Twisted Plans (EVERLARK) (Completa)

Capítulo 17: Sueños y pesadillas.

Canción del capítulo: 18th Floor Balcony - Blue October

Canción que canta Kat: Raise your glass - Pink

PPOV

Los primeros rayos de sol se colaron por la ventana de mi habitación golpeando mi rostro. Abrí lentamente los ojos y me deleite con el más hermoso panorama: Mi Kat dormía tranquilamente junto a mí. Recordé entonces la que meses atrás era mi frase favorita.

"Ninguna mujer vale lo suficiente como para que amanezca en tu cama"

- Has alterado mi vida por completo Kat - Sonreí pasando una mano por sus mejillas. Era cierto, jamás ninguna mujer había amanecido en mi cama. Había tenido sexo a montones en ella, pero el honor de despertar con una mujer en mi habitación estaba destinado para mi pequeña Kat, mi amor...

Después de haberle confesado lo mucho que la amaba, llené su rostro de besos cortos. Ella sonriendo repetía que me amaba también. Kat había sido para mí un nuevo despertar, en muchos sentidos y estaría por siempre agradecido al cielo de que ella me amara con la misma pasión que yo lo hacía. Besé sus labios con suavidad y ella respondió de la misma manera, moría por volverle a hacer el amor, una...dos...mil veces si fuese necesario solo para demostrarle cuanto la amaba pero sabía que mi pequeña estaba agotada y debía dejarla descansar. La abracé con fuerza a mi pecho y así acurrucados nos quedamos dormidos...

Ahora llevaba contemplándola por un largo rato, sus rizos un poco desbaratados adornaban su rostro que se veía tan tranquilo. Sus labios rellenitos formaban una O, deseé en ese momento tener el don de poder leer mentes y poder meterme en la suya para saber que estaba soñando. Sus pequeñas y delicadas manos descansaban en mi pecho, llenando con su calor mi corazón. Bajé un poco el cobertor para admirar su perfecta desnudez. Sus redonditos pechos eran coronados por sus rosados pezones, su vientre completamente plano se veía perfecto con aquel pequeño ombligo, su piel era tan tersa en esa parte de su cuerpo que te invitaba a perderse en ella. Quise tocarla pero sabía que eso la despertaría así que solo me dediqué a verla y a llevar mi mirada más al sur, a su centro, aquel lugar tan especial en ella que me hacía sentir amado...

Una idea cruzó por mi cabeza, despacito y sin moverla mucho salí de la cama dejándola muy bien cubierta. Saqué del cajón de mi ropa interior un bóxer blanco y después de ponérmelo caminé hasta la sala.

Me senté en mi piano, semidesnudo y con el familiar frio matutino de Chicago. Levantando la tapa que cubría las teclas, deslicé mis dedos sobre las delicadas piezas de marfil. Su sonido perfecto me sacó una sonrisa. Abrí uno de los cuadernillos que Johana y Gale me regalaron y comencé a escribir en una de sus hojas las notas que venían a mi cabeza. Una tras otras se agolpaban en mi mente con la intención de ser plasmadas en el papel.

Empezaba con clave de sol, siguiendo con un suave compás de un tiempo completo. El pentagrama, las corcheas y las blancas eran mis mejores amigas y cómplices en ese momento. Una vez que llené casi toda la primera hoja hice una pausa, examiné mi trabajo, y satisfecho por lo obtenido comencé a interpretar mi creación.

Me concentré en deleitarme con el sonido de mi piano, golpeaba sus teclas despacio con el ánimo de no despertar a Kat. La composición no era nueva, pero habían ocurrido tantas cosas desde que la cree que necesitaba en definitiva un cambio. Empezaba con un aire melancólico y de soledad para pasar a la ternura y regocijo. Estaba contento con este nuevo cambio así que abandoné mis dedos del piano para escribir en el cuadernillo el título de mi composición

Kat's Lullaby

Sonreí al ver plasmado el nombre de mi pequeña encabezar una composición, tenía muchos años sin escribir una. Recuerdo que la última que escribí fue para la muerte del abuelo y estaba cargada de furia y dolor. Intenté componer después de un largo periodo pero todo lo que se me venía a la mente eran acordes inconexos y sin sentido. Me rendí unos meses después haciéndome a la idea que había perdido el don, pero Kat sin duda había regresado la chispa a mi vida. Y era ella justamente la dueña y musa de mi regreso a la composición.