Nuestras manos están huecas,
y la vida se nos va de las manos.
Nuestras pupilas oscurecen,
y de nuestras mejillas, el azul se degrada inerte.
Nuestra lengua saborea la muerte,
y con ella nuestra alma perece.
Nuestro órgano vital se desangra,
y ni la droga más cara de este lento funeral, nos salva.
He visto caer estrellas en el cielo claro,
y a fríos ocasos arrojando bolas de fuego.
He visto a mi amada en un lecho flotando,
y a mí sobre ella, su espíritu inhalando.
He contado ovejas invisibles corriendo sobre llamas;
y a mi padre degollado en un círculo de fuego alzándolas.
He visto el sacrificio del océano abriendo sus aguas a su amada tierra.
Y he amado océanos en la tierra sacrificada por el agua halada.
Dibuja tu plan de escape mortífero
y que las gotas de sangre no inunden tu bolígrafo.
Muerde tus labios y que no salgan tus plegarias,
que las batas blancas están hechas de negro puro.
Descose los hilos de metal incrustados en tus venas,
y con ellos libera la incandescente fragancia de tus coágulos
Almacena el oxígeno y cuenta hasta siete.
Setenta veces siete, o quizás diecisiete.
Que ningún dolor acaba con el vacío interno
Y ningún vacío se acaba con dolor suscitado.
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atrapado.
Non-FictionMenos prejuicio y más empatía. Mi historia. Chico transgénero. Léela si te interesa, te sientes identificado o por simple curiosidad. Aquí plasmo mis pensamientos, y todo aquello que siempre me he guardado.