━━━ PARTE III - [001] Me gustara vivir aquí

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Anna se sentó en el asiento delantero del Impala sintiéndose tan saludable como siempre. Habían abandonado la iglesia y no recordaba nada después de que se había retorcido de dolor. 

Entonces, de repente, se despertó en el auto sintiéndose como nueva. Estaba mirando a través de los sitios locales de noticias para ver qué decían acerca de la caída de los ángeles, lo cual según Dean, era obra de Cas.

—Esto no tiene sentido —se quejó Anna—. Quiero decir, ¿cuántos ángeles han caído? ¿cientos, miles? Y nadie ve nada. Esto es... mira esto. Lo llaman una lluvia de meteoritos. ¿En serio? —miró a Dean en busca de una respuesta, pero él seguía serio en el asiento del conductor. Sus nudillos estaban blancos por la fuerza con la que sostenía el volante—. ¿Qué pasa, Dean? ¿Estás bien?

Él la miró. —¿Yo? Sí. Estoy bien. Solo...

—Es solo que tenemos un gran festival de mierda entre manos. Sí, lo sé —se burló—. Miles de idiotas super-poderosos tocando tierra y no tenemos idea por dónde empezar.

—Los ángeles ahora mismo no son problema nuestro, ¿está bien? —gruñó Dean—. O los demonios o Metatron o lo que sea que le ha pasado a Cas.

Le dio una sonrisa confundida. —¿Porque nos reconciliamos en esa iglesia y ahora vamos a Disneylandia? Dean, tú mismo lo dijiste... no vamos a dormir hasta que terminemos con esto.

—Lo sé.

Anna se encogió de hombros. —Entonces, ¿cuál es el problema? —frunció el ceño y miró hacia el asiento trasero. Una sensación incómoda se apoderó de ella—. ¿Y dónde demonios está Sam?

—Tú eres el problema —afirmó Dean—. Mira, no hay forma fácil de decir esto, ¿bien? Pero algo sucedió allí en la iglesia. Y no sé qué fue. No sé por qué. Estás muriendo, Anna.

De repente, su corazón quería salir de su pecho y una sensación incómoda se convirtió en náuseas. Se movió en su asiento incómoda. —Cállate.

****

Sam nunca se había sentido tan aterrorizado en su vida. Anna había muerto una vez antes y eso lo había destruido. Pero ahora ella estaba en la cama de hospital aferrándose a su vida. De alguna manera parecía más real que la última vez. Más doloroso.

Esta vez tenía un cuerpo para llorar y no un recuerdo.

—La resonancia magnética muestra quemaduras internas masivas afectando a muchos de sus órganos vitales —explicó el médico. Dean apartó los escáners cerebrales para mirarlo—. El oxígeno que va al cerebro ha disminuido severamente. El estado de coma es el resultado del cuerpo haciendo todo lo que puede para protegerse de más daño.

—Esto no tenía que pasar —Dean murmuró mientras arrastraba sus pies hasta el final de su cama y la miraba.

—Si su esposa continúa con esta trayectoria, las máquinas podrían mantenerla con vida, pero...

—Estará muerta —terminó Sam.

El doctor lo miró con simpatía. —Técnicamente, sí. Me temo que sí.

Dean lo miró y Sam observó con dolor cómo el labio inferior de su hermano se estremecía y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Así que... ¿no hay recuperación? —dijo Dean—. Digo, no hay vuelta atrás. No hay nada.

El doctor apretó los labios. —Me temo que está en manos de Dios ahora.

La rabia floreció en el pecho de Sam ante el sonido de esas palabras, pero logró contenerse. Sabía que no era culpa del doctor, solo estaba tratando de ofrecerles consuelo y ayuda.

entre los hermanos | supernatural¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora