[002] - Al diablo con todo

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Por primera vez en meses, o años, Anna y los hermanos estaban teniendo un momento de paz. Claro, había trabajo por hacer pero los ángeles no iban a irse a ninguna parte. Y después de la dura experiencia que habían pasado, tomarse un momento para recuperar el aliento sería lo mejor para todos.

Necesitaba una oportunidad para encontrar el equilibrio entre los Winchester, una vez más.

Dean estaba recostado en una mesa de pic-nic en un parque. Anna estaba boca abajo sobre él, con la cabeza metida debajo de su barbilla mientras él arrastraba los dedos arriba y abajo por su espalda. Su otra mano enredada en su cabello.

Los ojos de la pelirroja estaban a punto de cerrarse, mientras observaba como Sam se acercaba hacia ellos y se apoyaba contra la mesa. Le sonrió cuando sintió su mano acariciando su mejilla.

—Esto se siente bien —murmuró ella.

Dean tarareó en señal de aprobación.

El momento era perfecto, pero no pasó mucho tiempo antes de que la realidad la golpeara. —Así que, ¿Cas es humano? —preguntó mientras giraba la cabeza para apoyar su barbilla en el pecho de Dean.

Él la observó. Sus ojos verdes mirándolo fijamente. Se estremeció cuando recordó que estuvo a punto de perderla. —Más o menos. Quiero decir, no tiene gracia, ni alas, ni arpa o lo que demonios tuviera.

Ella cerró los ojos cuando la mano de Dean en su espalda le provocó un escalofrío. —De acuerdo. ¿Dónde aterrizó?

—Me llamó desde una cabina de Longmont, Colorado. Le dije que fuera al búnker.

—Bueno, ¿crees que podría con un viaje así? —preguntó Sam.

Anna giró la cabeza para mirar los ojos de cachorro de Sam. —Cas es un niño grande. Si las cosas se ponen feas, sabe nuestro número.

—Sí —afirmó Dean—. Ahora mismo, tenemos preocupaciones más grandes.

Ella volvió a mirarlo. —¿Los ángeles caídos?

Dean se detuvo por un momento y miró a Sam antes de hablar. —Sí. Es decir, gracias a Metatron, tenemos un par de miles de bombas nucleares confusas y libres andando por aquí.

—¿Qué crees que van a hacer? —preguntó Sam dijo antes de que Anna pudiera analizar la vacilación de Dean.

—No tengo ni idea.

Anna respiró hondo cuando se dio cuenta de que ya no podía evitar la pregunta que la había molestado desde el hospital.

—Chicos —los llamó. Sintió el cuerpo de Dean tensarse al mismo tiempo que la cabeza de Sam giraba para mirarla—. ¿Qué pasa con Crowley? Tú...

—No, bebé —Dean la abrazó y le dio un beso en la frente—. No me malinterpretes, nada me hubiera gustado más que congelar a esa zorra inglesa.

—Pero pensamos que el Rey del Infierno podría saber algunas cosas, ¿así que por qué no interrogarlo? —terminó Sam.

Anna levantó la cabeza y miró a Dean. —Espera. Entonces, ¿Crowley está vivo?

Dean sonrió. —Sí. Es la basura de mi baúl.

Miró hacia el impala y sin decir una palabra más, le sacó las llaves del bolsillo y se levantó. Dean gimió cuando ella usó su pecho de apoyo para levantarse. Sam gruñó y murmuró por lo bajo cuando su pie, sin querer lo golpeó en la parte posterior de la cabeza.

Los dos se sentaron un poco enojados mientras la vieron abrir el baúl y hablarle a un Crowley atado.

Sam la señaló con su cabeza mientras hablaba con su hermano. —Eso te molesta, ¿verdad? No soy el único que se pone...

entre los hermanos | supernatural¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora