[009] - La supervivencia del más fuerte

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La noche estaba oscura, sombría y lluviosa una combinación que irritaba demasiado a Anna. El coche robado tenía la calefacción rota, así que estaba sentada en el asiento trasero temblando a pesar de todo el abrigo que llevaba encima. El hecho de que a ninguno de los hermanos parecía importarle el frío sólo la molestaba. Y el hecho de que habían estado luchando durante los últimos 30 minutos, la molestaba aún más.

—Sigo diciendo que esto es una mala idea —contestó Dean después de que su hermano le dijera que la salida estaba cinco kilómetros adelante.

Ella suspiró cuando Sam picó el anzuelo y comenzó el argumento de nuevo. —Dean, fue idea tuya y fue la mejor que tuvimos.

—Lo dije en broma.

—Fue una mala broma pero una buena idea.

—Sí, solo porque no tenemos ningún hechizo, ni libro... nada sobre cómo encontrar un maldito hueso virtuoso.

El momento en que Sam mencionó llamar a Castiel de nuevo fue el momento en que ella se unió a la charla. —No, de ninguna manera —gruñó mientras se inclinaba hacia delante.

—Anna, vamos...

—Apareció en mi cama, cubierto de abejas y desnudo —los hombros de Dean temblaron mientras se reía y ella le dio un golpe.

—Sí, realmente no siento habérmelo perdido —dijo Sam con una mirada de disgusto.

Se acercó aún más al asiento delantero y encendió la radio, haciendo callar a los muchachos cuando comenzaron a discutir de nuevo. —Escuchen.

—Escúchame. Este es un nuevo sector para Roman —dijo la mujer en la radio.

—Está bien. Está encerrado en el cuartel general de Sucrocrop justo ahora —dijo su compañera de trabajo. 

Dean apagó la radio—. Escondido en Sucrocorp, ¿eh? —Anna y Sam compartieron una mirada.

****

—Supongo que podremos encontrar el hueso de un virtuoso en una maldita cripta de monjas —Anna suspiró cuando hizo brillar la linterna en la puerta de hierro que tenía en frente.

Sam estaba justo detrás con un gran libro en sus manos que tenía todas las listas de las monjas enterradas en la bóveda. Dean había optado por quedarse en el coche, argumentando que ahora siendo tres significaba que no tenía que hacer el trabajo sucio.

—De acuerdo —Sam señaló el libro—. Escucha esto. Sor Mary Benedict enseñaba a los impedidos y murió a los 23 años. 

Anna empujó la puerta y miró alrededor de la pequeña sala en donde los cuerpos descansaban oyó a Sam entrando unos segundos después. —Eso es muy joven. Encuentra a alguien que hubiera tenido tiempo de cocinar.

—De acuerdo, bien, había... —hizo una pausa mientras pasaba su dedo por la lista de nombres—. Aquí, Hermana Mary Eunice. Alimentó a los pobres, se convirtió en Madre Superiora a los 60 años.

—Suena a política. El poder corrompe. 

—Claro... —otra pausa—. Escucha esto... Hermana Mary Constant, 83 años de silencio, humilde, la monja más bondadosa. ¿Qué piensas?

Se volvió hacia él y miró el libro en sus manos. —Solo con leer eso, ya quiero ser más justo.

—Exactamente.

Pasó su linterna alrededor de la habitación hasta que cayó sobre una placa que llevaba el nombre de la hermana Mary Constant. —Muy bien, yo apuesto por ella. Aquí vamos —se acercó a ella y le tiró a Sam la linterna, sonriéndole mientras hablaba—. Vamos a deshuesar a esa monja. 

entre los hermanos | supernatural¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora