé en si eso también era mentira.- ¿Tú lo sabes?

-Puede. -se encogió de hombros.- Pero tienes que verla por ti misma.

-¿Verla? ¿Es una casa?

-Ni si quiera has mirado dónde estamos, ¿verdad?

En realidad, tenía razón. Me tomé un momento y miré por las ventanas del auto. Estábamos aparcados entre unos árboles bastante altos. El cielo estaba totalmente despejado y el sol iluminaba la arena y el mar que se veían a lo lejos. 

Era precioso. Se parece tanto a una playa que ya me hace extrañar estar bronceada.

-¡Espera! -sonreí ampliamente.- ¿Estamos en la playa? -le agarré lo hombros.

-Y eso no es todo. Venga, -se movió al asiento cercano a la puerta y salió.- los demás ya deben de estar llegando y no me quiero perder sus caras cuando vean la sorpresa.

Yo lo imité y salí del auto, emocionada para ver la gran sorpresa. Pero en el momento que fui a caminar, sentí una punzada en mi tobillo que luego pasó a arder. 

-¡Ay! -me quejé y levanté el pie.

-¿Qué tienes? -Dylan enseguida se giró y miró hacia mi pie levantado.

-Me duele el tobillo.

-Vuelve a sentarte. -me dijo casi como si fuera una orden.

Yo le hice caso y me senté en el coche de lado, de modo que mis piernas quedaran colgando por fuera.

Dylan me quitó suavemente el zapato y observó la parte trasera de mi pie.

-¿Qué tengo?

-No lo sé. -entrecerró los ojos para mirar mejor.- Sólo veo sangre. Te debió de haber hecho daño la zapatilla. ¿Son nuevas? -yo asentí.

¿Y ahora qué iba a hacer? ¿Se suponía que tenía que ir hasta no sé dónde saltado a la pata coja?

Entonces, se me ocurrió una idea. Algo vergonzosa, según yo, pero supongo que era la única forma de poder avanzar.

-¿Puedes mirar si están nuestras maletas atrás? 

-Claro. -respondió. Después de escuchar cómo abría y cerraba el porta bulto, volvió a hablar.- No están. Seguramente se las llevaron Verónica y Elisa.

-¿Y Raúl? -reí al ver que lo excluyó. Él alzó una ceja.-Vale, puede que sea un poco vago. -admití. Comencé a hacer círculos con mi dedo índice sobre mi rodilla.- Oye, te importa si... ¿Me llevas a caballito? 

Las pesadillas se convierten en sueños [Dylan O'Brien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora