grow up

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¿Quién te asegura si todas las decisiones que has tomado en tu vida han sido las correctas?

Como lo he dicho antes, nadie te da un manual sobre cómo vivir, sobre qué errores no deberías cometer, sobre qué palabras no decir, sobre a quién no lastimar, sobre cuándo ser fuerte, sobre cuándo romperse mentalmente, sobre cuándo decir adiós, sobre cuándo aguantarse, sobre cuándo gritar.

Estoy en un escritorio con plug in baby en los auriculares y a Matt Bellamy con unos guturales de puta madre, no he vuelto a cortarme las muñecas desde que mi madre me dijo "hijo", dejé de fumar cuando encontré al amor de mi vida, y aunque sigo teniendo días de mierda sigo siendo el mismo despistado que habla huevadas y hace reír a quienes están por llorar. Empecé a hacer más ejercicio y estoy ganando peso, ya no vomito ni tengo dolores en todo el cuerpo, y sobre todo, en el alma, no me ha vuelto a doler el alma.

Y eso lo creía imposible.

Estoy en una etapa de mi vida sin títulos, recuerdo que en capítulos atrás decía que mi vida era una prolongada espera hacia el "Año Nuevo", monotonía, supervivencia, y cansancio; si bien es cierto hasta hace unos días seguía siendo así, pues ahora yo no lo es, me corté el pelo, por mis amigos soy tratado en masculino, hice amigos con los que creí jamás en mi vida hablar y quienes están conmigo en las buenas y sobre todo, en las malas, estoy aprendiendo a madurar, a decidir, a elegir, a cambiar, a luchar.

¿Por qué?

Porque no quiero más lágrimas de personas que no lo merecen, no más nudos en la garganta al salir a exponer en una sala llena de alumnos, no más cubrirse los pechos con vendas que hieren, no más romper en llanto en mi cumpleaños porque todos los deseos en mis velas no se habían cumplido, "volver a nacer siendo niño", solía pedir, desde que tenía cinco, pero qué equivocado estaba, probablemente si no hubiese pasado por toda esta mierda, no habría crecido tanto como persona, todo sucede por algo y es de lo que me doy cuenta cada día, agradezco esta vida, es la que me tocó, no puedo cambiarla, pero puedo sacar un gran aprendizaje de esto, de todo, de absolutamente todo.

Después de todo, somos enterrados con rosas blancas seis metros bajo tierra, pañuelos negros se alzan con nuestros nombres y una lluvia de lágrimas cae sobre el pasto. Somos materia pero también somos energía, no morimos, solo mudamos, como las serpientes, no podría saber qué hay después de respirar por última vez, pero estoy seguro de que no tu alma no se muere.

Siempre he creído que soy un alma vieja, de esas que ya se han desgastado demasiado, de las que huelen a botellas de ron y a escritorio polvoriento, aquellas que cada cierto tiempo vuelven a sentir como si fuese la primera vez, de esas eternas.

La vida sigue corriendo, como aquel niño con lágrimas en sus ojos porque en la graduación de jardín no lo dejaron ir con terno, aquel al cual su padre abrazó, haciendo chistes y gritando "que se jodan, no volverás ahí si no quieres", aquel al cual años después, el mismo padre le dio una bofetada diciéndole con un tono repulsivo "no eres un hombre, me avergüenza que seas de mi sangre".

Pero aquel padre hoy intenta enmendar sus errores, involucrarse tras diecisiete años de ausencia emocional, porque material siempre ha sobrado, tanto que volviste a tu hijo un objeto, desechable y gastado.

Pero como he dicho, ahora es diferente, estoy aprendiendo, creciendo, madurando, y estoy seguro de que todas estas lágrimas valdrán la pena.

atrapado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora