Capítulo III

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Hayes estacionó el auto frente a la cueva, un viejo edificio que solía ser una especie de internado psiquiátrico que ahora permanece abandonado, o eso es lo que los habitantes del pueblo piensan. Nash bajo del auto enojado y se fue adentro refunfuñando por no haber conseguido lo que quería. Hayes adoraba a su hermano pero al mismo tiempo le resultaba tan insoportable que prefería mantenerse alejado cuándo se ponía así de intenso.

— ¿Qué pasa, Johnson?—Hayes contestó el teléfono. Sabía que su amigo sólo iba a molestarlo y no tenía ganas de escuchar sus chistes.

—Oh, pero que carácter. Acabo de hablar con Cam—Hayes rodó los ojos y espero a que su amigo rubio terminará de hablar—Me comentó algo muy gracioso.

—A ver, dime que dijo.

—Que estuviste hablando con una chica en la escuela, una chica linda y que probablemente sería un problema...—Al otro lado de la línea se escuchó un portazo y un grito de ira—Nash acaba de llegar. Hablamos cuando dejes el amor por tu auto.

—Eso no pasará.

Hayes arrojó el teléfono al asiento trasero y se quedó en su camioneta escuchando música hasta que la puerta del copiloto se abrió y fue cuando se dio cuenta que otro auto estaba estacionado a unos metros de donde él estaba.

—Hola hombre

—Así que una chica, ¿eh?

—Sip, una chica. ¿Por qué tanto drama por eso?

—Porque tú no hablas con chicas, tú no miras a las chicas a no ser que te las quieras follar y aun así ni siquiera dices algo solo una mirada o un gesto basta. ¿Quién es?

—Kaithe Young, hija de unos escritores frustrados que han venido al pueblo buscando una buena historia; no te sorprenda si misteriosamente el día de mañana aparece un libro sobre los misteriosos chicos que mataron a su mejor amigo—El tipo junto a él soltó una carcajada negando con la cabeza—Tiene 17, niña rica de california y tiene un buen auto. Aparte de eso no hay nada que me interesé de ella

— ¿Y dices que no es nada pero ya te sabes su vida completa?

—Es lo que dicen en el pueblo—Abrió la puerta y bajo de un salto—Vamos, antes de que el resto piense que nos fuimos de aquí.

Caminar por los pasillos de un antiguo hospital psiquiátrico no era nada agradable pero con el tiempo te acostumbras. Hayes y su amigo pasaron por miles de habitaciones antes de llegar al final del hospital donde estaban todos reunidos. El lugar necesitaba urgentemente una limpieza, el olor a nicotina y marihuana ya parecía estar impregnado en las paredes, sin mencionar el montón de basura que comenzaba acumularse en los alrededores.

Nash estaba acostado sobre un escritorio viendo algo en su teléfono. Cameron estaba hablando con Jack. Shawn y Aaron estaban acostados sobre unos viejos puf con guitarras, cigarrillos y viejas latas de cerveza. Llevaban semanas componiendo algunas canciones para el demo de Shawn. Tenían un plazo de entrega y el tiempo estaba corriendo.

— ¿Dónde están Carter y G?—Pregunto Aaron al ver pasar a Hayes y al otro chico por la estancia. Hayes se encogió de hombros y se tiro en uno de los viejos sofás. Sacó su teléfono y comenzó a jugar para evitar las miradas de sus amigos.

—No sé, amigo. G está en la librería, de camino aquí pero Carter... ni idea, debe de estar follando por ahí. O, en el peor de los casos: vomitando detrás de algún bar.

—Bueno Hayes, cuenta. ¿Qué pasa en la escuela?—Aaron dejo la guitarra y se acomodó con él en el sofá. —Siguen pensando que matamos a Matt.

—Si, a Matt y a toda la gente que desaparece.

—Todos levanten sus copas—Dijo Shawn levantando su lata de cerveza, acción que imitaron casi todos los presentes—Gracias por acompañarnos hoy, otro día más para recordar a nuestro querido amigo, Matt Dinosaurio Espinosa que descansa en paz a poco de cumplirse un año de su muerte.

—Shawn—El chico misterio bajo su capucha y haciendo puchero dijo—Ya perdió el chiste. Dejen de hablar de mí como si de verdad estuviera muerto.

—Pero lo estás amigo mío, lo estás.

—Púdrete—Matt sacó el dedo medio y se fue a sentar con Nash que es probablemente lo más serio que tenían en ese lugar.

—Quitando eso, volvamos a lo que sí importa. ¿Por qué sigo yendo a la escuela ya no es divertido?

—Eres el menor de nosotros, tienes que hacer algo.

—Puedo hacer muchas más cosas aquí.

—Hayes basta. Ya hemos tenido esta conversación.

—Este año ustedes se graduarán y luego tendré que quedarme otro año soportando las idioteces de ese grupo de imbéciles que sobre pueblan ese pequeño espacio reducido a lo que llaman escuela.

— ¡Hayes, cállate!

— ¡Nash!

— ¡Basta!

Todos hicieron silencio al ver que se aproximaba una de las tan frecuentes peleas entre los hermanos Grier. Cuando eso sucedía ya no tenía gracia hacer ningún chiste sobre algo. Nash y Hayes tienen personalidades muy fuertes y distintas entre sí cada mínimo roce entre ellos desata toda una guerra mundial donde los chicos se ven obligados a tomar bandos.

La cosa es que Hayes en los últimos meses había estado siendo tan mierda y sacando de quicio a todos que ya ni siquiera tomar un bando a su favor resultaba bueno para alguien, terminaba siendo explosivo y pagan las consecuencias todos ellos.

—Concentrémonos en lo que sí importa. Jack no quiso entregarnos el paquete de esta noche, Johnson habla con él hazlo entrar en razón.

—Lo intenté, pero no funciona. Gilinski no va a llevarla y no va a dejar que ninguno de nosotros lo haga.

—Esperaremos a que él llegue e intentaremos convencerlo, de nuevo—Nash miró a Hayes y dijo con burla—Ve a hacer tu tarea—Hayes le sacó el dedo medio y sonrió sin gracia.

*

Kaithe paso a su cuarto antes de que su madre dijera algo por saltarse la cena, se encerró en su cuarto y comenzó a buscar por todos lados su laptop, necesitaba llamar a Savannah y contarle lo raro que era ese pueblo y sobre esos chicos supuestos asesinos.

Había un par de tablas sueltas en el pasillo que se enredaron con la punta del zapato de Kaithe y provoco la caída de la chica, la tabla que se levantó del suelo revelo un fondo.

— ¿Qué mierda?

En el interior había una gran bolsa negra que Kaithe pudo sacar solo al retirar todas las otras tablas sueltas y casi suelta un grito al ver la pistola a un lado de la bolsa llena de dinero y una camiseta con sangre.

Definitivamente las cosas iban mucho más lejos de lo que Trace le había comentado. Ahora, Kaithe debía de andarse con cuidado. Si estaba en lo cierto, por lo que le había dicho, Hayes y sus amigos estaban buscando precisamente lo que ella acaba de encontrar. Terminaría metida en muchos líos.

Dios la proteja de todo mal.

Please, Hayes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora