Cap.30 Π♦Una lección♦Π

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Son las 6:00a.m apenas han pasado 15 minutos desde que salí del Underground. Ya he llegado a la mansión.

-Thomas —Llamé al escolta.

-Si señor

-¿Algunos los subornidados vieno aquí con alguna chica? —Pregunté.

-Si, señor Antofel. Me dijo que usted había ordena ese secuestro, se fueron directo a la bodega, le dije a Bernardo que fuese allí y se asegurará de que no hicieran nada con la chica, hasta que no recibiera autorización de usted —Me informó.

-Gracias —Le hice seña a mis guarda espaldas de que me siguieran.

Monté en el BM para llegar a la bodega, queda a un kilómetro de la mansión, adentrando más del bosque.

En 5 minutos estaba allí, coloqué las gafas pues ya el sol de Italia esta presente en la escena.

Entré abriendo la puerta y causando un estruendo, allí habían alrededor de unos 10 hombres, estos se pusieron serios y una mosca no se escuchaba en esa habitación.

-¿Dónde esta Antofel? —Pregunté con suma seriedad.

Todos están callados.

-Si ninguno responde, le acompañarán a él ¿Quieren eso? —Todos negaron con terror.

-Buena elección. Den un paso al frente si son muy hombres, quienes acompañaban a Antofel  —Les ordené.

3 de los nuevos dieron un paso al frente, con cara de nerviosos y apenados.

-¿Cuantos años tienen?

-17.

-15.

-18.

-Bien. De ahora en adelante sólo van  a entender a mis órdenes, las de Eiden, Jake, Los gemelos, Thomas y Bernando ¿Entendido? —Ellos asintieron con miedo— La próxima, que espero que no se repita, tendrán su castigo.

Bernando me indicó en cuál de las habitaciones estaba la chica.

Entré y quedé inmóvil. Mis conclusiones habían terminando siendo ciertas, aquella chica era Alex. Aún sigue dormida. Me acerqué a ella y tiene unas marcas en las muñecas, su ropa esta desagrada y en su mejilla hay un puño marcado, donde a tomado un color oscuro.

Ya si me había cabreado.

-Si despierta me lo haces saber, te quedas aquí en esta puerta ¿Vale? —Bernando atendió a mis órdenes.

-¡¿Dónde esta ese maldito?! —Me observaban perplejos, nunca había actuado así y menos por una mujer.

Pero ella no es cualquier mujer, ella es Alex, Mi Barbie. Y quien haga algo en su contra, tendrá que atenerse a las consecuencias.

-Esta dividiendo unas mercancías  —Me informó Bernando.

Si decir nada me encaminé a esa sala en la bodega.

Llegué y abrí la puerta al igual que cuando llegué.

-Sigan todos en su labor. Antofel —Les ordené y llamé al cabrón.

-Si señor —No me daba la vista, sabía lo que había echo, que había desobedecido, pero no sabía que había cavado su tumba.

-Sigueme —Este sin pensarlo me siguió.

Entramos en otra de las tantas salas.

-Amarrénlo —Ordené a los hombres en ella sala.

El cabrón que se había propasado con lo que es mío, ta se encontraba con en una silla de pies y manos atadas.

Me quede parado de los brazos tras mi espalda.

-Antofel, Antofel, Antofel —Le reproché— Sabes que odio que desobedezcan mis órdenes ó anden haciendo cosas a mis espaldas. Pero ¿Sabes? Esta no sera la razón de tu muerte —Abrió los ojos a más no poder— Bien sabes que odio el maltrato hacia las mujeres, si por alguna circunstancia se lo merecen, pues adelante, pero ella es una chica inocente y es importante para mi. Y también para que seas menos cabrón.

Le un puñetazo en la nariz, la cual de inmediato empezó a sangrar, le di más puños la ira era lo único que corría por mis venas, y por mi mente las imágenes de Alex, con margas en las muñecas, ese moretón en su rostro y su ropa rasgada. Eso alimentaba más mi furia y este maldito pagará.

Me alejé de él, yendo a una mesa llena de cuchillos y anillos de torturas, en todos tamaños y texturas.

Me voy a divertir bastante.

-Ahora tendrás tu lección —Sonreí cínico— Esto —Le mostré el cuchillo— Es para que sepas que a una mujer no sé toca —Le  el cuchillo en su ante brazo, realizándolo hasta su muñeca.

Solté en cuchillo y lo golpeé en el mostró. Y así continúe entre torturas y golpes.

-Con lo que es mío nadie se mete con lo que es mío. Y que las mujeres se respetan. También recuerda que quien se mete con un Di'angelo conoce al mismo Diablo —Le di otro puñetazo.

No diferenciaba donde estaba su nariz ó sus ojos, su cuerpo y el mío tiene sangre, pero esa sangre no es mía, sólo por mis actos.

-Cuando estés en el infierno, le dices a quien se cree jefe a allá abajo, que el verdadero Diablo te envió. Feliz viaje —Dije con hipocresía.

Levanté mi brazo, apuntándole con el arma, apreté el gatillo y disparé. Justo entre ceja y ceja. Muy a mi modo.

-Quemen el cuerpo —Ordené. Limpié mi abdomen y brazos con la camiseta.

-Espero y que eso que sucedió les silba de lección a todos —Entré en la habitación donde esta Barbie.

La tome en mi brazos como si de una princesa se tratará. La coloqué en los asientos traseros del BM. Y yo subí al volante, arrancando directo a la mansión.

Llegamos la saqué por igual, subiendo las escaleras con ella en brazos hasta llevarla a mis aposentos, la deposité en la cama con sumo cuidado y llamé a uno de los doctores de confianza para mi familia, así la curasen.

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Cap.#30

Illegali di Diamanti #RedQueenAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora