entre los hermanos | supernatural¹

[006] parte I

Anna y Sam estaban sentados uno al lado del otro en una furgoneta pequeña de color negro, estacionada en las afuera de la empresa de Richard Roman Enterprises. El brazo de Sam estaba apoyado en el respaldo de la otra silla, aplastando su cuerpo contra el de ella, dándole apenas el espacio suficiente para usar la computadora portátil de Charlie. Dean entró y preguntando cómo iban las cosas.

—Genial, ya que ella puso todo esto. Mira —Anna comenzó a teclear en la computadora mostrando las cámaras de seguridad del edificio—. ¿Ves esto? Puedo poner una imagen pre-grabada en cada cámara. Una vez haga eso, tendrá quince minutos.

—Quince minutos no es mucho tiempo —aseguró Dean.

—No —Sam afirmó—. Dijo que si le llevase más tiempo piratear su ordenador, entonces merecería ser comida.

Dean se rió entre dientes. —Ella me gusta.

—Ídem —Anna estuvo de acuerdo mientras veía a Charlie de pie fuera del edificio, mediante las cámaras.

—Y tú... —gruñó Dean, frunciendo el ceño mientras la miraba. 

Anna se puso a la defensiva inmediatamente. —¿Yo? ¿Qué diablos hice?

—Ibas a entrar allí, sabiendo que probablemente no habrías vuelto.

—Tendríamos la información que necesitábamos.

—No me importa. No te habríamos tenido.

Ella hizo una pausa por un momento, incluso Sam dejó de mirar las imágenes para ver a su hermano. —Mira... —dejó todo lo que hacía para mirarlo—. Nunca hubo ningún riesgo. Además, este es mi trabajo —Dean frunció el ceño con disgusto—. Yo sabía que ella iba a hacerlo.

—¿Cómo?

—De la misma manera que sé cuando Sam está molesto. Así como también sé que estás demasiado enojado para que me acerque. Soy buena leyendo a la gente, Dean. 

—Mira —interrumpió Sam señalando algo en la grabación de seguridad.

—¿Qué? —espetó Dean.

—Mira en su bolso —él hizo zoom sobre el bolso de Charlie, Dean maldijo en voz baja. La petaca de Bobby estaba en el bolsillo lateral. La imagen era borrosa y gris, pero habían visto ese frasco tantas veces que era inconfundible.

—Espera. ¿Crees que...

Sam comenzó a hablar pero su hermano lo interrumpió, terminando la frase por él. —¿Ha emprendido el vuelo después de decirle que apagara sus reactores? —Dean estaba enojado y con justificación—. Sí. ¿En qué diablos está pensando?

—No piensa. ¿Entonces qué hacemos? ¿Cancelamos todo?

—Solo tenemos una oportunidad —afirmó la pelirroja.

Dean suspiró y llamó al auricular de Charlie con su teléfono. Ella respondió y la puso en el altavoz. Anna reprimió una sonrisa cuando la escuchó cantando en voz baja.

—Charlie, soy Dean. ¿Estás cantando?

—Canto cuando estoy nerviosa, no me juzgues.

Dean sonrió. —Zona libre de juicios. Escucha, revisa el bolsillo lateral de tu bolso.

Vieron a través de las imágenes de la cámara como hizo lo que le dijo. Ella agradeció mientras sacaba la petaca de la bolsa. Tomó un trago y se retorció ante el sabor de cualquiera sea la bebida que Dean había cargo en ese frasco. —Buena idea.

—Sí, no hay problema —dijo Dean—. Mira, es algo así como una reliquia familiar. Es un amuleto de buena suerte, lo no pierdas. 

—Recibido. De acuerdo. Vamos a ello —a pesar de sus palabras de ánimo se quedó clavada en el lugar, con los brazos cruzados.