para ti, gran donador de esperma

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Carta I


Recuerdo observarte todas las mañanas, estirabas tus músculos y hacías flexiones en la madrugada, cogías un algodón y siempre sabías que lo irías a usar, tomabas un prestobarba gillet azul doble filo y te afeitabas sin crema, salía un punto de sangre y entonces, usabas el algodón. Te ponías una camisa, te ajustabas la corbata, cogías tus pantalones, tus zapatos y aquel perfume con olor fuerte y entonces, masticabas un Chiclets sabor menta mientras agarrabas tu maleta y salías a trabajar.

Entonces yo iba a mi habitación, volvía a recostarme y me decía a mi mismo ¿algún día llegaré a ser tan grande como tú?

Recuerdo que cuando me llevabas al jardín, decías que era solo una desgastada bicicleta pero yo te veía como el más grande ciclista con una BMX montañera dispuesto a cruzar los túneles secretos camino al palacio infantil; imaginación de niños.

Eras mi gran aliado, solo nosotros nos reímos de esas cosas que a nadie más le hacían gracia, hacíamos fuerza junto a mi hermano y cuando me tocaba apretar los puños y medir nuestra capacidad de aguante contra ti recuerdo inflar el pecho cual Jhon Cena antes de dar una gran pelea contra Rey Misterio y sonreír, reír, hablar, luchar, esforzarse, y perder, siempre perdía contra ti, pero tú decías que era muy fuerte, nunca me dejabas ganar, siempre me inculcaste la superación, nunca conformarse, siempre dar hasta la última gota de ti.

Recuerdo cuando te vi llorar una mañana por teléfono, recordabas el cumpleaños de tu padre y yo aún tenía 5 años, fue la primera vez que te vi llorar, y entonces me di cuenta, a veces los héroes también son destruidos; pero nunca derrotados para siempre.

Mamá te abrazaba y mi hermano jugaba, yo observaba, era un niño común y corriente aunque tú no me vieras de esa forma y te observaba, siempre lo hacía, cada movimiento tuyo, cada acción, cada respiración agitada, cada respingo, cada palabra, siempre observaba, siempre lo hacía, aunque tú no lo notaras.

Me diste la infancia más variable que cualquier niño podría haber querido, no me dijiste nada, no me enseñaste sobre pesca ni sobre luchas, no me contaste tus aventuras con tu primer amor, no me dijiste sobre cómo ser el hombre más grande de la tierra, no me aconsejaste sobre qué terno escoger cuando llegue el baile de graduación, no me dijiste sobre cómo actuar cuando me gustase una chica, no lo hiciste, pero no es tu culpa, después de todo, mientras yo te veía como el héroe que yo aspiraba a ser, tú solo me veías como una "pequeña princesa" y nunca pude decirte que era un príncipe que aspiraba a ser el más grande rey del castillo tal como lo eras tú.

Y lo entiendo, el alma no expresa con palabras y los ojos no transmiten aquello que quieres gritar con todas tus fuerzas, aquello se oculta entre lágrimas y pupilas rojas, escondido entre cabellos sucios y mejillas sonrosadas y un "perdón, papá, por no ser lo que esperabas que fuese" dibujado en los labios de un niño asustado de su propia humanidad; que susurraba palabras que nunca llegaban a ser oídas, ni si quiera por el mismo.


No ahondaré con mis sentimientos de mierda, he crecido, soy más maduro de lo que crees que un adolescente de mi edad debe ser, te he observado por años y aún así me ha costado entender una maldita cosa acerca de los sacrificios que alguien hace por amor, pero también he aprendido, y continúo haciéndolo cada respiración que tomo.

Pediré perdón por crímenes impíos e inofensivos, pediré perdón por mi alma y por la tuya, pediré perdón por mí y por ti, pediré perdón, porque nunca lo he hecho y ese ha sido mi más grande error.


Perdón por no haberte regalado suficientes abrazos, me hirieron en mi costado y apenas puedo sostener mi propio corazón.

Perdón por no haber sonreído cuando decías que era tu "princesa", mis pulmones se llenaban de lágrimas al intentar decirte que no lo era y apenas podía respirar.

Perdón por no haberte mostrado mis sentimientos, mis oídos estaban acostumbrados a escucharte decir que los hombres no lloran.

Perdón por no haber expresado lo que sentía cuándo me preguntabas "¿por qué?", mis labios se habían cosido con hilos negros que formaban la palabra miedo.

Perdón por no haber hecho un espejo más grande para que pudieses darte cuenta de que te admiraba más que a Steven Rogers batallando contra millones de superhéroes y villanos de distintos multiuniversos.

Perdón no haber sido lo que esperabas que fuese, nunca pedí tener una mente y un cuerpo en discordia.

Perdón por no haberte sabido entender cuando tenías ataques de impulsividad, aprendí con el tiempo que las heridas cicatrizadas a veces se abren y entonces sangran.

Perdón por haberte odiado por una gran parte de mi vida, te culpé de cosas que no eran tu culpa, y no supe cómo lidiar conmigo mismo.

Perdón por haberte guardado rencor por años, solo era un pre-púber con demasiados secretos encerrados en su espíritu.

Perdón por todo y a la vez por nada, porque muchas de las cosas por las que te perdí perdón hoy parecen tan lejanas.

Perdón sobretodo por herirte con mis palabras, con mis ganas de ser feliz, perdón por hacer de esto algo tan "grande" como sueles decir, perdóname por permitirle a mi alma ser libre por una maldita vez, perdóname por dejar que mis sentimientos fluyan, ¿no era eso lo que siempre me exigiste?, perdóname por todo y a la vez por nada, estamos hechos de metales corroídos por nuestra propia sangre, llenos de estacas en el corazón y piedras en el estómago, y muchas veces, nacemos con labios cosidos, incapaces de expresar.


"Perdóname" por ser tu hijo.

Pese a todo te amo papá y tengo sentimientos encontrados cada vez que hablo de ti, eres esa piedra angular en mi derecha, el diamante que solo brilla cuando está puesto en la posición correcta frente al sol, no eres mi gran donador de esperma como te apodé en mi mente por años; eres mi padre, y sobre todo eso, te amo.

Después de 16 años y de caerme más veces de las que inhalé oxígeno finalmente he dicho que te quiero.

El tiempo sana heridas, aún estamos cicatrizando, y nos volveremos a caer.

Pero acá sigo, papá. Eras mi héroe con capa desgastada y heridas de balas, y hoy estoy empezando a ponerme el traje más real que tengo por mí mismo.


*Actualización del 2019; adjudicarte culpas ajenas por haberte sentido insuficiente gran parte de tu vida es un error común en la mayoría de individuos sin embargo si tú lector consideras que debes pedirle perdón siempre al resto por ser tú mismo déjame decirte que los equivocados son ellos por limitarte tanto e imponerte sus ideas, se libre siempre y cuando no lastimes a nadie, que a veces el término padre le queda muy grande a nuestros progenitores cuando no se es lo suficientemente héroe para apoyarte.

atrapado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora