Cap.83 Π♦Como una delicada flor♦Π

667 36 0
                                    

(Narrador omnisciente)

Ella, mi perdición, mi salvación. Es una tormenta, nunca se sabe los daños que puede causar ó si será las aguas del océano que desviará el huracán. Alex White se había convertido en todos aquello de lo que carecía mi vida, mi corazón, mi alma. Ella logra hacerme subir al cielo cuantos metros se le dé la gana, y dejarme caer por el mismo modo, destruirme y reconstruirme en sólo segundos. Es todo aquello que por tanto tiempo anhele, y tal vez perdí...Esas palabras se cruzaban por la cabeza de Jayden, al pensar en aquella mujer, en la dueña de su corazón. Pero su mente jugaba sucio trayéndole viejos amoríos y recuerdos.

«¿Qué perdiste?...¿Para siempre? ¿Quién, Alessa?» —Reprochó su conciencia.

¡Mierda! No necesito a una estúpida conciencia que me haga encabronar cada momento de mi vida recordándome todo lo perdido y a quienes también he dejado perder. Él odiaba recuerda esa etapa fracasada de su vida, se alteraba de saber que sólo abría una mal pincelada en su obra de arte, en este momento serían los años que piensa vivir junto a Alex. No quería confundir sus antiguos sentimientos, con los que sentía ahora por ella.

«¿O tal vez te han abandonadoSu conciencia atormentaba su serenidad.

Al diablo, quien se va y quien no, moriré sólo, no necesito que nadie esté atado a mi lado, si se quieren largar que lo hagan y listo. Pensó. Ni siquiera estaba listo para creer aquello, se hacia creer tranquilo así mismo, aunque de vez en cuando una pizca de miedo le atacaba hacia la soledad, estaba aferrado a ella, a su compañía. Una vez había dicho "Nunca voy a estar a los pies de ninguna mujer" y hoy en día es capaz de dar su vida por una, aún así él no está dispuesto a aceptarlo, su orgullo sigue allí, persistente.

Se desvío de los pensamientos aturdidores, enfocándome en su trabajo. Incorporándose de la silla giratoria de cuero, colocada detrás del escritorio, comenzando a teclear en la portátil, empeñado en abrir aquel archivo y lograr escurrirse en el sistema de población de Rusia.

"Mariya Kozlova" escribió en la barra de búsqueda. Nada, absolutamente nada. Lanzó la portátil contra la pared, esta cayó intacta, pero, lo más probable sería que estuviera inservible. Se puso en pie y se sirvió Wisky, tomándose este de un sólo trago, mientras observaba detenidamente al estante lleno de libros. En esa vista profunda quedó perdido en sus recuerdos.

«Se encontraba en la casa campestre de los Principiato, jugaba con sus hermanos y amigos en medio del gran bosque.

-Es tu turno Jay —Avisó Alessa.

-No, ni lo creas. No jugaré —Sé negó, caminó en dirección opuesta a ellos, decidido a volver a la cabaña.

A dar dos pasos, aquella pequeña figura de cabello castaño y ojos marrones, se interpuso en su camino cerrando el paso, quiso rodearla, ella insistió moviéndose a su lado derecho y cruzando los brazos. Era terca hasta los codos, lo que ella decía eso sería, no importaba que pasara, si ella y quienes quería estarían felices.

-Te has convertido en un completo idiota y aburrido Di'angelo —Le reprochó Kassadra tiene más ánimos que tú -Lo burló con referencias hacia su abuela— Miralos...—Él se giro observando al grupo de niños menores de once años— En un mes te irás a New York, al menos juega con nosotros una ultima vez —Rogó, con los ojos cristalinos.

Él no se resistió a esa miradita inocente y ojos cristalinos, falsos, por que Alessa siempre había sido manipuladora y una actriz de primer lugar.

Illegali di Diamanti #RedQueenAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora